EE.UU. se pregunta si Afganistán mereció la pena
- El 50% de los estadounidenses no cree que la guerra haya sido un éxito
- En el aire queda la cooperación estratégica EE.UU. - Afganistán tras 2014
- Toda la información sobre la guerra de Afganistán, en nuestro especial
Hoy se cumplen diez años del inicio de la guerra en Afganistán. Tras los atentados del 11-S, el entonces presidente George Bush definió los ataques como actos de guerra, anunció una respuesta militar y el comienzo de la llamada guerra contra el terror.
Un mes después, el 7 de octubre de 2001, el ejército estadounidense lanzaba la operación Libertad Duradera, amparado en el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas: el derecho a la legítima defensa. Las montañas de Afganistán fueron el escenario de la operación internacional en busca de Osama Bin Laden y el reinicio de la eterna lucha contra los talibán.
Diez años después, resultó que el cerebro de los atentados del 11-S y el responsable de la muerte de miles de personas, se escondía en una urbanización de lujo cerca de la capital de Pakistán.
En EE.UU. estos días se multiplican las encuestas sobre el sentido de las guerras en Afganistán e Irak, esta última década.
Según la cadena de televisión CBS, el 62% de los estadounidenses quieren que las tropas salgan de Afganistán cuanto antes. El 50% no cree que la guerra haya sido un éxito. El 39%, sí. Y según un estudio difundido por el Pew Research Center, el 96% de los militares de EE.UU. que participaron en Irak y Afganistán se siente orgulloso de haberlo hecho, pero uno de cada tres veteranos cree que estas guerras no han merecido la pena.
La relación coste- beneficio
Calcular las vidas que han costado estas guerras es misión imposible. Las cifras son confusas y nunca acaban de cuadrar.
Según el portal iCasualties, que trata de llevar un recuento independiente de los militares muertos en estos conflictos bélicos, EE.UU. ha perdido casi 4.500 soldados en Irak y 1.800 en Afganistán. Y este 2011, este pasado verano concretamente, ha sido el peor desde que comenzaron los combates.
La violencia en Afganistán ha aumentado un 40% este año, según un informe de Naciones Unidas divulgado por su secretario general Ban Ki Moon.
El final del conflicto sobre el terreno no parece cerca. Pero EE.UU. ya ha comenzado su retirada de Afganistán, siguiendo el plan que anunciaba el presidente Barack Obama hace unos meses. Y al que siguieron el resto de líderes de la coalición.
La retirada internacional comenzó este pasado verano, iniciando un proceso gradual de trasferencia del poder a las fuerzas de seguridad afganas que culminará en 2014. De los 90.000 soldados estadounidenses desplegados en Afganistán, 10.000 habrán regresado aquí cuando termine este 2011. Para septiembre de 2012, serán 33.000. Y la retirada total, en 2014. O casi. Porque la pregunta que queda abierta es si EE.UU. mantendrá cierta presencia militar, si algunas bases allí quedarán operativas para el mantenimiento de la paz y la cooperación con las fuerzas afganas.
Las secuelas del conflicto
Las negociaciones entre Kabul y Washington en torno a la cooperación estratégica después de 2014 se iniciaron en febrero, pero no parece que vaya a ser sencillo llegar a un acuerdo.
Y el contexto de este debate sobre la política exterior y de defensa estadounidense, es económico. El Congreso presiona para que se aumenten los recortes de presupuesto en el Pentágono. La población mira cada vez más hacia casa, y le gusta menos que su presidente esté pendiente de asuntos externos. La economía no está para seguir gastando fuera de estas fronteras, dicen.
El coste estimado de los conflictos iniciados después del 11-S es de 1,2 billones de dólares. Pero otras cifras apuntan a un gasto total de entre 3 y 5 billones de dólares. Porque cuando las tropas regresan a EE.UU., continúa el gasto: pensiones, cuidados médicos, atención psiquiátrica…
Después quedan todas aquellas consecuencias que no tienen precio: añadir cientos de miles de desempleados al país, alto índice de suicidios de veteranos (hasta 18 por día en los últimos años) y las desintegraciones familiares. Y los recuerdos. Y las pesadillas. Después de 10 años de guerra abierta en nombre de la lucha contra el terrorismo internacional.