La posible elección de Mario Monti pone fin a una semana de incertidumbre en Italia
- Las deserciones en el partido de Berlusconi ponen fin a una era
- La subida de la prima de riesgo italiana ha acortado los tiempos parlamentarios
- Antiguos colaboradores de Il Cavaliere pueden estar en el nuevo Ejecutivo
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“8 Traidores”. Estas palabras escritas con tinta rabiosa por el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, marcan el final de una época. Una votación intrascendente se ha convertido en la gota que colma el vaso e Italia se despeñaba esta semana por el precipicio de la incertidumbre política y económica.
Tras ganar la votación de las cuentas del pasado año pero constatar que no tenía la mayoría en la cámara, Berlusconi presentó su dimisión. Pero no era una marcha inminente, sino una abdicación ralentizada.
Silvio Berlusconi anunció la marcha pero ganó tiempo: tres semanas más o menos llevaría el proceso parlamentario hasta que se aprobara la ley de estabilidad en la que se incluyen los ajustes requeridos por Europa. Y así amaneció el día siguiente: miércoles 9 de noviembre.
Por la mañana, con los mercados cerrados, Berlusconi ratificaba su voluntad de marcharse. Pero cuando se abrieron las compuertas financieras, irrumpió una inmensa ola salvaje que amenazaba con arrasar todo lo que se pusiera por delante. La prima de riesgo llegó a 575 puntos básicos.
Todo apuntaba al abismo que en italiano se dice baratro.
Intervención de Napolitano
Berlusconi no aparecía y, entonces, se produjo la primera salida a escena del presidente Napolitano pidiendo decisiones rápida.
El veterano Jefe del Estado no bajó la guardia y, unas horas después con la marejada azotando a Italia, hizo una segunda aparición en la que no ponía en duda que Berlusconi se iría y, además, apremiaba a que la ley se apruebe en pocos días para empezar de forma inminente las consultas con el fin de formar nuevo gobierno.
Los políticos se lo tomaron en serio y lo que suponía tres semanas de parlamento se redujo a cuatro días. Aún así, Napolitano volvió a poner otro as en la mesa nombrando a Mario Monti senador vitalicio.
El miércoles, en que los mercados asustaron más que Freddy Kurger, hubo tiempo para bromas en Bruselas. El cómico Roberto Benigni aseguraba que Italia no es el país del resurgimiento ni del renacimiento, sino el de la resurrección.
Monti, el elegido
Pero Roma no está para ironías. Mario Monti es un reputado economista con clara vocación europea. Durante 10 años fue comisario de la Unión Europea y tiene en su currículo haber puesto una multa récord a Microsoft de 497 millones de euros por violar las normas de la competencia.
Es el hombre elegido y hay un contenido consenso dentro del país. Desde el presidente de la cámara, Fini, que lo define como el hombre apropiado para el momento, al ministro de Asuntos Exteriores, Frattini que dice que Monti tiene una categoría internacional
Los nombres para formar parte del nuevo ejecutivo se arremolinan como hienas en torno a despojos de un cadáver. Técnicos, formando equipo con gente de derecha, de izquierdas y del centro. La confianza en el género humano tiene un límite como para creer que a ese Gobierno le espera un dilatado futuro