La crisis de la deuda pública lastra la financiación privada en mal momento para la banca
- Las letras del Tesoro a intereses altos son más atractivas que otros productos
- Los bancos están además obligados a captar capital ante sus nuevos requisitos
- Aunque es un efecto conocido, los propios inversores hablan de "sinsentido"
Bonos, letras, pagarés...
El Esado español programa todas las semanas emisiones de deuda, unas veces a corto plazo (las llamadas Letras del Tesoro, cuyo plazo de devolución es de tres, seis, 12 o 18 meses); otras a medio plazo (los Bonos del Estado, a dos, tres o cinco años); y a largo plazo (Obligaciones del Estado, a 10, 15 o 30 años). Su funcionamiento es sencillo: el inversor presta al Estado el dinero y este lo devuelve en el plazo acordado (no se puede recuperar antes) con un interés añadido (aunque en realidad el interés se descuenta al inversor en el momento de suscribir la emisión).
Los bancos, además de los tradicionales depósitos (o imposiciones a plazo fijo), tienen una oferta muy amplia de productos para captar el ahorro de los inversores, algunos de ellos con un funcionamiento también sencillo, como los pagarés, y otros mucho más complejos, como los bonos convertibles en acciones o las emisiones de deuda preferente, que pueden dar rentabilidades mayores, pero que conllevan riesgo y precisan del asesoramiento de expertos.
El elevado interés que está ofreciendo el Estado por la presión de los mercados sobre la deuda pública está resultando una dura competencia para los bancos en un momento en que estos también tienen una gran necesidad de captar el ahorro de los inversores, por sus necesidades de capital.
Es una situación paradójica, aunque no nueva: los expertos lo llaman “efecto desplazamiento” o “efecto expulsión” (crowding out, en inglés), aunque no está suficientemente demostrada, según algunos teóricos.
La situación se entiende fácilmente: si el Tesoro da un interés más alto que los bancos, los inversores eligen las letras antes que los depósitos. En la última emisión, este martes, las letras a tres meses se pagaron con una prima del 5,22% (interés que no se ofrecía desde 1993) y las de seis meses al 5,33%.
La 'contraoferta' de la banca
Ningún banco está ofreciendo ahora esa rentabilidad, ni de lejos. Según el número de noviembre de la revista Dinero y Derechos de la OCU, los mejores depósitos de entidades españolas a tres y seis meses son los de Unicaja, que dan el 2,9% y 3,2%, respectivamente.
A seis meses, la filial en España del banco portugués Espirito Santo ofrece algo más, un 4,25%. Esto se explica porque los ahorros depositados en esta entidad tienen las garantías de ese país, mientras que en España, desde este verano, se ha limitado el interés que se pueden ofrecer por encima del tipo de referencia: más allá, los bancos deben aportar más provisiones al Fondo de Garantía de Depósitos.
Ante esta regulación para poner fin a la llamada guerra del pasivo (en los últimos tres años, especialmente, cajas y bancos competían por captar a los ahorradores con depósitos a un interés muy elevado), ahora las entidades están centrándose en un producto no sujeto a esa necesidad de provisiones: los pagarés, que pueden un producto sencillo (similares a las letras) o complejos (cuando son convertibles en otros activos).
Ni siquiera en este caso llegan de lejos a ese interés, se quedan en el entorno del 3,5% a seis meses.
¿Anomalía?
Así las cosas, no es de extrañar la elevada demanda que han tenido las emisiones del Tesoro. La de esta semana triplicó la oferta, pero con exigencias de interés muy elevado (por eso el interés no cae pese a la alta demanda).
Los inversores asisten extrañados a este comportamiento del mercado: “La actual situación ha llevado a muchos inversores a considerar, erróneamente, que las emisiones del Tesoro han pasado a tener mayor riesgo que otros activos como depósitos y pagarés bancarios. Nada más lejos de la realidad”, señala Jesús Sánchez-Quiñones, director general de Renta 4.
Este analista considera “ingenuo” y “sin sentido” pensar que si se produjera una quita en la deuda soberana española (que implica una depreciación), no habría a su vez una quita de mayor cuantía en las emisiones de las entidades financieras; no solo porque siempre se considera menos arriesgada aquella inversión, sino porque además los bancos son los principales tenedores de deuda soberana.
Y aunque los particulares suelen confiar sus ahorros al banco, y estos van a seguir privilegiando sus propios productos, no es de extrañar que para captar el ahorro de los inversores con más dinero tengan que volver a competir todavía con más fuerza, pues las necesidades de recapitalización son elevadas.
Según los nuevos criterios fijados por las autoridades comunitarias hace un mes, solo los cinco grandes bancos españoles necesitarán 26.160 millones de euros antes de mediados de 2012 para alcanzar el 9% de capital de alta calidad.
Está por ver qué interés va a ofrecer en este futuro inmediato el Estado y cuál el sector privado (las empresas se ven afectadas igualmente) para seguir captando financiación; si la situación vivida en las últimas semanas ha sido una anomalía puntual y se vuelve a cumplir la ley básica del inversor (a mayor rentabilidad, mayor riesgo) o de lo contrario habrá que replantearse muchas teorías. Porque la teoría del efecto desplazamiento solo tiene sentido si ese desplazamiento es reversible...