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El "voto protesta" se esconde entre el voto en blanco, el nulo y la abstención

  • Tres de cada diez electores no votan nunca
  • El voto en blanco representa en torno al 1% del total
  • El voto nulo ha ido disminuyendo y está en el 0,64%

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Diferencias entre voto nulo, blanco y abstención
Más de diez millones de votos se reparten entre el voto blanco, el nulo y la abstención.

El voto nulo y el voto en blanco han tenido una evolución inversa desde las elecciones de 1977.

Mientras el voto nulo ha ido disminuyendo, de representar el 1,47% del total en las segundas elecciones democráticas de 1979, a tan solo un 0,64% en los últimos comicios de 2008. La Ley Electoral contempla como voto nulo aquel “voto emitido en sobre o papeleta diferente del modelo oficial, así como el emitido en papeleta sin sobre o en sobre que contenga más de una papeleta de distinta candidatura”.

El voto en blanco es aquel “sobre que no contenga papeleta y, además, en las elecciones para el Senado, las papeletas que no contengan indicación a favor de ninguno de los candidatos”. Y su evolución ha sido ascendente, de los 46.248 de 1977, un 0,25% del total, ha llegado a los 286.182 sobres vacíos en 2008, un 1,11% votos.

La abstención por su parte, es decir, la no asistencia a las urnas, se ha movido entre el 20% y el 30% del electorado, unos nueve millones de ciudadanos, en las diez convocatorias a elegir a los miembros del Congreso que ha habido en España hasta el momento.

Voto en blanco: “la indiferencia ante las candidaturas propuestas”

Según Yuri Morejón, politólogo y director de Yescom Consulting, el voto en blanco “manifiesta indiferencia sobre las candidaturas de los diferentes partidos”.

Sin embargo, esto no significa una indiferencia hacia la política ya que, “a diferencia de los abstencionistas”, el votante que elige esta opción acude a la cita las urnas. “Podría decirse que un voto en blanco es una abstención activa", explica Morejón.

En cuanto a su valor final en el resultado de las elecciones, “el voto en blanco no se suma a ninguna candidatura, como a veces se oye, sino que es considerado y sumado al número total de votos del escrutinio, a partir del cual se calcula el reparto de los escaños”, en aplicación de la Ley D’Hont.

El aumento de números en blanco supone “elevar considerablemente el número de votos necesarios para llegar al 3% del total, donde se sitúa la barrera electoral, dificultando así la representación de los partidos minoritarios”, expicla este politólogo.

El voto nulo: el descuido o la protesta

El voto nulo, puede ser tanto una señal de protesta como un descuido del votante en el momento de realizar su voto, equivocando la papeleta de sobre, escribiendo en la papeleta, incluyendo papeletas de distintos partidos en un mismo sobre, etc.

La ley explica que incluir más de una papeleta de un mismo partido se considerará, a la hora del recuento, como un solo voto válido a esa formación.

Para Yuri Morejón el nulo, “si es intencional, se considera un voto no institucional, hacia los partidos ya que implica una acción añadida al voto”.

Sin embargo, Morejón apunta que “la mayoría de las veces suele ser accidental”. “El mejor ejemplo de ello ocurre en las elecciones al Senado, las únicas en nuestro país donde los ciudadanos tienen que señalar sus opciones, lo que da lugar a más errores y por tanto a un mayor número de votos nulos”.

Los votos nulos, no influyen en el resultado de las elecciones al ser considerados inválidos,  “pero sí pueden suponer un buen termómetro de legitimidad o significación política si se convierte en un acto de masas”.

La abstención

“No acudir a votar solo puede tener tres explicaciones: porque no puedes, porque se te ha olvidado, o porque no quieres”.

Como en el voto nulo, esto supone que puede ser voluntaria e involuntaria, lo que condiciona su interpretación.

Sin embargo, Yuri Morejón aporta un dato esclarecedor, “alrededor de 3 de cada 10 electores no votan nunca, con independencia del tipo de elecciones, del contexto que esté viviendo el país o del tipo de candidato. Son los llamados abstencionistas crónicos”.

De las últimas elecciones celebradas en nuestro país, las del año 2000 fueron las que tuvieron uno de los datos más altos de abstención. Más de 10 millones de pesonas, un 31,29% del total del censo electoral, no participaron en las votaciones.

El perfil del votante

No hay un perfil “tipo” para cada forma de ejercer el voto nulo, blanco, o abstenerse. Sin embargo, dentro de estas opciones se encuentra el “voto protesta” hacia la forma en que se eligen los representantes en el Congreso o el Senado.

Por ejemplo, desde el Movimiento 15M se ha promovido el voto nulo para "favorecer la pluralidad parlamentaria", el “voto útil” que otorgue el voto a una tercera opción en detrimento de los mayoritarios, e incluso una abstención que supere el 50% del electorado y desacredite así el proceso electoral.

Los políticos son, según el CIS,  la tercera preocupación de los españoles. Esta puede ser la causa según el director de Yescom Consulting, de la “disminución del voto más fiel a los partidos tradicionales”. “La participación se ha convertido en todo un reto y las elecciones en un escenario cada vez más impredecible. algo que inquieta también a los partidos”.

En los últimos años “ha crecido en los últimos años un tipo de votante de entre 20 y 40 años, formado, urbano, informado, infiel políticamente, que no se casa con ningún partido político, más difícilmente seducible, con gran espíritu crítico y constructivo, tecnologizado, con influencia en su entorno social más cercano, también en las redes sociales, que ya no acepta una política ni unos políticos tradicionales ni unidireccionales”.

Morejón señala que son éstos, “con su voto, o no voto, son los que acaban decidiendo unas elecciones”.