El Pompidou explora el idilio entre la danza y los genios del arte en la exposición 'Danser sa vie'
- 450 obras de grandes artistas como Kandinski o Isadorah Duncan
- Hasta las 23 h. desde este miércoles hasta el 2 de abril de 2012
El Centro Pompidou de París ha presentado hoy una macroexposición en la que arroja una nueva mirada sobre la relación entre la danza y las artes plásticas a través de las obras de genios como Picasso, Matisse, Warhol, Pollock, Duchamp, Man Ray o Pina Bausch.
"Danser sa vie" ('Bailar tu vida') recorre en 450 obras todo un siglo de movimientos corporales, desde los postulados que marcó el icono estadounidense Isadora Duncan hasta los movimientos desenfrenados de la música dance y pop de los años 80. El título de la exposición se toma precisamente de una frase de Isadorah Duncan pronunciada en 1928 : "Je n'ai fait que danser ma vie" (lo único que he hecho es bailar mi vida).
Programada hasta el 2 de abril, el visitante puede descubrir en 2.000 metros cuadrados los lazos "extremadamente fructíferos e intensos" entre la danza y las artes visuales, ha explicado a Efe la comisaria de la exposición Emma Lavigne.
Grandes nombres del arte moderno
Todo ello a través de grandes nombres del arte moderno y contemporáneo como los escultores Constantin Brancusi y Auguste Rodin, el fotógrafo Alexandre Rodtchenko, los pintores Wassily Kandinski, Francis Picabia o Fernand Léger, y coreógrafos de la talla de Merce Cunningham.
La muestra arranca con el inmenso óleo "La danse de Paris" de Henri Matisse (1869-1954), se sumerge en las fotografías con las que el pionero Eadweard Muybridge descomponía el movimiento y continúa con uno de los escasos testimonios en celuloide de Isadora Duncan, precursora de la danza moderna, ensayando en un jardín envuelta en una túnica blanca.
En la sala anexa es donde se puede encontrar la proyección más antigua de la muestra (1897), firmada por los hermanos Lumière, quienes inmortalizaron una coreografía de una de las principales vedetes de la "Belle Époque", Loie Fuller, quien ejerció "una influencia mayor" sobre los futuristas, destacó Lavigne.
También se aborda la figura de Pablo Picasso a través de una reproducción del ballet futurista "Parade" de 1916, al que el genio malagueño contribuyó con el diseño de un vestuario de corte cubista, y se zambulle en la leyenda cabaretera de Josephine Baker, quien esboza algunos de sus pasos en una pantalla de cine.
El cuerpo al servicio del movimiento, como otras vanguardias artísticas, también ha dejado una historia salpicada de escándalos, como el trabajo del ruso Vaslav Nijinsky, quien ofendió a la burguesía parisina de 1912 con una coreografía con referencias onanísticas. El propio Rodin tuvo que salir a defenderle públicamente.
La esencia de la provocación, por partida doble, se adueña del espacio dedicado al francés Yves Klein, quien en "Antropometría de la época azul" (1960) embadurnó de pintura azul a unas modelos desnudas y les ordenó que se restregasen contra un lienzo que firmó él y ejecutó con "pinceles vivos" sin intervenir directamente en la obra.