La OTAN inclina la balanza de la odisea libia
- El inicio de los bombardeos se produjo en pleno cerco de Bengasi
- Tras la euforia inicial de los rebeldes, la guerra se estancó
- Solo la intensificación de los bombardeos llevó a la caída de Trípoli
- Su papel en la muerte de Gadafi ilustra los claroscuros de la operación
-Tengo que dejaros aquí –nos dijo con la cara desencajada Ahmed, el conductor libio que nos llevaba a Bengasi, la capital de los rebeldes– Debo ir a por mi familia y alejarlos de de los combates. Los tanques de Gadafi ya han entrado en la ciudad. Pronto estarán aquí.
Era 19 de marzo de 2.011 y estábamos en Al Baida, a unos 90 kilómetros de Bengasi. Por sus calles desfilaban muchos vehículos cargados de mantas, ropa y algunos muebles. Objetos de primera necesidad recogidos a toda prisa por las familias que huían de los combates. Los lugareños les ofrecían agua, comida e incluso alojamiento en sus propias casas.
Cuando casi todo el mundo huía de Bengasi, encontrar un coche para llegar allí era imposible. Las noticias –un mes después todavía sin confirmar – de las horribles matanzas que las tropas de Gadafi habían perpetrado tras conquistar las localidades rebeldes atizaban el miedo de la población.
Muchos se afanaban en quitar los símbolos revolucionarios. Mientras esperaba para cobrar y marcharse, nuestro conductor raspaba con la llave del coche las pegatinas de la bandera tricolor –emblema de la revolución– que pocos días antes había colocado en los espejos retrovisores, seguro de la caída del dictador.
Imposible encontrar coche para viajar a Bengasi
-Es imposible encontrar un coche –me dijo Simón Casanova, el productor de la empresa que nos proporcionaba las conexiones en directo que nos estaba echando una mano – la gente con pasta está pagando 2.000 y hasta 3.000 dólares para que los saquen de Bengasi. Todos los vehículos están alquilados.
Con Gadafi dentro ya de Bengasi, el sentimiento de que la revolución libia tenía los días contados devoraba las esperanzas de los rebeldes.
Fue Andrés Rojano, nuestro editor de vídeo, quien vino al punto de directo a decirme que el bombardeo aliado había comenzado. Joaquín Relaño, el cámara, seguía buscando coche.
Comenzaron a escucharse gritos y disparos de celebración. Los coches que antes iban en dirección a la frontera egipcia repletos de caras angustiadas se detenían ahora, en medio de la carretera, para escuchar la radio que hablaba de blindados gubernamentales destruidos por misiles franceses, británicos y estadounidenses. En pocas horas, las tropas de Gadafi se retiraron de Bengasi hasta la estratégica Adjabiya y más al oeste.
-En una semana, en Trípoli –decía un miliciano barbudo– El régimen se derrumba.
El mando de la OTAN
Pero lo que pasó unas semanas después no fue precisamente la caída del régimen, sino la toma de mando de la OTAN pese a la inicial división de opiniones entre sus miembros (Turquía era quien expresaba más dudas).
No todos los países miembros han participado directamente en los bombardeos. España, por ejemplo, ha cedido medios para el embargo áereo y marítimo, pero no para los ataques. Países ajenos a la Alianza, como Catar y Emiratos Árabes, han enviado aviones.
La "Odisea del Amanecer" daba paso a una operación bautizada como "Protector Unificado". Rusia y China expresaron su disconformidad y distintas voces independientes cuestionaron que los países occidentales dieran su apoyo a una de los dos bandos de una guerra civil incierta.
Tanto la coalición inicial como luego la OTAN alegaban, sin embargo, que contaban con el respaldo de la resolución 1973 de la ONU, en la que se instaba a usar "todos los medios" para proteger a los civiles libios en las ciudades sitiadas por el ejército de Muamar al Gadafi.
Los primeros objetivos, en efecto, fueron las columnas de tanques que cercaban Bengasi y otras ciudades, y la fuerza aérea libia, que quedó fuera de juego en pocos días.
Víctimas civiles y fuego amigo
Los ataques contra radares y centros de mando provocan, el 31 de marzo, las primeras víctimas civiles en Trípoli, los mismos civiles a los que la resolución de la ONU dice proteger.
Acosadas, las tropas gadafistas recurren a vehículos ligeros lo que provoca, como ha ocurrido en campañas aéreas anteriores (Kosovo, Irak) incidentes de "fuego amigo", en el que quienes perecen bajo las bombas son los rebeldes.
Cuando la operación cumple un mes, el estancamiento de la situación se hace aparente, y queda claro que las fuerzas rebeldes en tierra, por sí solas, no van ser capaces de tumbar el régimen, los rebeldes piden más "mano dura" a la Alianza.
"La OTAN es nuestro problema", llega a decir el jefe militar del Consejo Nacional de Transición (CNT, órgano de la oposición), Abdelfatah Yunes, asesinado posteriormente por los opositores.
Como si respondiera a esta petición, los aviones aliados intensifican sus bombardeos y pasan a seleccionar objetivos más "políticos". El 1 de mayo, uno de los hijos de Gadafi, Saif al Arab, y tres de sus nietos mueren en la residencia presidencial presidencial de Bab al Aziziya, en Trípoli,bajo las bombas. Las operaciones aéreas, a partir de ese momento, se hacen más arriesgadas y menos precisas.
Como consecuencia, las víctimas civiles aumentan, e Italia, preocupada por las relaciones privilegiadas que tenía con su excolonia, pide incluso un alto el fuego para buscar un acuerdo.
Cerco a los bastiones lealistas
La fase final de la guerra conlleva la implicación total de la Alianza, que se convierte de facto en la fuerza aérea de los rebeldes. El 22 de agosto, los aviones de la organización abren la puerta de Trípoli a los rebeldes que avanzan desde el sur, precipitando el desmoronamiento del régimen y la huida de Gadafi y sus hijos.
Después, son Bani Walid y Sirte, principales bastiones de los leales al dictador, los que caen bajo el fuego conjunto de la OTAN, desde el aire, y la artillería del CNT, en tierra.
En Sirte, ciudad natal de Gadadfi, la OTAN parece intercambiar los papeles con el desaparecido Ejército libio: el bombardeo y cerco a la ciudad deja sin víveres a la población civil, que tiene que huir, mientras las organizaciones internacionales advierten de una crisis humanitaria.
Gadafi, ¿objetivo?
La caída de Sirte y la muerte de Gadafi en circunstancias aún sin aclarar ponen fin a la guerra pero no a las dudas sobre la actuación de la OTAN. ¿Colaboró la Alianza en la captura del dictador?
A lo largo de la campaña militar, los portavoces aliados reiteraron que no tenían como objetivo a "ninguna persona concreta", aunque ni Gadafi ni ninguno de sus hijos podía formar parte de la solución.
La versión más extendida sobre la captura y muerte del coronel, sin embargo, apunta a que aviones aliados bombardearon el convoy en el que huía. Además, el diario alemán Der Spiegel asegura que los servicios secretos de ese país facilitaron a los rebeldes datos sobre el paradero de Gadafi.
Muerto el dictador, desaparecido su régimen y oficialmente "liberada" Libia, la OTAN ha hecho caso omiso de los requerimientos del CNT, que le pedía que se quedara dos meses más para reforzar su autoridad en una situación que dista mucho de ser estable.
Grupos armados de distintos signo político y lealtades étnicas se disputan cuotas territoriales y de poder, y como legado de la guerra ha quedado un arsenal de armas difícil de controlar. Las organizaciones de derechos humanos denuncian, además, que los nuevos amos del país están maltratando a los partidarios del antiguo régimen, o sospechosos de serlo.
A pesar de sus sombras, Rasmussen considera que la operación Protector Unificado "ha sido una de las más exitosa de la historia de la Alianza", y que la organización ha cumplido con el "mandato histórico" de proteger a los civiles.
La llamada "comunidad internacional" será ahora quien tenga que asumir su parte de responsabilidad para impedir que Libia acabe como un estado fallido, foco de nuevos conflictos.