Los islamistas ganan la revuelta en las urnas
- Los partidos islamistas ganan en las elecciones de Túnez y Marruecos
- Los primeros resultados en Egipto dan la victoria a los Hermanos Musulmanes
- Occidente acoge con temor y pragmatismo la ola islamista en el norte de África
"No deberíamos temerles, tenemos que cooperar con ellos. No deberíamos tener problemas con alguien que opera bajo las leyes internacionales, llega al poder y lucha contra el terrorismo". ¿De quién habla el primer ministro catarí? En esta frase, el jeque Hamad resume el nuevo escenario que se abre en el mundo árabe tras las revueltas: el auge de los partidos islamistas y el temor de Occidente a que su victoria en las elecciones de Túnez, Marruecos y, previsiblemente también en Egipto, desestabilice la región.
¿Por qué ganan ahora?
La corriente islamista en el norte de África parece imparable y su éxito se debe, en primer lugar, a que por primera vez en décadas a los ciudadanos de estos países se les ha dado la oportunidad de participar en elecciones libres y democráticas que, de haberse celebrado antes, hubieran arrojados resultados muy similiares a los de ahora.
La caída de los regímenes dictatoriales, que apelaron al "miedo al islamismo" para justificar su autoritarismo y perpetuarse en el poder, ha servido para colocar a los partidos islamistas en una posición de ventaja frente a las formaciones laicas y seculares, adeptas a los líderes derrocados, y que ahora la población vincula a esos años de opresión y corrupción.
Por el contrario, los partidos islamistas emergen ahora del oscurantismo al que habían sido condenados por los Gobiernos dictatoriales representando la ruptura con lo anterior y liderando programas políticos basados en la justicia social.
Estos grupos cuentan con una organización política estable cultivada durante años en la clandestinidad frente a la fragmentación y desorganización de las fuerzas políticas laicas. Y, lo que es más importante, son formaciones que llevan décadas practicando una intensa acción social a través de instituciones de caridad y educativas, sustituyendo en la práctica la labor de protección del Estado, lo que les ha asegurado una amplia comunidad de partidarios, fundamentalmente entre las capas más pobres de la población que representan, además, el nicho de votantes más numeroso.
¿Quiénes son los partidos islamistas?
Los partidos islamistas -aquellos cuya ideología y programa político responde a la adaptación de los mandatos religiosos del Islam- vencedores en Túnez, Marruecos y Egipto responden a modelos relativamente moderados, según los expertos.
En el caso tunecino, Mohamed Ganuchi se ha presentado a sí mismo como más escorado hacia la línea del primer ministro turco RecepTayyip Erdogan, y su partido Al Nahda (Renacimiento en árabe) es, según Kristina Kausch, coordinadora de investigación de Fride, "el partido islamista más moderado y el que puede liderar el camino para demostrar que se puede aplicar el modelo turco".
En la misma vertiente moderada se encuentra el partido islamista vencedor de las elecciones en Marruecos, Justicia y Desarrollo, liderado por Abdelilah Benkirán, y que a diferencia de Al Nahda -ilegalizado durante 23 años- tiene representación en el parlamento marroquí desde 1997.
En 2007, se convirtieron en la primera fuerza más votada aunque se quedaron por debajo del partido oficial Istiqlal en número de escaños, y ahora la reforma constitucional y la apertura del reino marroquí -que no ha podido obviar el clamor de cambio- ha posibilitado su ascenso. Parlamentarios jóvenes y profesores abundan entre sus 107 miembros electos.
Y Egipto tampoco parece escapar de la ola islamista en sus países vecinos. Los primeros resultados arrojan como ganador al partido Libertad y Democracia, que es el brazo político de los Hermanos Musulmanes, la organización islamista más antigua, extendida e influyente del mundo árabe y la que ha servido de inspiración a todos los movimientos posteriores.
"Aunque defienden la aplicación de la sharia o ley islámica, esto no representa un peligro ya que la radicalidad depende que cómo interpreten y apliquen la ley", subraya Kausch a RTVE.es. Su victoria podría poner fin a la lucha de poder que han mantenido con el Ejército tras el derrocamiento de Mubarak.
Salafismo versus Islamismo
Paralelo al auge del islamismo también se ha producido un ascenso de partidos que defienden tesis salafistas, vinculadas a una interpretación más radical del Islam. "El salafismo es una vertiente del islamismo que propugna una interpretación más literal y rígida del Corán y tiene un discurso político incompatible con la democracia y los derechos humanos", explica la experta en mundo árabe de Fride. Su principal representante está en el wahabismo de Arabia Saudí.
En la primera vuelta de las elecciones legislativas en Egipto, la punta de lanza de los salafistas, Al Nur, se ha ha perfilado como la segunda fuerza más votada con el 20% de los votos. El partido, que nació tras la revolución de febrero, propugna la aplicación de la sharia en política, sociedad y economía, y durante la campaña se ha encargado de organizar todo tipo de asistencialismo y caridad, como vender carne y otros alimentos a precio de coste en lugares populares o repartir juguetes para los niños.
"No creo que al final vayan a obtener un número de votos significativo, pero si participan en el nuevo Gobierno no sería una buena noticia porque tienen un programa radical", opina la analista Kristina Kausch. "Los Hermanos Musulmanes no deberían pactar con Al Nur porque su estrategia de campaña ha sido presentarse como alternativa al salafismo y una coalición destruiría los frutos de esos esfuerzos", añade.
Túnez también ha visto una creciente influencia de los salafistas en el ámbito social, sobre todo en la comunidad educativa. En los últimos días, los radicales islámicos han protagonizado varios incidentes violentos en las universidades tunecinas al exigir la segregación por sexos, la construcción de oratorios y que se permita a las mujeres con velo integral presentarse a los exámenes
¿Cuáles son las consecuencias internas?
Al margen de las preocupaciones que despiertan los partidos islamistas en las potencias occidentales y la merma de influencia que supone para las formaciones liberales y laicas, son las minorias religiosas, étnicas y sociales las que ven con mayor inquietud que sean los islamistas los encargados de dar forma a una democracia aún por dibujar.
Este es el caso, por ejemplo, de los coptos en Egipto, una minoría que representa al 10% de la población y que, tras haber protagonizado varios enfrentamientos sangrientos tras la caída del régimen, teme que los Hermanos Musulmanes no garanticen su seguridad como lo hacía el derrocado Hosni Mubarak.
"Los partidos islamistas han prometido que respetarán los derechos humanos y a la ciudadanía, aunque deberían liberarse de las ambiguedades que han mostrado al hablar de las mujeres y de los cristianos", recuerda Kausch, que subraya que "mientras Al Nahda es el partido con más mujeres candidatas al Parlamento, los Hermanos Musulmanes no han incluido a ninguna entre sus cabezas de lista".
¿En qué modelos se inspiran?
Occidente espera que el norte de África se mire en el espejo de Turquía para configurar un modelo de Estado islámico moderado, aperturista y que conjuque democracia y modernidad como lo hace el partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdogan. Pero también existen otros patrones de Estados islámicos como el wahabista de Arabia Saudí o la República chíita de Irán que suponen una amenaza para la transición democrática en estos países.
El tunecino Ganouchi ha predicado el islamismo a la turca durante la campaña con el elocuente “los biquinis y las barbas tendrán su espacio en el nuevo Túnez”, mientras que los Hermanos Musulmanes han rechazado abiertamente que se vayan a inspirar en el país euroasiático para la nueva era egipcia.
"La separación de religión y Estado es la base sobre la que se sustenta el modelo turco y no veo posible que esto tenga su aplicación en Túnez, Marruecos o Egipto", subraya la experta en mudo árabe de Fride. "No tienen por qué copiar ningún modelo, sino más bien crear uno propio en el que tendrán que decidir cómo integrar la religión".
¿Cuál es la postura de las potencias occidentales?
Precisamente, frente a la amenaza del salafismo, el acercamiento de los islamistas al modelo turco ha hecho que EE.UU. y Europa prefieran apostar por la "vía moderada" para el futuro de países donde no solo tienen intereses geoestratégicos sino también enérgeticos.
"Occidente sabía que de haber elecciones, serían los islamistas los vencedores, y por ello han apoyado durante décadas a regímenes autoritarios, pero ahora que éstos han caído, no tienen elección y se han visto obligados a entablar relación con los que serán sus nuevos socios", considera la analista de Fride.
El enviado especial de la UE para los países de la ribera sur del Mediterráneo, Bernardino León, ha rechazado que el triunfo de partidos políticos islamistas en los países de la "primavera árabe" deba asustar a Europa. "La democracia no puede dar miedo, será siempre la opción acertada", sentenció León en una entrevista en el programa de TVE 'Los Desayunos'.
La jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, ha felicitado estos días a los egipcios "por el inicio exitoso y pacífico de su proceso electoral", a pesar de que los Hermanos Musulmanes, a los que antes veía como una amenaza, se perfilen como la fuerza más votada.
EE.UU. no oculta que ya ha establecido contactos con los islamistas egipcios para asegurar el mantenimiento del acuedo de paz con Israel suscrito en 1979. "La postura propalestina de los partidos islamistas es quizás lo que más preocupa a los Gobiernos occidentales", opina Kausch, sobre todo por el parentesco ideológico de la Hermandad con el grupo palestino Hamás, al que Washington tiene clasificado como una organización terrorista, y su manifiesta hostilidad al principal aliado estadounidense.
Sin embargo, los Hermanos Musulmanes ya han afirmado que no tienen previsto romper el tratado de paz con el Gobierno hebreo, aunque sí estudian la posibilidad de someterlo a referéndum.
"La victoria de los Hermanos Musulmanes puede añadir chispa y algo de movimiento al conflicto árabe-israelí", asegura a RTVE.es Kristina Kausch. "Habrá que esperar pero a lo mejor hasta lo reactiva y tiene un efecto positivo".