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El salto a la política del hombre más rico de Georgia pone en jaque al régimen de Saakashvili

  • La candidatura de Boris Ivanishvili incomoda al presidente Saakashvili
  • El Gobierno le acusa de ser un topo de Moscú, con quien está enfrentado
  • Le han quitado la ciudadanía y se han incautado de dinero de su banco
  • Hasta ahora el magnate ha vivido recluido en su castillo dedicado a la filantropía

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El multimillonario Boris Ivanishvili, durante la presentación de su candidatura.
El multimillonario Boris Ivanishvili, durante la presentación de su candidatura.

Hasta hace apenas un mes, Boris Ivanishvili era una incógnita encerrada en una paradoja para sus compatriotas georgianos. Poseedor de una fortuna equivalente a la mitad del PIB nacional, vivía en una fortaleza enorme situada en la cima de un monte llena de caras obras de arte de Damien Hirst, Roy Liechtenstein y Pablo Picasso. No había concedido una entrevista desde 2005, apenas se le había visto en público y poseía un acento ruso que por naturaleza repelía a sus compatriotas.

Justo un mes después, doscientos periodistas se agolpaban para seguir su primera rueda de prensa, calificada por la prensa local como el "evento de la temporada", en las que se atrevía a decir cosas que incomodan sobremanera al gobierno presidido por Mijaíl Saakashvili, que se hizo con el poder tras una revolución pacífica en 2003, fecha desde la cual domina totalmente la política del país.

Primero: que su objetivo es crear una "democracia real y no una fachada como la que existe con el actual liderazgo en Georgia".

Segundo: que hay que normalizar las relaciones con Rusia y permitir su entrada en la Organización Mundial de Comercio (OMC), algo que lleva bloqueando Georgia hasta hace unas horas.

Tercero: que aunque Rusia "ocupa el 20% del terrotorio georgiano" la guerra de 2008 en Osetia del Sur empezó desde el lado georgiano, que fue "el primero en disparar".

Cuarto: que los medios de comunicación están controlados o son propiedad del gobierno actual de Saakashvili.

Quinto (y consecuencia de todo lo anterior): que aunque "no es una decisión fácil personalmente" para él y su familia, va a dar el salto a la política y va a presentarse a las elecciones legislativas del año que viene, donde espera vencer y convertirse en el nuevo primer ministro, puesto desde el cual buscará iniciar un proceso de destitución del presidente.

Su mensaje parece que ha calado en sus compatriotas, que incluso están dispuestos a ayudarle con dinero de su propio bolsillo, ya que en los últimos días han abierto hasta 2.000 nuevas cuentas en el banco de Ivanishvili, el Cartu Bank, como protesta contra una de las medidas que el Gobierno ha tomado contra el magnate desde que anunció su candidatura: confiscarse tres millones de dólares y euros en efectivo perteneciente a sus bancos por presunto lavado de dinero.

El conde de Montecristo

Pero, ¿quién es realmente Boris Ivanishvili? Nacido en 1956, su vida siempre ha estado entre Rusia y Georgia, hasta el punto de que el propio Saakashvili le ha comparado con una especie de 'Conde de Montecristo' del país, que vuelve de su 'exilio' ruso convertido en un hombre de éxito en busca de 'venganza' en su país de origen, del que tuvo que marcharse.

Lo cierto es que tras estudiar económicas en la Universidad de Moscú en los 80, su primer intento de montar un negocio en Georgia fue confiscado por las autoridades soviéticas.

Luego, a mediados de los 90 su hermano fue secuestrado y tuvo que pagar el doble de su rescate a los servicios de seguridad georgianos para que lo liberasen en una época en la que su país era prácticamente un estado fallido.

A partir de 1998 se instala en Moscú, donde montó un gran imperio económico que le permite volver convertido en un multimillonario a Georgia en 2004, recién iniciada la revolución de Saakashvili para contribuir a la reconstrucción del país.

Desde entonces, se labró una imagen de 'buen oligarca', que se dedicaba a la filantropía y evitaba a toda costa la luz de los flashes...hasta ahora.

Sin ciudadanía

Todo empezó con una información difundida por los medios locales el pasado 5 de octubre, que el propio magnate confirmaría en una carta abierta dos días después: "He decidido crear un partido político y participar en las elecciones parlamentarias de 2012".

Ivanishvili era conocido por su actividad filantrópica, especialmente la financiación de un buen número de proyectos como la renovación del teatro Rustaveli de Tiflis, la capital del país, o la construcción de la mayor iglesia de Goergia, Tsminda Sameba.

Poco después, en una entrevista con la agencia Reuters, Ivanishvili aclararía que tomó la decisión de entrar en política "tras una semana de dudas agonizantes" y sentirse "rehén" de sus declaraciones pasadas de que no quería entrar en la vida pública.

Pero las dudas del magnate no serán ni mucho menos el principal obstáculo para conseguir sus objetivos políticos.

El 11 de octubre la agencia del registro civil de Georgia despoja de la ciudadanía georgiana a Ivanishvili y su esposa después de que el propio magnate reconociese en su carta que también poseía la ciudadanía rusa y francesa y que había iniciado los trámites para renunciar a ellas.

La legislación georgiana prohíbe tener la doble ciudadanía, pero permitió a Ivanishvili compaginar la ciudadanía de Rusia -el país donde hizo fortuna- y Georgia en 2004.

Sin esa ciudadanía, el magnate no solo no podría presentarse a las elecciones; tampoco tendría derecho a financiar ningún partido político.

"Trataron de excluirme de proceso político,  pero no voy a parar. Si me prohíben participar en estas elecciones, no serán legítimas", advertía Ivanishvili en la entrevista con Reuters.

Ocultismo

Pero las medidas no quedan ahí. Una semana después el Gobierno se incauta de "grandes cantidades" de dinero del banco de Ivanishvili, el Cartu Bank. En total, tres millones de dólares pasan a manos de la Policía después de que un camión con efectivo saliese de la sede del Banco Central de Georgia.

El motivo oficial son las sospechas de que se estaba produciendo lavado de dinero pero el banco Cartu califica directamente la operación como un "robo" y asegura que se trata de una medida "de unas autoridades asustadas y desesperadas",  que demuestran su "extremismo".

A partir de ese momento, las noticias sobre el acoso a Ivanishvili y su entorno pasan al terreno de lo surrealista. El hijo de Ivanishvili denuncia en su página de Facebook que un joven, Levan Mdinaradze, conocido como "DJ Rembo", ha sido detenido por distribuir las camisetas con el lema del magnate: "El sueño georgiano".

Poco después, el hijo del multimillonario detalla que las imprentas se niegan a incluir el logo en cualquier camiseta.

Quizá el episodio más estrambótico se produce el pasado 23 de octubre, cuando un asesor de Ivanishvili es interrogado durante horas en el aeropuerto de Tiflis mientras traía documentos que se exigían para que el magnate renunciase a su ciudadanía rusa y pudiese recuperar la georgiana.

En un comunicado, el Ministerio del Interior justificaba la detención en que tenía "minerales inusuales y materiales impresos de un carácter oculto que se usan para predecir el futuro".

O, lo que es lo mismo, en un intento de desacreditar a su rival político, el Gobierno georgiano llega a insinuar que practica cierto tipo de ocultismo y magia negra, un mensaje que puede resultar absurdo en Occidente pero que en un país con fuertes creencias religiosas como Georgia puede llegar a tener su impacto.

La incógnita rusa

Sin embargo, desde un primer momento el principal argumento para desacreditar a Ivanishvili ha sido su ciudadanía rusa y sus supuestos vínculos con Moscú, que han llevado a retratarlo como una especie de hombre en la sombra del Kremlin.

Las palabras del magnate hasta el momento han tratado de ser tranquilizadoras.

"Quiero sorprender a Europa con el nivel de democracia que crearé en Georgia.  Será una democracia tan auténtica que incluso los europeos querrán invertir en Georgia", ha declarado Ivanishvili, que también quiere aumentar sus lazos con la OTAN.

Eso sí, considera que, aunque su país debe tener un papel "confortable con Estados Unidos y Europa" éste también debe ser "aceptable para Rusia".

En otro gesto de calculada ambigüedad, Ivanishvili reconoció que Rusia tiene invadida una parte del suelo de su país, pero que los soldados georgianos fueron los que dispararon primero en la guerra, algo que fue refrendado por el informe de la Unión Europea.

Sobre el sistema político ruso, el magnate asegura que no es "el peor ejemplo de estado no democrático" y ha elogiado a Vladimir Putin, del que reconoce que es popular en el pueblo ruso "aunque una Rusia más democrática sería más interesante para Europa y Estados Unidos".

La irrupción de Ivanishvili se produce además en un contexto político muy especial: la recta final de las negociaciones para que Georgia desbloquee la entrada de Rusia en la Organización Mundial de Comercio, algo para lo que finalmente se ha llegado a un principio de acuerdo tras intensas presiones de la Unión Europea y Estados Unidos, que un contexto de crisis no quieren fuera de la OMC a un socio tan importante como Moscú.

Paralelismos

Mientras, desde Rusia no se pierde ocasión en ironizar sobre la evolución de la revolución georgiana de Saakashvili.

"Ahí está la Georgia de las nuevas carreteras, los edificios y los parques y los policías con coches y uniformes nuevos que nunca aceptan sobornos. Es la Georgia que el Banco Mundial nombró por dos ocasiones la líder en reformas del mundo y que el expresidente George W. Bush calificó como el "faro de la democracia" gracias, todo lo sabemos, al presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili", relataba esta semana un articulista de The Moscow Times.

Pero en realidad, lo ocurrido ilustra  hasta qué punto la revolución liderada por Saakashvili ha virado hacia un régimen en el que la oposición  denuncia que ve limitadas sus opciones reales de ganar las elecciones,  algo en lo que, pese a la enemistad profunda que existe entre ambos, se  parecen Saakashvili y el primer ministro -y si no ocurre nada futuro presidente- de Rusia, Vladimir Putin.

Y es que la intención última de Ivanishvili al presentarse y romper con su vida de misterio es más práctica que poética: evitar que Saakashvili repita la misma operación que Putin, es decir, nombrarse a sí mismo primer ministro para seguir en el poder pese a que su mandato expira en 2013 y no puede volver a presentarse a las elecciones presidenciales.