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'The yellow sea', un thriller que te deja sin aliento

  • La nueva película de Na Hong-Jin ha arrasado en Corea
  • También ganó el premio a mejor director en el festival de Sitges

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Tráiler de 'The yellow sea', de Na Hong-Jin

En 2008 Na Hong-Jin sorprendió al mundo con The Chaser, su ópera prima. Una nueva vuelta de tuerca al thriller coreano violento, sin concesiones, pero con un sentido del ritmo, de la estética y una interpretación de actores superlativos. Un debut espectacualr que arrasó en taquilla y le valió premios en todo el mundo, como el de mejor película asiática en Sitges, donde tuvimos el placer de descubrir a este director.

Por eso era tan esperado este segundo trabajo, The yellow sea, que cuenta con los mismos protagonistas y que también nos llega precedida de excelentes críticas, tras su paso por Cannes, y de un nuevo premio en Sitges, en este caso el de mejor director.

Y es que cansados de los thrillers norteamericanos, con héroes perfectos y en los que casi todo parece falso, coreografiado y ensayado... es un placer encontrarse con películas en las que puede pasar de todo; los protagonistas son cualquier cosa menos héroes, las escenas de acción también son espectaculares (pero muy realistas) y los golpes duelen, pero duelen de verdad.

Inmigrantes ilegales explotados

La película está ambientada en la ciudad de Yanji, entre Corea del Norte, China y rusia, donde actualmente la mitad de la población vive de actividades ilegales y son explotados por las mafias, llegando a hacer cualquier cosa por sobrevivir.

Allí conocemos al protagonista, un taxista llamado Gu-nam (HA Jung-Woo) que malvive intentando pagar la deuda que contrajo con la mafia que permitió a su mujer viajar a Corea del Sur en busca de una vida mejor.

Desesperado, decide aceptar la oferta de un jefe mafioso, Myun (Kim Yun-Seok), para que asesine a una persona.

Por supuesto, las cosas se complican de tal forma que Gu-Nam se ve envuelto en un desastre de proporciones épicas, siendo perseguido por la policía y varios grupos de yakuzas, mientras intenta reunirse con su esposa. Una huída que acaba convirtiéndose en un baño de sangre.

Dos de los mejores actores coreanos

Destacan los dos protagonistas principales, HA Jung-woo y KIM Yun-Seok reunidos de nuevo por el director tras su excelente química en The Chaser. Lo curioso es que en aquella, Ha Jung-Woo era un asesino de prostitutas sin escrúpulos perseguido por el chulo que buscaba venganza ( Yun-Seok) y ahora se intercambian los papeles de héroe y villano. Si es que se pueden llamar así, porque en las películas de Hong-Jin sólo hay malos.

En esta ocasión Jun-Woo consigue conmovernos con su interpretación del taxista patético y desesperado (se pasa la primera parte de la película durmiendo o borracho) que ve una oferta de asesinato como la única oportunidad de salir de su triste existencia y acaba y luchando por su vida cuando se ve envuelto en una conspiración entre grupos de yakuzas. Un papel que le ha valido el premio a mejor actor en los Asian Film Awards de 2011.

Por su parte, Hong-Jin demuestra su talento para hacer de villano despiadado, con este intenso y sorprendente papel. No habíamos visto a nadie tan violento desde Old Boy.

Dos personajes con más sombras que luces. Y es que el director confiesa que cree que "los seres humanos son malvados por naturaleza".

Inspiración Tarantiniana

La violencia se convierte en uno de los protagonistas de la última hora de película, como en la brutal escena del intento de asesinato del personaje interpretado por Na Hong-jin. Una secuencia en la que se define el carácter del personaje, y en para la que el director asegura haberse inspirado en Kill Bill, de Quentin Tarantino.

No es el único homenaje de la película al director norteamericano, ya que hay otra escena de cortre de oreja, inspirada en Reservoir Dogs. Lo curioso es que Tarantino haya revolucionado el cine occidental inspirarándose en el oriental, y ahora los orientales le rindan homenaje. Sin duda un curioso círculo.

Pero lo que diferencia al cine de Na Hong-Jin del de Tarantino es el realismo. Mientras que las películas del director norteamericano tienen un toque de comedia que las hace un tanto irreales, el coreano nos plantea un thriller dramático, sin concesiones, y muy realista.

No nos queda muy claro por qué las mafias japonesas de esta película apenas usan pistolas, solo cuchillos y hachas, pero hay que reconocer que es tremendamente efectivo en pantalla.

Hay que reconocer que hay una parte de la película en que nos perdemos un poco. Quizá se deba al recorte de duración de la película que hemos hecho en occidente (de 157 minutos a 140). Algo tan habitual como lamentable en titulos que nos llegan de oriente, en donde están acostumbrados a otro tipo de cine y a otro ritmo. Habrá que esperar a la edición en DVD para ver qué nos hemos perdido.