'El ilusionista', la brillante resurrección de Tati
- Sylvain Chomet adapta un guión de Jacques Tati (El señor Hulot)
- Una película que optó al Oscar y ha ganado el Premio del Cine Europeo
FICHA TÉCNICA
Título: El ilusionista
Título original: L'illusionniste
Dirección: Sylvain Chomet
País: Francia, Reino Unido
Año: 2010
Duración: 80 minutos
Género: Animación
Reparto: Jean-Claude Donda, Eilidh Rankin, Duncan MacNeil, Raymond Mearns, James T. Muir, Tom Urie, Paul Bandey
Guion: Sylvain Chomet, Jacques Tati
Música: Isobel Griffiths, Terry Davies
Distribuidora: Sherlock Films
Gracias a la magia del cine hemos recuperado a uno de los grandes, Jacques Tati, autor del guión en que se basa El ilusionista, la nueva película de Sylvain Chomet, uno de los genios de la animación actual, responsable de esa maravilla llamada Bienvenidos a Belleville (2003) que, al igual que este trabajo, también fue nominada a dos Oscar de Hollywood.
Y es que El ilusionista respira esa magia del cine y su protagonista no es otro que el propio Tati, con su figura desgarbada, su gestualidad sin límites e incluso su paraguas y su gabardina. Eso sí, convertido en un dibujo animado.
De hecho, una de las secuencias más celebradas de esta película es cuando el protagonista se refugia en un cine en el que proyectan Mi tío, y el Tati de la pantalla y el de dibujos animados se reflejan como en un espejo, un espejo mágico.
Recordando tiempos mejores
El ilusionista nos cuenta la historia de un mago que intenta ganarse la vida a finales de los años 50, cuando la televisión y los jóvenes grupos de música rock casi han desbancado a los artistas del music-hall, como los acróbatas, malabaristas ventrílocuos y a nuestro protagonista, que sobrevive de ciudad en ciudad, en antros cada vez más pequeños, abocado al fracaso más absoluto.
Y es que refleja una época en la que se estaba perdiendo la magia.
Pero en uno de esos viajes, que cada vez le llevan a pueblos más pequeños, llega a una isla escocesa (junto con ese milagro llamado electricidad) y sólo allí, en el bar de un pequeño pueblo, consigue triunfar entre un público que todavía no se ha dejado deslumbrar por la tecnología (aunque le queda muy poco). Allí conoce a una jovencita que todavía no ha perdido la inocencia y aún cree en la magia.
La niña queda fascinada por el mago y él recupera la ilusión. Del encuentro de esas dos almas solitarias nacen los momentos más mágicos de la película. Mientras, él sigue intentando ser un mago para ella. Unos momentos deliciosos que finalizarán cuando ella encuentre otro tipo de magia más poderosa, la del amor.
'Film Tati Nº 4'
Jacques Tati, uno de los grandes de la comedia y que recuperó la magia del cine mudo, escribió el guión de El Ilusionista, hace más de 50 años, pero no la puedo filmar. Ese manuscrito permaneció durante cinco décadas en los archivos del Centro Nacional de Cinematografía, esperando a un cineasta que aceptara el desafío de adaptar un estilo tan definido como el de Tati. Y que desde su muerte se ha perdido.
Hasta que apareció Sylvain Chomet, que consiguió un gran éxito de critica y público (y dos nominaciones a los Oscar), con Bienvenidos a Belleville (1993) una de las películas de animación más sugerentes de los últimos años.
De la unión de estos dos genios nace una maravilla visual que nos transmite la belleza de la delicada animación y la sensibilidad artística de Jacques Tati. Con una animación impecable y unos hermosos fondos de ciudades como París o Dublín, donde transcurre la historia.
Recordando a los clásicos
En El ilusionista casi no hay diálogos y todo se nos cuenta a base de imágenes, como en los grandes clásicos del cine mudo (Chaplin, Keaton, Lloyd) o la reciente The artist, de Michel Hazanavicius, una obra maestra del cine.
De esta forma consigue una película melancólica en la que los sentimientos prevalecen por encima de la comicidad y que nos hace enamorarnos de todos los personajes, no solo los principales. A veces nos recuerda a Candilejas, de Chaplin, sobre todo en el retrato de los artistas en declive y, concretamente, en una escena en la que un payaso se quita el maquillaje triste para tener una cara aún más triste todavía.
El ilusionista es una película que nos recuerda que, quizá no existan los magos, pero sí la magia, la magia del cine.