'Neonomicon', Alan Moore se une a H.P. Lovecraft en busca del terror
- El guionista británico actualiza los mitos atávicos de Lovecraft
- Sectas, drogas, monstruos de otros mundos y sexo, en un cóctel explosivo
Alan Moore necesitaba dinero, ese fue el principal motivo por el que el famoso guionista británico (autor de Watchmen, La cosa del pantano o La liga de los hombres extraordinarios) decidiese dirigir su mirada al universo enfermizo de H.P. Lovecraft y sus mitos de Cthulhu.
Y de la unión de estos dos genios ha nacido un interesante cómic, Neonomicon (Panini), en contraposición al famoso libro de brujería Necronomicón, que sobrevolaba casi toda la obra de Lovecraft (Y que fue parodiado en la famosa saga cinematográfica Posesión infernal, de Sam Raimi)
Moore ya había visitado este universo en 1994 con el relato The Courtyard, sobre un policía que investigaba unos crímenes rituales y se involucraba en un mundo misterioso que terminaba por abducirlo, una obra que fue adaptada al cómic por el guionista Anthony Jonhston y el dibujante Jacen Burrows; y que se ha incluido en este volumen. Algo imprescindible porque Neonomicon es una continuación de esa historia.
Así, en esta segunda parte, dos investigadores (un afroamericano y una detective con problemas de ninfomanía), intentan resolver el caso que el primer detective no pudo aclarar: una serie de asesinatos rituales (realmente sangrientos), con el mismo modus operandi pero realizados por personas que, aparentemente, no tienen nada en común.
Los mitos de Cthulhu
Lovecraft impulsó a otros escritores a ampliar el mito de Cthulhu, que lo convirtió en uno de los grandes de la literatura de terror, sólo superado por Edgar Allan Poe. Y su obra ha inspirado numerosos libros, películas, juegos de rol y videojuegos de gran éxito.
Una de las características de la obra de Lovecraft es que no describía con detalle a las terroríficas criaturas que poblaban su universo literario; siempre aludía a seres indescriptiblemente terroríficos (eso sí, con muchos tentáculos y numerosos ojos).
Y en lo referente al sexo solo hablaba de "ciertos rituales sin nombre". Pero Moore y Burrows han dado forma a esos monstruos y han cargado las tintas en el tema sexual, como forma de energía para atraer a esos seres indescriptibles.
De esa forma, la detective protagonista se ve involucrada en rituales sexuales con esos monstruos de Cthulhu que demuestran ser más humanos que los enfermos que los convocan. Por cierto que el diseño de los hombres anfibios, una raza atávica, deben mucho a la película La mujer y el monstruo (Jack Arnold), uno de los monstruos clásicos de la Universal (Junto con Drácula, Frankenstein o El Hombre lobo).
Y las escenas en las que ambos nadan juntos se parecen a las de esa mítica película.
Una intriga apasionante
Esta obra de Moore no figurará entre los clásicos de su producción, pero es un estupendo cómic de horror y una interesante intriga detectivesca, a la vez que se dedica a analizar la figura de Lovecraft (Muy discutido por su supuesto racismo y desprecio de las mujeres)
¿Y sí los mundos de pesadilla habitados por monstruos deformes no fueran fruto de la imaginación de Lovecraft, sino que existieran de verdad? Esa es la interesante pregunta que propone este cómic, basándose en que el escritor (que también era un investigador de lo oculto), no se hubiese inventado esos demonios, sino que se hubiera limitado a dar testimonio de lo que había visto con sus propios ojos.
De hecho, en el cómic se recuerda que se han publicado hasta tres versiones, supuestamente reales, del Necronomicón. Lo que da una idea de lo populares que son las ideas de Lovecraft. Esta idea da otra dimensión a la historia, en la que cualquier pesadilla es posible.
Y destaca el comedido dibujo de Jacen Burrows que no se deja llevar por los excesos (cosa fácil en una adaptación de Lovecraft), integrando la terrorífica historia en un escenario real reconocible (Brooklyn), lo que la hace aún más angustiosa.
En definitiva, un interesante cómic de horror que nos hará pensar en la posibilidad de que existan otros mundos y de que no sean, precisamente, paraísos. Y con un sorprendente final digno de un episodio de la mítica serie La dimensión desconocida.