Los rebeldes esperan a las puertas de Bani Walid para evitar un "baño de sangre"
- Encontrar y capturar a Gadafi y sus hijos es un objetivo prioritario
- El modo en que se tome la ciudad será determinante para la transición
Los rebeldes libios mantienen, un día más, el asedio a la ciudad de Bani Walid al sureste de Trípoli. Con los cañones del frente preparados, la eventual entrada de las tropas rebeldes en la ciudad desértica de Bani Walid se cocina aún en bambalinas con dos ingredientes esenciales.
El primero, la aspiración de evitar a toda costa un innecesario derramamiento de sangre, y el segundo, no desperdiciar la oportunidad de dar caza al ex hombre fuerte de Libia, el coronel Muamar al Gadafi, y a sus hijos, Saif al Islam y Saadi.
Tanto el mando militar rebelde, encargado de la operación militar, como la autoridad civil parecen conscientes de que la resolución del asedio a Bani Walid y la forma con la que se conquiste la ciudad son cruciales de cara tanto al fin de la guerra como al proceso de transición.
Asalto a Bani Walid
Ambos desean una entrada triunfal, pacífica y sin venganzas, que propicie un efecto dominó sobre otras ciudades aún en poder de las fuerzas gadafistas, como Sirte o Sebha.
De su importancia dan fe las declaraciones a la agencia Efe de un portavoz militar rebelde quién ha reconocido que "la batalla de Bani Walid es quizá una de las más importantes que hemos librado durante esta guerra de liberación, junto a la toma de Bengasi y Trípoli"
Y mientras políticos y oficiales trabajan en los pasillos, sobre el terreno los rebeldes acumulan, día tras día, más hombres y armas frente al extrarradio de Bani Walid, que según los pocos testimonios que llegan es prácticamente una ciudad fantasma.
Cansados por los largos días de espera bajo el abrasador sol del desierto, muchos de los soldados desplegados no ocultan su ansiedad mientras limpian hasta relucir los fusiles de asalto, cargan las baterías antiaéreas y comprueban los gatillos.
Tiroteos esporádicos rompen una calma cargada de tensión y rebosante optimismo. "Entraremos y encontraremos a esa rata escondida en un agujero como un animal. No tiene ninguna escapatoria", afirmaba este domingo a Efe Ibrahim al Buni, partisano de una "Katiba" (milicia) procedente del oeste del país. "Después de 42 años, no tenemos prisa", agrega Al Buni, otro joven soldado quién señala que lo realmente "importante es capturarlo".
A la búsqueda de Gadafi
En cuanto al paradero de Gadafi y sus hijos, no existe garantía alguna de que los tres se hallen en Bani Walid. Esta es una zona de gran raigambre tribal, controlada por los clanes más afines a la familia Gadafi de la gran tribu libia de los Wafalla, pero los rumores son continuos.
Aunque el Consejo Nacional de Transición (CNT) insiste en que sabe a ciencia cierta dónde se esconde Gadafi y su pequeño séquito de leales, ni las autoridades civiles que cabildean en Trípoli ni los jefes militares que esperan sobre el terreno sueltan prenda.
El único testimonio público del que se tiene constancia hasta la fecha es el de Mohamad Bashir Saleh, identificado por la televisión por satélite qatarí Al Yazira como un destacado habitante de Bani Walid.
"No tenemos pruebas de que haya salido del área" ha dicho Bashir Saleh, "y si lo hiciera, a zona abierta, es fácil de ver". Hay que recordar que los rebeldes controlan toda la provincia. "Creemos que se mueve constantemente, con desplazamientos muy cortos y con ayuda de la gente del lugar", ha afirmado Bashir Saleh
Y ansían que ésta llegue acompañada por la eventual captura de Gadafi -o de al menos su hijo Saif al Islam-, ya que en su opinión supondría un golpe casi definitivo para aquellos que todavía luchan en defensa del asfixiado régimen.
Evitar una masacre
Pese al optimismo de los soldados, los mandos no ocultan que la entrada por la fuerza en la ciudad-oasis podría acarrear una masacre, tanto entre las tropas como entre la población civil.
Se desconoce el número de gadafistas que se atrincheran en sus sucias y polvorientas calles, aunque se cree que alrededor de un centenar de ellos, fuertemente armados, protegen puntos estratégicos, mientras que decenas de francotiradores pueblan tejados y rincones.
Tampoco se conocen con exactitud las condiciones de vida de la población tanto en Bani Walid como en Sirte, la otra gran ciudad asediada, pero la ONU teme que ambas se hallen al borde de la catástrofe humanitaria.
Así lo dio a entender hoy en rueda de prensa en Trípoli el coordinador de la ayuda humanitaria de la ONU en Libia, Panos Moumtzis. "Estamos muy preocupados por la necesidad de que se proteja a los civiles en estos áreas. Sabemos que existe el diálogo, y confiamos en una solución rápida y pacífica",