Obama y Bush recuerdan juntos a las víctimas del 11-S diez años después
- Han asistido al homenaje a las casi 3.000 víctimas en Nueva York
- Después, Obama también ha viajado a Pensilvania y el Pentágono
- Al acabar el día, ha llamado a la unidad de los estadounidenses
Juntos por primera vez en la Zona Cero de Nueva York, los dos presidentes estadounidenses que llevarán sus nombres asociados al de Osama bin Laden para siempre, Barack Obama y George W.Bush han rendido tributo a las casi 3.000 personas que murieron en los atentados del 11-S una década después.
Con un minuto de silencio a las 14.46 hora española, momento en el que el primer avión impactó contra la Torre Norte del World Trade Center, comenzaba el emotivo homenaje, el que pretende cerrar una herida que lleva sangrando ya diez años y abrir una nueva era.
Hasta seis veces ha reinado el silencio en el bullicioso Bajo Manhattan. El segundo minuto de reflexión se ha producido a las 15.03, cuando el segundo avión se estrello contra la otra Torre Gemela. Pero ha habido cuatro más. Otros dos por los ataques en el Pentágono y Pensilvania y dos más para recordar aquel fatídico y espectacular momento en el que las las dos inmensas estructuras de acero y cristal que fueron las Torres Gemelas se desplomaron ante los ojos del mundo.
Acompañados por sus esposas, Michelle y Laura, ambas vestidas de negro y visiblemente emocionadas, Obama y Bush asistieron este domingo a la inauguración del Memorial del 11-S, un parque donde dos estanques ocupan en lugar de las torres y cubren con agua los 2.983 nombres de las víctimas grabados en placas de bronce.
"Los presidentes Bush y Obama se han acercado a las dos inmensas fuentes de agua situadas en el hueco exacto que dejaron las Torres Gemelas y ahora decenas de personas han llegado hasta aquí para tocar los nombres de las víctimas grabados en las paredes del Memorial, escuchar el vacío del agua que cae en este lugar y recordar los atentados que hace diez años paralizaban el país y el mundo entero", informa la corresponsal de RNE en EE.UU., Dori Toribio.
Cita bíblica
Michael Bloomberg, alcalde de la ciudad, fue el encargado de inaugurar el Memorial mientras sonaba el himno de Estados Unidos interpretado por el coro de Brooklyn.
Después, Obama subió al estrado para recitar el Salmo 46 de la Biblia: "Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida y se traspasen los montes al corazón del mar".
Con el semblante serio, el mandatario estadounidense continuó recitando: "Bramaron las naciones, titubearon los reinos, Dio él su voz, se derritió la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob".
A continuación, familiares, supervivientes y autoridades leyeron uno a uno los nombres de las víctimas en una letanía más larga de lo habitual que tiene sabor a despedida, al menos simbólica, porque se espera que sea el último funeral colectivo con tanto despliegue de medios.
Según ha declarado el portavoz de la Casa Blanca Josh Earnest, Obama se encontraba muy "impresionado" por la ceremonia en la Gran Manzana y quedó especialmente conmovido con la lectura de los nombres de las víctimas por parte de sus familiares, especialmente en el caso de los niños.
Un 48% de los cerca de 3.000 muertos en aquellos atentados dejó hijos menores de 18 años, según han informado los medios estadounidenses.
Pensilvania y Washington
Mientras los actos conmemorativos se sucedían en Nueva York entre fuertes medidas de seguridad, después de que las autoridades alertaran esta semana de una amenaza "creíble y específica" de atentado, el presidente de EE.UU. se trasladó al lugar en el que un cuarto avión se estrelló a las 10.03 hora local (16.03 en la España penisular) en Pensilvania.
Los pasajeros de este vuelo, unos 40, fueron los únicos que consiguieron comunicarse con la torre de control para informar de que el avión había sido secuestrado y, con coraje y determinación, lograron estrellarlo contra un descampado antes de que pudiese llegar a su objetivo, probablemente la Casa Blanca.
Allí, Obama y su esposa rindieron homenaje a las víctimas con una corona de rosas blancas y recorrieron brevemente el monumento -aún por finalizar- erigido en el descampado de Shanksville, donde han sido recibidos entre los aplausos del público y gritos de "USA, USA".
La tercera parada para Obama ha sido el Pentágono, donde murieron 184 personas cuando el vuelo AA77 se estrelló contra uno de los sectores del edificio del Departamento de Defensa.
Allí ha depositado un ramo de flores en un acto muy distendido, en el que ha podido abrazar y reconfortar a los familiares de las víctimas e incluso hacerse algunas fotografías con ellos.
Mensaje de unidad nacional
Por la mañana, a la hora en la que cayó el avión, el vicepresidente Joe Biden y el secretario de Defensa, Leon Panetta, guardaron un minuto de silencio junto al sencillo con parque con 184 bancos que recuerdan a cada uno de los fallecidos. Panetta también rindió homenaje a los cerca de 6.200 soldados estadounidenses que han muerto en las guerras en Irak y Afganistán para "evitar que algo así se repita".
“Al Qaeda despertó a un gigante dormido“
Biden ha afirmado que Al Qaeda y su líder Bin laden no imaginaron que "el gigante dormido al que iban a despertar". Cada vez que Estados Unidos resulta atacado "solo sirve para alentarnos a ponernos en pie y devolver el golpe".
Obama, que durante el día dejó todo el protagonismo a las víctimas, reservó para el último acto de la jornada su intervención más política --en la que no faltó la lectura de otro salmo bíblico-- antes de dar paso a un concierto en el Centro Kennedy de Washington.
Allí, ha llamado a la unidad y a la esperanza de los estadounidenses: “Nadie puede torcer la voluntad de unos EE.UU. verdaderamente unidos”.
Además, ha hecho balance de los cambios de esta década: “(Ahora) nos aferramos a nuestras libertades. Somos más vigilantes contra quienes nos amenazan y hay inconvenientes que vienen aparejados a nuestra defensa. Los debates sobre seguridad y libertad han sido encendidos. Pero es precisamente el rigor de esos debates y nuestra capacidad de resolverlos de manera que honren nuestros valores, lo que representa una medida de nuestra fuerza".