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Lliane Bettencourt asegura un día antes de la sentencia que si su hija gana, "se marcha del país"

  • La anciana, de 88 años, asegura que no necesita estar bajo tutela
  • "Mi hija es un coñazo", asegura Lliane que ha dado poderes a su abogado

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La multimillonaria Liliane Bettencourt, que espera el lunes el pronunciamiento de una juez sobre su capacidad legal para decidir sobre sus bienes, afirma que si su hija gana en los tribunales, abandonará Francia.

"Si es así,  me marcho al extranjero. Si es mi hija quien se ocupa de mí, me ahogo. Si es ella, me voy", asegura en una entrevista publicada este domingo por el dominical Le Journal du Dimanche, donde dice que el "problema" radica en que Françoise Meyers-Bettencourt quiere ponerse en su lugar.

"Todo el problema viene de ahí", agrega la anciana de 88 años cuyo abogado, Pascal Wilhelm,  insistia un día antes, también a través de la prensa, en que su clienta no necesita ser puesta bajo tutela.

Su abogado asegura que su clienta no necesita ser puesta bajo tutela

"Mi hija es un coñazo", espeta la dama desde su elegante mansión en Neuilly, al oeste de París y afirma sobre aquella que "nunca se sabe por dónde tomarla. No sé qué motivos tiene".

Liliane no visita a su hija aunque vive frente a ella

Aunque reside en una casa frente a la suya, afirma que no ha estado en la residencia de su hija y asegura que lo que le molesta a Françoise "es ver que me muevo, física y moralmente. Me gusta cambiar de lugar, viajar. Ella es un poste".

Ella, la hija de la heredera del grupo de cosmética L'Oréal, quiere lograr que la justicia revoque el mandato que concede al abogado Wilhelm la capacidad de administrar los intereses de su madre,  a quien pretende que se declare incapaz y se le nombre un tutor por su estado de salud.

"No tiene la memoria reciente de las cosas, sufre sordera, tienen que protegerla y está bajo mi mandato, pero es muy capaz de tomar decisiones", aseguró el sábado Wilhelm, quien dice que aunque podría decidir por sí mismo en función de los poderes que tiene, "hemos decidido trabajar de manera concertada".

El pasado abril, la considerada mujer más rica de Francia, afirmó que había puesto orden en sus finanzas y que estaba en paz con su hija, pero desde entonces las relaciones materno-filiales se han vuelto a deteriorar.