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Happy Feet, el pingüino viajero, vuelve al mar

  • Este pingüino emperador viajó desde la Antártida hasta Nueva Zelanda
  • Había perdido el sentido de la orientación y ha sido devuelto al mar
  • Lleva un microchip y un rastreador satélite para poder localizarlo

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'Happy Feet', el pingüino perdido en Nueva Zelanda, vuelve al mar

Tres meses después de vagar por la Costa de Nueva Zelanda, Happy Feet, el pingüino viajero que perdió el sentido de la orientación, ha regresado al océano.

Dejó la Antártida, el hábitat natural de los pingüinos emperadores, y recorrió más de 3.000 kilómetros hasta llegar a Nueva Zelanda, donde fue rescatado por los veterinarios del zoo de Wellington, que se han hecho cargo del animal durante estos tres meses.

Ahora, completamente recuperado, Happy Feet ha sido devuelto al mar, en la cercana isla de Campbell, una zona del océano que tiene una profundidad cercana a los 300 metros, según ha explicado el parque en un comunicado.

Los técnicos construyeron un tobogán especial -en el barco de investigación Tangaroa, donde fue transportado- para que el animal pudiera volver al agua sin problemas. Pero después de haber recibido tantos cuidados y atenciones, Happy Feet no parecía tener excesivas ganas de marcharse.

Un "empujoncito"

A pesar de lo resbaladizo que era el tobogán, uno de los veterinarios tuvo que darle "un ligero empujón" para que se atreviese a volver al agua y que dejara atrás la jaula que había sido su hogar durante los últimos días.

Hubo que darle un ligero empujón para que volviese al agua

Nada más entrar en contacto con su medio natural, "no escatimó tiempo para poner distancia con el barco y con todas las personas que lo han cuidado durante todo este tiempo", aseguró Lisa Argilla, responsable del departamento veterinario del zoo.

No obstante, según explicaron los científicos, "una vez en el agua, el animal comenzó a nadar en dirección contraria. Iba hacia el este, y tenía que dirigirse hacia el sur para volver a la Antártida, aunque a las pocas horas corrigió el rumbo".

Es la mejor parte del trabajo, reconocía la investigadora. "Es una sensación indescriptible ver cómo uno de tus pacientes por fin es libre y que puede emprender nuevamente su viaje a casa".

Además de vigilar al pingüino durante el próximo mes, el equipo de investigación ha equipado a Happy Feet con un rastreador satélite y un microchip para conocer su ubicación y que sus aficionados puedan seguir sus progresos a través de distintas webs como Sirtrack o la página del zoológico.