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Los informes previos de los parques eólicos no revelan la mortalidad real de las aves

  • Un estudio asegura que los informes se basan en criterios erróneos
  • La metodología es incorrecta porque mide el conjunto, no las turbinas
  • En los últimos tres años han fallecido unas 400 aves en 20 parques andaluces

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Los informes previos que analizan el impacto de los parques eólicos se basan en procedimientos erróneos
Los informes previos que analizan el impacto de los parques eólicos se basan en procedimientos erróneos

Los informes previos que miden el impacto estimado por la construcción de un parque eólico no se corresponden con las cifras reales de mortalidad de las aves, por lo que se han concedido permisos de construcción basados en criterios erróneos.

Es una de las principales conclusiones de un estudio internacional liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y que ha sido publicado en la revista Journal of Applied Ecology.

Los estudios previos que analizan el impacto de estas instalaciones "se basan en un procedimiento incorrecto, ya que el criterio principal es que a mayor densidad de aves, mayor riesgo, pero no existe relación entre una cosa y otra", asegura a RTVE.es Miguel Ferrer, responsable del informe e investigador del CSIC en la Estación Biológica de Doñana.

Se basan en un procedimiento incorrecto porque miden el conjunto del parque, no las unidades

Las aves, señala Ferrer, "no se mueven al azar, y el número de muertes provocadas por distintos molinos de un mismo parque es muy diferente, por lo que los estudios deben realizarse con cada turbina, no de forma genérica".

Los investigadores han analizado el índice de accidentes de aves contra aerogeneradores durante tres años en 20 parques andaluces -todos situados en la región de Tarifa- y han determinado que "aunque es difícil medirlo, se cacula que anualmente mueren alrededor de 400 ejemplares de distintas especies" atrapados entre las hélices de los molinos.

La especie que más ha sufrido el impacto de las turbinas, según el científico, es el buitre leonado "por su gran envergadura", y que constituye el 23% del total de muertes provocadas en estos parques eólicos.

Permisos inadecuados

Estos datos indican que "se han autorizado parques eólicos que según los estudios previos eran seguros cuando la mortalidad ha sido muy elevada una vez operativos", reconoce Ferrer.

Sin embargo, "es muy posible que, siguiendo esos criterios erróneos, se haya denegado la autorización a otras instalaciones que hubiesen sido seguras para las aves", añade.

Es muy posible que se hayan denegado permisos en zonas que hubieran sido seguras

Los estudios previos se realizan tomando como medida parques de entre 20 y 60 máquinas, pero los resultados de la investigación demuestran que la cifra varía mucho entre turbinas contiguas, ya que el viento y la orografía de la zona determinan el compartamiento de las aves.

De este modo, la solución propuesta por los científicos es que "se trabaje a escala de turbinas, midiendo la posible repercusión de cada molino, en función de su ubicación y no de forma genérica" como se ha hecho hasta ahora, concluye Ferrer.