Aliaa Mustafa, siria en huelga de hambre: "¿Cómo podemos dejar que la gente siga muriendo?"
- Inició una huelga de hambre la semana pasada como protesta por la represión
- Exige el cese de la violencia y la liberación de los detenidos
Siria, con casi 20 millones de habitantes, es uno de los países claves en la región por su influencia en Oriente Medio. Comparte frontera con Turquía, Irak, Israel y Jordania y mantiene buenas relaciones con Irán y con el grupo chií Hezbolah, en el Líbano. Es una pieza fundamental para mantener la estabilidad en la zona.
Sentada en una silla al lado de una bandera de su país, que ondea junto con algunas fotos de desaparecidos, está Aliaa Mustafa Tabbaa, de 42 años y nacionalidad siria. Lleva en huelga de hambre desde el viernes 16 de septiembre como protesta por la escalada de violencia que allí se está viviendo.
Se ha instalado frente a la embajada en Madrid, donde permanece 24 horas al día a base de agua y azúcar. La rodean unos jóvenes de la comunidad siria en Madrid, que hacen turnos para que nunca esté sola.
“Me he visto obligada a protagonizar esta acción, no quiero ver más derramamiento de sangre en Siria”, explica Aliaa, que defiende que ha tomado esta medida porque no aguanta más la represión que el régimen de Bachar al Asad ejerce contra su pueblo, que de manera pacífica reclama justicia y libertad.
Según Naciones Unidas, desde que comenzaron las protestas, a mediados de marzo, ya son 2.700 las personas que han muerto a manos del Ejército y las fuerzas de seguridad. Cien son niños.
“No podemos consentir más muertes, más torturas, más detenidos, más violaciones, más atropellos contra la dignidad”, cuenta emocionada.
Por eso ha decidido emitir un comunicado en el que exige el cese inmediato de la violencia contra los manifestantes , la liberación de todos los presos políticos, una condena firme de Naciones Unidas contra los crímenes cometidos y la ruptura de relaciones diplomáticas con Siria.
"Seguiré mientras pueda"
Aliaa, de profesión bioquímica, llegó a España por primera vez en 1999, con una beca para realizar un doctorado en genética. En 2000 volvió a Damasco, lo añoraba demasiado. Y, por motivos personales, regresó el año pasado a Albacete, ciudad en la que reside en la actualidad. Ahora ha solicitado el asilo político.
“No tengo miedo de volver” -asegura Aliaa- “ pero creo que desde aquí soy más útil para presionar y hacer visible la violación de Derechos Humanos que se está perpetrando”.
“Seguiré mientras pueda”, recalca la activista, que se ve fuerte y subraya que pesan más la esperanza y la ilusión en el cambio que la frustración y el agotamiento del estancamiento actual.
A pesar de su optimismo, confiesa que no es fácil sobrellevar esta situación: “Es muy duro ver cómo de repente desaparecen las cuentas de Facebook o de Twitter de tus amigos. Eso quiere decir que están detenidos”.
Control de Internet
Aliaa sabe bien del control férreo que se mantiene en la red. Cuando creía hablar con un amigo a través de Internet (vía skype), se dio cuenta de que no era él, sino un funcionario de los servicios secretos del régimen.
“Lo que hacen cuando arrestan a manifestantes es pedirles su contraseña para buscar a sus amigos y proceder a detenerlos también", detalla.
“Por eso ahora lo que está ocurriendo es que los jóvenes, antes de salir a la calle, dan la clave de sus cuentas a familiares para que si no regresan, las desactiven y así no puedan localizar a otros compañeros. Incluso muchos escriben cartas de despedida antes de ir a las manifestaciones. ¿Cómo podemos dejar que la gente siga muriendo?”, se pregunta entre lágrimas.
“Queremos libertad y dignidad"
Siria está gobernada por la dinastía de los Asad, de confesión alauí, que llegó al poder en 1971. Primero gobernó Hafez al Asad hasta el año 2000, padre del actual presidente Bachar al Asad. “Siempre han ejercido su mandato con mano de hierro”, apunta Aliaa.
“Ahí siguen con la excusa de que si ellos no están, gobernarán los islamistas radicales. Eso no es cierto. Yo, como la mayoría de la población de mi país, soy musulmana, y lo que queremos es libertad y dignidad, un Estado de derecho que nos ampare y un gobierno que nos represente ”, denuncia.
Por eso, pide a la comunidad internacional que proteja a la población civil, pero con un matiz: "Sin guerras, ya basta de guerras”.
Ni la embajada siria ni la española se han puesto en contacto con ella. “Solo he recibido insultos por parte de la primera”, cuenta Aliaa, que mientras tanto seguirá con la huelga de hambre, a pesar de que la debilidad física y psicológica se acrecienta cada día que pasa.
Aliaa y los jóvenes no pierden la fe. “¿Sabes qué? A veces imaginamos cómo será todo después de que el régimen caiga. Porque lo vamos a conseguir”.