Los españoles se adaptan al euro pero lo miran con desconfianza por la crisis
- El salario ha subido casi un 14% desde 2002 hasta 2009
- La alimentación es un 48% más cara que hace diez años, según la OCU
El euro se ha hecho hueco en la vida de los españoles, diez años después de que empezara a circular, el 1 de enero de 2002. Sin embargo, la sensación no es tan optimista como aquella mañana de Año Nuevo, cuando los ciudadanos tenían, por primera vez, los euros entre sus manos. “Ahora toca repartir pobreza”, señala Salvador, ingeniero que compra dulces en una panadería del madrileño mercado de Las Ventas, y añade a RTVE.es, que “el vulgo lo tiene muy claro, y es que la factura la pagan siempre los pobres”.
Los españoles tuvieron que memorizar el cambio de la moneda única europea. Un euro, 166,386 pesetas. “Ya nos hemos acostumbrado”, asegura Amparo, que acaba de hacer sus compras. “Todo ha subido mucho, pero no sabemos si es por el euro que la vida está así". Diez años después de introducirse la moneda única en las vidas de los españoles, un informe de la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) revela que la vivienda nueva es un 66% más cara, la alimentación, un 48% y el pan un 85%.
“Son 10 años ya, entonces las cosas han subido, pero es lógico”, añade Amparo y concluye que “hay que adaptarse, ya estamos adaptados pero hay que seguir adaptándose, al euro y a la crisis”.
La tecnología (televisores, cadenas de música, y lectores DVD) en cambio, según ese mismo informe de la OCU, es un 62% más barata que en los primeros meses del euro.
“Para esta casa no vale este arreglo”
Desde fuera todo se ve distinto. Para Ela, polaca que lleva 16 años en España, fue un error entrar en la moneda única. Su país sigue fuera del euro, una moneda que “se nos metió como una novedad , pero al cabo de dos o tres meses te das cuenta de que no funciona”. Recuerda que su país no ha entrado en el euro y cree que “para esta casa no vale ese arreglo”. La solución podría ser válida para otros países de Europa pero “aquí somos mileuristas, no veo que el euro se haya ajustado a los sueldos”.
Mientras, Ela hace sus compras en una frutería próxima, Laura, de origen rumano espera en un puesto cercano y tiene claro que “es mejor” estar en el euro, porque “en nuestro país el monedero es más pequeño que en los países del euro”. Su país espera incorporarse a la moneda única en 2014, algo que Laura desea porque según asegura, el sueldo mínimo de su país es “de 100 euros, aquí es de 600 euros”.
El euro, sin embargo, no es bien visto en Polonia, según Ela “porque si ganan allí 400 euros y les ponen los precios de Europa, pues muy mal”, señala, todavía con acento extranjero.
Los sueldos no suben
El sueldo apenas ha aumentado un 14% desde que el euro entró en los bolsillos de los españoles, según los datos del mismo informe de la OCU. El sueldo medio de los españoles en 2002 era de 19.802 euros brutos anuales, mientras que en 2009 se situaba en 22.511 euros, según los datos de la última Encuesta de Estructura Salarial del INE.
La implantación del euro es vista con resignación por consumidores y también por los vendedores. En la pescadería de Sergio, todavía se puede ver el cartel con los cambios de la peseta al euro. Una circunstancia a la que el propio encargado resta importancia con humor y añade “es que es difícil quitarlo y lo hemos dejado”.
Paco, responsable de una frutería cree que es “mentira” que la fruta sea más cara, porque “el margen es ridículo”, y explica que "las 60 pesetas que antes costaba un kilo de manzanas, lo vendías a 100 y ahora sin embargo hay que redondear al euro, que son 166 pesetas, como no se vende, los márgenes de beneficio bajan y lo nota el bolsillo”.
Sergio mira al futuro con más optimismo, cree que el cambio al euro “ha sido para bien” aunque reconoce que ha perjudicado al producto “porque se ha encarecido mucho”.
Sin vuelta atrás
En lo que coinciden casi todos los consumidores preguntados por RTVE.es es en apostar por el futuro de España en el euro. "Sería complicado volver a la peseta, hay que seguir como estamos hasta que el cuerpo aguante", añade Serafín, empleado en un bar muy próximo al mercado de Las Ventas, que también reconoce que "se ha encarecido todo". A pesar de todo, cree que el cambio al euro le afectó más al negocio en un principio que ahora: "Los clientes ya se han adaptado al cambio".
Amancio, que hace sus compras en el mercado, es más optimista, cree que en general el euro "nos ha favorecido, porque no estaría bien que nos quedáramos aislados, mejor en Europa, estamos más arropados". En las grandes cantidades, sigue pensando en pesetas, pero señala que ya "casi todo" lo piensa en euros. Su experiencia corrobora el encarecimiento de las viviendas, porque ha pensado en comprar un piso y le ha "echado para atrás" el precio.
La sensación de haber dado un paso adelante sin vuelta atrás es generalizada. Ahora que la crisis obliga a todos los ciudadanos a apretarse el cinturón, pocos se atreven a afirmar decididamente que la adopción del euro haya sido un acierto, pero sí coinciden, como Sergio, en creer que hay que ir siempre hacia adelante: "Nunca atrás, ni para coger impulso".