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Charo López y Javier Gurruchaga interpretan 'Carcajada salvaje', una comedia neurótica

  • Encarnan a dos solitarios algo neuróticos que no soportan la vida actual
  • Cada uno desgrana su monólogo y sólo se encuentran en la escena final
  • Dos espléndidas interpretaciones, en Madrid, hasta el 6 de noviembre

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Gurruchaga y López encarnan a dos personajes que se enfrentan por casualidad y terminan "respirando juntos".
Gurruchaga y López encarnan a dos personajes que se enfrentan por casualidad y terminan "respirando juntos".

“El otro día fui al supermercado, quería coger una lata de atún. Pero un hombre delante de mí no me dejaba llegar, esperé pero el hombre leía detenidamente todos los ingredientes. No pude más y le dí un golpe que le dejé sentado en el suelo y le dije ¡Toma gilipoyas!”

Así prácticamente comienza su monólogo la mujer (sin nombre) de Carcajada Salvaje, del dramaturgo y actor estadounidense Christhoper Durang (New Jersey, 1949), experto en mezclar la sátira, la parodia y el absurdo en sus piezas, muchas de las cuales fueron escritas para Broadway.

En ésta, que ya tiene sus años, de hecho Charo López la interpretó hace 18 años, hay muchos asuntos de actualidad. Desde la censura de los preservativos por parte del Papa (que irrita a la protagonista femenina) hasta el carril-bici (que desquicia tanto al protagonista masculino) pasando por la reducción de la capa de ozono, que preocupa a los dos.

La obra, dirigida ahora por Josep Costa, la podemos ver hasta el 6 de noviembre en el madrileño Teatro Bellas Artes, con dos grandísimos actores como protagonistas únicos: Charo López y Javier Gurruchaga

Ella: atún, taxis y músicos

El público cuando la ve contándonos su vida con tanta soltura no sabe por un momento si se trata de la propia Charo López un poco vuelta de todo, o de una mujer desquiciada de esas que hablan y hablan de sus penas y también de algún pequeño anhelo escondido. ("¿alguien entre el público me daría trabajo?)

Ella se sienta, coloca junto a su banco, una bolsa de playa de la que sacará un espejo, una polvera, un yogur…y nos seguirá contado lo difícil que es todo en su vida, desde comprar una lata de atún a coger un taxi.

Casi una hora después, y luego de haber llorado, gritado o interpelado al público éste habrá sentido ya algo de ternura por esta dama desnortada, necesitada de comunicación y comprensión. E incluso más de una o uno se habrá identificado con ella.

Antes de irse nos resume todo lo que quería decirnos: “como saben tengo problemas en el supermercado, también con los taxistas, acabé en el suelo cuando tuve que huir de un taxi que quería llevarme a la comisaría, he pasado por varias instituciones mentales, soy capaz de lanzar una carcajada salvaje (“una carcajada salvaje en medio de la más dolorosa aflicción, cita de Beckett) algunos músicos callejeros y la vida es bella…y horrible

El: “lo mejor no salir de casa”

Luego sale él y nos cuenta que está traumatizado porque una mujer le golpeó en el supermercado. Él leía compulsivamente los ingredientes de una lata de atún para disimular porque esa mujer (que no estaba bien le miraba raro).

No es su único problema. Trabaja en una revista entre sensacionalista y porno, “bueno tan poco está tan mal”, afirma. Y acude a unos cursillos de personalidad en el que le hacen repetir unos mantras –cosa que hace constantemente con el histrionismo propia de Gurruchaga- para acentuar la "positividad".Pero no le da resultado.

En resumidas cuentas, no soporta a la gente, sufre “fobia social”. Lo mejor, "quedarse en casa".

Asegura haber tomado varios valium antes de encontrase con el público, y seguir estando nervioso. Todo ese manojo de neurastenias en el cuerpo del gran cómico que es Gurruchaga no tiene precio.

Y el público comienza a desear que el hombre golpeado se encuentre con la mujer del atún. De hecho, el cuenta que ya sueña con ella. Y al final se encontrarán estos dos personajes. Pero esa ya es otra historia y para verla hay que ir al teatro.