'Pelléas y Mélisande', el delicado simbolismo de Debussy llega al Teatro Real
- Llega de la mano del director Bob Wilson y del maestro Sylavain Cambreling
- Es un drama, entre el sueño y la realidad, que aborda la muerte y el adulterio
- El manejo de la luz remite a una puesta en escena basada en el silencio
RepartoReparto
Pélleas: Yann Beuron
Golaud: Laurent Naouri
Arkel: Franz-Josef Selig
Yniold: Leopold Lampelsdorfer
Seraphin Kellner
Un doctor: Jean-Luc Ballestra
Mélisande: Camilla Tilling
Geneviéve: Hilary Summers
Un pastor. Tomeu Bibiloni
“Depuremos nuestra música. Esforcémonos en descongestionarla. Procuremos conseguir una música desnuda. No dejemos ahogar a la emoción bajo un amontonamiento de motivos y diseños superpuestos” (Claude Debussy, Revista S.I.M, 1 de noviembre de 1913)
Quizás Pelléas y Mélisande, la única ópera terminada de Debussy (1862-1918), sea la obra que más se ajuste a esta idea de “desnudez sin artificios” que ya pergeñaba en su cabeza el autor francés. Junto a Maurice Ravel, Debussy está considerado uno de los principales exponentes de la “música impresionista”, creadora de imágenes y sensaciones, aunque el compositor siempre rechazó este término.
Esta “música en el sentido absoluto” que raya el simbolismo, afecta de lleno a este drama entre el sueño y la realidad, que Debussy adaptó del libreto teatral homónimo de Maurice Maeterlinck (1898).
La refinada delicadeza de Pelléas y Mélisande llega ahora el Teatro Real (hasta el 16 de noviembre), de la mano del director de escena Bob Wilson y del maestro Sylavain Cambreling. Se sube al escenario en Madrid después de recalar en la Ópera de París y en el Festival de Salzburgo.
Luz y naturaleza
Wilson ha puesto especial énfasis en la importancia de la luz que envuelve esta historia de ritmo pausado: “La música tiene color, timbre y refleja la idea de la luz. Incluso en los momento más oscuros se puede ver esa iluminación y en esos contrastes es donde radica la belleza de esta obra”, ha asegurado. Para el director de escena americano, la puesta en escena ofrecerá la posibilidad de que “la música se escuche mejor”.
Por su parte, Cambreling ha recordado la importancia que tienen los fenómenos de la naturaleza (sol, mar, viento, luz…) en la música del maestro galo. “En esta ocasión se representa un mar aparentemente en calma pero que en el fondo está lleno de remolinos y corrientes”, ha afirmado.
El director musical ha elogiado la complejidad de esta ópera, muy “diferente a Elektra”, obra que acaba de abordar la Orquesta Sinfónica de Madrid.
“En los contrastes de luz radica la belleza de esta ópera“
Un estreno accidentado
El estreno en 1893 y la puesta en marcha de Pélleas y Mélisande no estuvo exenta de cierta polémica con tintes de sainete. Debussy tardó ocho años en escribirla de forma abreviada, con el total consentimiento de Maeterlink. Una complicidad que se rompería cuando el autor quiso imponer para el papel protagonista femenino a Georgette Leblanc, la que por entonces era su amante.
El compositor se negó de pleno y el dramaturgo llegó a amagar con prohibir las representaciones, amenazó a Debussy con un bastón, interpuso un pleito y publicó una carta de protesta.
Finalmente la obra se estrenó y en general, los músicos mostraron respeto y admiración por este drama nebuloso y medieval, trasunto de Tristán e Isolda, que aborda el tema de la muerte y el adulterio.
El director artístico del Teatro Real, Gerard Mortier, ha alabado la actualidad del texto de Maeterlink, que aborda la necesidad del silencio y la vida interior, “en estos tiempos en que todo el mundo se comunica a través de Facebook”. Mortier ha resaltado la importancia de este mensaje para los jóvenes.