Las víctimas del terrorismo entregan a los mediadores sus condiciones para el fin de ETA
- Entre las víctimas estaban familiares de asesinados por la banda terrorista
- Piden que no haya impunidad antes, durante y después del fin de ETA
Una decena de diferentes víctimas del terrorismo han acudido este lunes por la tarde al Palacio de Aiete de San Sebastián, donde se celebra la Conferencia por la Paz, para entregar "las condiciones" de los afectados por el terrorismo para conseguir el final de ETA.
Las víctimas, entre las que se encontraban familiares de asesinados por ETA como Consuelo Ordóñez, hermana del edil donostiarra del PP Gregorio Ordóñez; Ruben Múgica, hijo del histórico dirigente del PSE-EE Fernando Múgica; Caty Romero, viuda del policía municipal donostiarra Alfonso Morcillo y Estíbaliz Garmendia, viuda del policía municipal de Andoain Joseba Pagazaurtundua, han hecho entrega a un miembro de la organización del evento de este documento.
Se trata de un decálogo que todas las asociaciones de víctimas firmaron en noviembre de 2010, "imaginándose un futuro sin ETA" y "con las condiciones que exigen para el final" de la banda terrorista.
Asimismo han hecho llegar a los mediadores internacionales varios ejemplares del libro "Vidas rotas", de Florencio Domínguez, Rogelio Alonso y Marcos García Rey, que incluye "la historia de todas y cada una de las 858 víctimas" que ETA ha provocado desde hace 50 años, un libro al que el Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (Covite) concedió un premio.
Que no haya "impunidad"
El portavoz de las víctimas que han acudido este lunes, Jorge Mota, ha resumido este decálogo en la reclamación de que no haya "impunidad" antes, durante y tras el fin de ETA. Este documento exige asimismo a la banda armada, a Batasuna y "al resto de su entramado político", una "necesaria condena de la historia" y de la banda.
Solicita además que se resista "a la tentación de impunidad judicial", así como "unas reglas de juego claras" y que se evite "inferir un nuevo dolor añadido" a las víctimas.
Además el escrito demanda que "la política penitenciaria no se convierta en una política de gracia", que los presos de ETA reconozcan "el daño personal causado" y que "el hipotético final de ETA" haga posible "el esclarecimiento de todos los atentados que están sin resolver".
En este sentido, indica que, para la reinserción de presos de ETA, "hay que tener en cuenta las vertientes pública y privada". Por un lado, señala que la vertiente privada "exige el reconocimiento del daño personal causado, la asunción de responsabilidades pecuniarias y la colaboración, en lo posible, con la justicia para aclarar y resolver los cientos de casos de asesinatos aún no esclarecidos y pendientes de juicio".
Por otro lado, apunta a que la vertiente pública "exige la denuncia pública del reinsertado de la violencia terrorista, lo cual lleva a exigirle que acepte el Estado de Derecho, así como la condena de los fines totalitarios que radican en la acción terrorista para favorecer la deslegitimación del terrorismo entre los niños y jóvenes que legitiman todavía tales prácticas".
"Las víctimas del terrorismo creemos que el hipotético final de ETA debe hacer posible el esclarecimiento de todos los atentados que están sin resolver y que suman centenares de asesinados, heridos, secuestrados y extorsionados sin autor conocido", concluye.
"No son un número"
La hermana de Gregorio Ordóñez, Consuelo, ha recordado a los periodistas que los asesinados y sus familiares no son un número, sino que son "personas con unas historias detrás".
"Sabemos que las personas que han venido de Inglaterra, Sudáfrica, Francia y Alemania no deben estar nada puestas en la historia más reciente de terror de este país, en la que unos matan y otros ponemos los muertos", ha explicado.
"Solo venimos a hacerles entrega de un libro y del decálogo" para que "los mediadores que han venido de muy lejos" conozcan "la historia de lo que ha pasado aquí", ha concluido.
Tras dirigirse en estos términos a los periodistas los representantes de las víctimas han sido invitados a acceder a la Casa de la Paz, situada en el Palacio de Aiete, para hablar con un miembro de la organización, si bien han declinado esta posibilidad porque, según han dicho, "no han sido invitados a la conferencia".