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"11 flowers" trae a San Sebastián los últimos años de la revolución cultural china

  • El director Wang Xiaoshuai afirma que hay pocas películas sobre ese periodo
  • La portuguesa Sangre de mi sangre presenta un sórdido retrato familiar

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El realizador Wang Xiao Shuai, en el centro sosteniendo al niño, y los actores de "11 Flowers".
El realizador Wang Xiao Shuai, en el centro sosteniendo al niño, y los actores de "11 Flowers".

11 flower (China)

Dirección: Wang Xiaoshuai

Intérpretes: Liu Wenqing, Wang Jinchun, Yen Ni

Sinopsis:

Wang Han, un niño de once años, se topa con un fugitivo que ha cometido un asesinato en un bosque en la provincia de Ghizhou. Él y sus amigos deciden guardar el secreto del hombre y no dicen nada a la policía, incluso cuando en su escuela empiezan a pasar cosas extrañas.

'Sangue do meu sangue' (Portugal)

Dirección: João Canijo

Intérpretes: Rafael Morais, Nuno Lopes, Fernando Luís, Rita Blanco, Cleia Almeida

Sinopsis:

Este melodrama se desarrolla en los suburbios de Lisboa, donde una madre soltera vive con su hermana y sus dos hijos. Márcia trabaja como cocinera en un restaurante de su barrio ; su hermana, Ivete, es peluquera en un centro comercial. La familia lleva una vida monótona que se ve truncada cuando la hija de Márcia, Andreia, empieza a salir con uno de sus profesores. Esta relación será el detonante de la tragedia que se cierne sobre la familia.

Incrustada en una programación que aumenta su ritmo, la coproducción chino-francesa 11 flowers de Wang Xiaoshuai ha pasado relativamente de puntillas. La película del director de La bicicleta de Pekín es un compendio temático de lo visto en los últimos días. Como en Le skylab hay familias y recuerdos autobiográficos; como en Kiseki (Milagro) hay niños; como en  La voz dormida el escenario es un clima represivo.

El protagonista, un niño que es trasunto biográfico del director, vive preocupado por conseguir una camisa nueva mientras descubre que, a su alrededor, entre himnos y consignas maoístas,  se destapa un drama relacionado con el abuso de poder. “Normalmente las películas sobre la historia de China son muy grandes. Yo pienso que cada persona tiene sus pequeñas historias”, defiende Wang Xiaoshuai. “Hay muy pocas historias sobre la revolución cultural”.

11 flowers es un testimonio de un proceso que afectó a millones de personas y que refleja las luchas entre las distintas facciones de los guardias rojos. “Durante la revolución cultural china tu tienes que posicionarte para vivir”. El punto de vista infantil es una manera de acercarse a esa realidad de soslayo; Wang Xiaoshuai no oculta que también ha sido clave para que el proyecto prosperara “. La revolución cultural china es un tema sensible. En esta película las autoridades me han exigido presentar el guion completo para revisarlo”.

Wang Xiaoshuai ha reflexionado en San Sebastián sobre la evolución de su país. “La China de hoy ya no es como en esas épocas. En la vida social se ve mucha libertad y se habla de la economía y su poder. Si tienes mucho dinero, ya eres un héroe”.

Más convencional en su fondo y forma que otras propuestas del festival, los elementos de 11 flowers encajan, sin embargo, a la perfección. Narrativamente puede ser la obra más redonda hasta ahora.

Portugal compite con una hecatombe familiar

Después de tanto mensaje positivo (y buenas películas) sobre la familia, llegó su devastación. Sangre de mi sangre,  es un drama de Joao Canijo, director formado con Manoel de Oliveira y Wim Wenders.

Lo que empieza como un retrato tipo de los suburbios, acaba en tráfico de drogas, violaciones, asesinatos e incesto. Contada en planos estáticos y larguísimos (a lo Oliveira), Sangre de mi sangre es una carrera hacia lo sórdido carente de significado.