Recetas, terapias e historias generacionales, oferta otoño-invierno del cómic
- Títulos tan variados como interesantes
- Demuestran la genialidad del cómic adulto frente a la crisis
El cómic como terapia, como recetario de alta cocina o como diario de historias generacionales: este otoño está siendo especialmente prolífico en la llegada de títulos que demuestran las posibilidades transgenéricas de las viñetas y su capacidad para abordar historias desde cualquier punto de vista.
En una elegante formato, los dibujos del francés Christophe Blain (Gennevilliers, 1970) presentan En la cocina con Alain Passard (Astiberri), un reportaje ilustrado con el famoso chef como protagonista, quien se mueve aquí entre los fogones para explicar no sólo la preparación de sus platos más conocidos, sino para mostrar el ajetreo mental y laboral que conlleva la alta gastronomía.
Blain sigue al maestro de L'Arpège, el restaurante parisiense con tres estrellas Michelin, y de paso nos enteramos de las recetas del carpaccio de langostinos al cebollino, el pez de San Pedro con hojas de laurel bajo la piel o las fresas con destellos de caramelos de Carpentras al aceite de oliva.
Autobiográfico
De las relaciones entre amigos y el inevitable efecto sobre ellas del paso del tiempo, van títulos como Borra (La Cúpula), de LuisD, un recorrido que evita la estructura lineal temporal para hablarnos de los encuentros y desencuentros de una pandilla.
En esta línea "revival", aunque mucho más estremecedoras, son las penurias de los personajes de Todo barrio (DeBolsillo), un voluminoso tomo que recopila las tiras de la serie que el contundente Carlos Giménez (Madrid, 1940) bautizó como Barrio, una obra de tintes biográficos sobre la miseria de la posguerra en el Lavapiés madrileño de los primeros años 50.
El cómic o su versión "adulta", la novela gráfica, puede servir de terapia para sus autores. R.I.P. Rest in peace (Mondadori) es la última novela gráfica de Felipe Almendros, con la que este badalonés de 31 años ofrece casi una inmersión psiconalítica en un duro momento de su vida: la muerte accidental de su padre, una fuerte depresión agravada por su agorafobia, y el cáncer de una hermana.
Algo de desahogo interior tiene también Un adiós especial, de Joyce Farmer (Los Angeles, 1938), una pionera del cómic underground norteamericano que en este dietario se acerca a los últimos días de su padre y su madrastra, dos ancianos que no se resignan a perder la autonomía aunque ello les suponga vivir en una destartalada casa de en un distrito angelino poco recomendable.
El mítico Robert Crumb se muestra ditirámbico al criticar la obra de Farmer y la equipara al Maus de Art Spiegelman, la "piedra rosetta" de la novela gráfica contemporánea.
Para todos los públicos
En un salto de estilo copernicano, Wáluk (Astiberri), con guión de Emilio Ruiz (Santander 1960) y dibujos de Ana Miralles (Madrid, 1959), es una de esas historias protagonizadas por una pareja masculina "descompensada", que son aquí dos parlantes osos polares: uno joven e inexperto al que su madre acaba de abandonar y el otro gruñón y de vuelta de todo.
En formato apaisado, apropiado para una fábula situada en los blancos escenarios polares, Wáluk opta por un tono de fin de época en esta revancha visual contra la especie humana, invasora de unos territorios que no les pertenecen y adonde acuden como si de un parque temático más se tratara.
Propuestas de pequeño formato, pero de gran contenido, son la versión manga de La divina comedia (Herder), de Danthe Algheri; El vino vuelve lista a mamá (Astiberri), un breve divertimento sobre las relaciones maternofiliales, de Andy Riley, microhistorias de una sola viñeta (o como mucho dos); y las "Viñetas para una crisis" (Reservoir Books), de Andrés Rábago, más conocido como "El Roto".
Para cerrar el bloque de "obritas" destacables, otra compilación. Se trata de Memorias de un hombre en pijama (Astiberri), las reflexiones en tira cómica que el valenciano Paco Roca (premio nacional del cómic 2008 por Arrugas) creó para el diario "Las Provincias" en clave autoparódica.
Es un dibujante que trabaja en su domicilio cumpliendo un deseo de infancia: poder quedarse en casa todo el día sin quitarse el pijama. Pero, como decía Santa Teresa, "se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por la no atendidas".