'La escalera de la evasión' nos acerca al Joan Miró más comprometido con su tiempo
- La exposición se inaugura este domingo en la Fundació Joan Miró
- Reúne 170 obras del artista, entre pinturas, esculturas y trabajo en papel
Va a ser la mejor exposición de Joan Miró que se habrá visto en España en los últimos 20 años. Joan Miró. L’escala de l’evasió (Joan Miró. La escalera de la evasión) supone, según la directora de la Fundació Joan Miró –se inaugura allí este domingo– “una panorámica completa” de la obra del pintor que redescubre su compromiso con el tiempo en que vive.
Tras haber recibido más de 300.000 visitantes en la Tate Modern de Londres, la exposición llega a España con más de 170 obras, entre esculturas, pinturas y trabajo en papel, procedentes de colecciones privadas y públicas de todo el mundo.
Miró luchó por la libertad
Las creaciones de este barcelonés luchador por la libertad están expuestas de manera cronológica en varias salas. El recorrido comienza con obras que muestran el vínculo del pintor con su Cataluña natal.
Así, en la primera sala se puede ver La Masía (1921-1922), que perteneció a Ernest Hemingway y que no es sino su particular visión de la masía que su familia tenía en Mont-Roig (Tarragona), en la que Miró pasó mucho tiempo mientras buena parte de Europa vivía la sinrazón de la Primer Guerra Mundial.
Aunque él quería irse a París, Miró se sentía bien allí esperando a que acabara la guerra. De hecho, de este óleo sobre tela llegó a decir que era “el resumen” de toda su vida en el campo.
En la sala 2 se muestran las obras que pintó mientras vivía en París, aunque Miró pasaba temporadas en Cataluña. De estos años es Perro ladrando a la luna (1926), en la que se aprecia que la cabeza del pintor estaba más en Tarragona que en la capital francesa.
Él mismo lo reconocía cuando decía: “Todo lo que he hecho en París se concibe en Mont-Roig”.
Ruptura y desgarramiento en la Guerra Civil
La sección central de la muestra narra el drama de la Guerra Civil, que Miró reflejó con un nuevo lenguaje pictórico. Naturaleza muerta del zapato viejo (1937) es su pintura clave en aquel momento: la ruptura y el desgarramiento se aprecian en cada detalle del óleo.
De esta época es también Ayudad a España, que fue la maqueta de un sello que el artista hizo para ayudar a la causa republicana.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial abre otra etapa. Es en estos años cuando Miró comenzó una de sus más bellas series, Constelaciones. Una de las pinturas de la misma es Una estrella acaricia el pecho de una negra (1938).
Dictadura de Franco: desesperación
El fin de la Guerra Civil no trajo consigo precisamente libertades. La dictadura de Franco fue para el barcelonés una época de “desesperación”, lo que se puede advertir en el color, en la energía del trazo o en la contundencia de los títulos.
Poco a poco vamos llegando a los años 50, momento en que Miró se reevaluó. En 1956 se trasladó a Palma de Mallorca, y fue allí donde se interesó por la cerámica y la escultura.
El gran tríptico Azul (1961) lo pintó, sin embargo, una vez que había ido a Nueva York y se había visto seducido por el expresionismo abstracto norteamericano. Durante estos años, el catalán también expresó su admiración por la filosofía Zen y el Arte de Extremo Oriente.
En las últimas salas el Miró que se contempla es el hombre que se quedó impactado por las revueltas del 68.
La exposición se puede visitar hasta el 18 de marzo de 2012.