'Elektra' de Richard Strauss inaugura este viernes la 15ª temporada lírica del Teatro Real
- Dos repartos y 110 músicos bajo la dirección de Semyon Bychkov
- Se ofrecerán 10 representaciones entre este viernes y el 15 de octubre
- La función del 12 de octubre será transmitida en directo por Radio Clásica-RNE
Dos Elektras
Como ha explicado Gerard Mortier, dos repartos representarán esta producción de Elektra, encabezados por dos grandes sopranos estadounidenses.
La primera es la veterana y wagneriana Deborah Polaski, "una de las mejores Elektras de las últimas décadas", en palabras del director artístico.
Y una nueva Elektra, descubierta por el director musical, Semyon Bychkov, Christine Goerke. Una soprano que ha destacado intepretando papeles de Mozart y Händel, así como papeles dramáticos en óperas de Strauss y Wagner.
El director artístico del Teatro Real, Gerard Mortier ha tenido especial empeño en que los periodistas pisaran este martes, el escenario ya preparado para acoger la producción de Elektra de Richard Strauss que abrira líricamente la temporada del Teatro Real, tras el paso de los Ballets de Monte-Carlo que la inauguraron con La Belle de Maillot
Y no sólo querían que pisaran el escenario sino que subieran por los dos pisos da la estructura creada para representar el palacio de Micenas donde la moderna Elektra (que dibujó el libretista Hugo von Hoffmansthal revisando el mito de la Antigüedad ) vivirá su convulso psicodrama familiar.
Arquitectura no tan efímera
Quería Mortier que sintiéramos bajo nuestros pies la grandiosidad de una estructura tan magna como el drama que desde este viernes se vivirá en ese escenario. Una estructura que uno de los periodistas ha definido correctamente como "un encofrado deteriorado". Un especie de anfiteatro de hormigón.
Lo diseñó el escultor alemán Anselm Kiefer para la puesta en escena del desaparecido Michael Grüber, y como este martes, explicaba in situ, Carlos Abolafia, subdirector técnico, se trata de un "poliespan trabajdo con pintura y texturado". Ha llegado de Nápoles, en diez camiones y como ha contado el técnico, lo más complicado ha sido disimular las juntas entre los distintos bloques que ha habido que unir.
Todo ese "decorado autoportante" ha sido montado con una inclinación, una pendiente del 5% para recuperar "la visual", explica Abolafia, del espacio original de esta producción que se estrenó en 2003 en el Teatro San Carlo de Nápoles.
La inclinación produce cierta inestabilidad en esta singular construcción. Desde lo alto de ella, nos situamos, frente a frente y por encima del palco real. Desde el patio de bustacas, para el público, la sensación es que la escena y su drama se le acercan o se le vienen encima.
Podemos ver también una estatua blanca, encorvada y hueca que representa, como apunta Gérard Mortier, el "peso de la existencia" y bajo la cual se albergará la madre de Elektra, Clitemnestra
Para montar este decorado, y recuperar la amplitud del foso original (se utiliza la plantilla orquestal original de la obra: 110 músicos) del Teatro Real, éste ha absorbido las dos primeras filas del patio de butacas.
Una ópera que exige esfuerzos sobrehumanos
Así ha definido Elektra, en la presentación ante los medios, el director musical de esta producción, Semyon Bychkov. La presencia en el Teatro Real de este prestigioso director de orquesta ruso, es sintoma, ha dicho su director general, Miguel Muñiz, de "la calidad que están alcanzando la orquesta y coro del Teatro Real".
Ha devuelto el elogio Bichkov quien ha asegurado que cada día se observa con mayor atención en el mundo el “renacimiento musical” que está propiciando, a su juicio, el Teatro Real.
Respecto a la obra de Strauss que va a dirigir musicalmente y que marcó un final y un comienzo en la historia de la ópera y que ha definido como “una de esas obras que una dos veces cada siglo cambian el arte, como lo hicieron obras de Beethoven y Wagner”, ha señalado que constituye “un desafío que requiere esfuerzos sobrehumanos para orquesta y cantantes”.
Las exigencias titánicas de Elektra alcanzan según Bychkov a un texto “que influye en la expresión musical y a la inversa”, al “arte visual” que implica este montaje e incluso a los sentimiento y emociones que implican y relacionan a los actores de este psicodrama que nació en los albores del siglo XX, cuando estaban de moda tanto la cultura griega y el psicoanálisis que se dan la mano en esta ópera.