"Gracias a María"
- La compañía Mirage imparte talleres gratuitos para inmigrantes
- Los extranjeros aseguran que el trabajo teatral les ayuda a relacionarse mejor
- Este domingo 8, muestran al público su trabajo en el Teatro Español
LA IDEA :En realidad, fue consecuencia del trabajo sobre el Lazarillo de Tormes. Comienza como un trabajo de documentación para la obra. Realizamos un taller de dos días en Barcelona con menores inmigrantes no acompañados.
Quizás la inquietud nace de hacer teatro y utilizarlo más alla de la exibición, con una vocación educativa y para el desarrollo de herramientas que sirvan en la vida cotidiana.
LA EXPERIENCIA: El grupo con el que estamos trabajando tiene muchas ganas de avanzar lo que nos fuerza a preparar las sesiones con mucho cuidado y con ejercicios apropiados. El desafío esta vez es mayor pues nos hemos puesto como reto llevar El Quijote a escena, aunque solo sea un boceto de lo que podemos llegar hacer con más tiempo.
Es una situación muy emotiva. Uno no conoce el viaje de estas personas hasta que no convive con ellas. Tienen historias durísimas y sin embargo tienen siempre la sonrisa en la boca. Se exponen mucho a la hora de probar escenas inspiradas en sus vidas. Además son muy agradecidos. Disfrutan el taller y nos lo hacen sentir. Es una lección de humanidad.
EL APRENDIZAJE: El contacto con ellos resulta sorprendente cada día, las historias que nos cuentan y la frescura y la frescura con que abordan cualquier propuesta nos tiene casi desequilibrados.
Además es una situación delicada que estamos aprendiendo a llevar poco a poco, sobre todo de cara al exterior. Consideramos que tienen el mismo derecho que nosotros a tener oportunidades. Este, desgraciadamente no es el caso, y hay una tendencia a tratar estas iniciativas con tintes de condescendencia.
Cuando he llegado esta tarde a la sala pequeña del Teatro Español lo primero que he visto es a un grupo de chicos negros muy jóvenes.
Juan Ayala y Miguel Oyarzun –director e intérprete de Lázaroque está en cartel en esta misma sala- les están dando instrucciones. Ahora uno de ellos se “enfrenta” al resto del grupo y el resto tiene que reaccionar a sus movimientos. Puede parecer –y lo parece- un juego absurdo. Pero se trata de uno de esos ejercicios que luego ayudan a la hora de aparecer y moverse en un escenario.
Después, Juan y Miguel les explican un pasaje de El Quijote, una obra que tiene mucho en común con ese Lazarillo de Tormes que cada tarde Juan, Miguel y sus compañeros (Daniel Gallardo y Miguel Pérez Muñoz, también presentes en el taller) resucitan al anochecer. Se trata del momento en el que Don Quijote consigue ser “ordenado caballero”, aunque le tomen una vez más el pelo por ello, y reciben un buen bastonazo sobre sus hombros.
De la ficción a la realidad
Lo que viene después sorprende a cualquiera. En grupos de tres (narrador, quijote y el personaje que le sigue la corriente) y en su idioma materno (wolof salpicado de francés), los chicos van representando la escena. No sabemos lo que dicen pero a su modo nos van narrando la historia. Al menos, ya salen con aplomo y miran al público…y se enfrentan a una historia de otro tiempo, con conceptos como el de “caballero”, ajenos a su cultura.
Tercer paso: Juan y Miguel les piden que creen una situación a partir de una experiencia vivida por ellos en la que les hubieran engañado como le ocurrió al más flaco y bienintencionado de los hidalgos.
En pocos minutos, vemos como Alou que va vestido con un vistoso traje típico de su país aparece con un móvil y unas llaves en las manos y un cigarro en la boca. Es un mafioso que ahora va a engañar vendiendo falsos papeles a sus compañeros.
Aquí todo es modesto y de verdad.
Más vale en muchas ocasiones, voluntad e imaginación que subvenciones. Lo único cedido y no es poco es esta sala pequeña del teatro Español para los ensayos.
El resto lo ponen los jóvenes actores de Mirage que ponen su experiencia (estudiaron arte dramático en algunas de las mejores escuelas europeas) y su talento (lo podéis ver en “Lázaro” hasta el 8 de enero) a disposición estos jóvenes que no tuvieron tanta suerte.
La pregunta se impone ¿cómo llegaron hasta aquí? Nos cuentan que por medio María Madrigal, la encargada del vestuario de la compañía en la producción Lázaro. Pero su nombre surgirá muchas veces en boca de todos.
Ella nos contará más tarde que les conoció en Lavapiés donde vive. Que conoció sus problemas (la mayoría no tienen trabajo y algunos viven en la calle) y que se le ocurrió la idea de acercarles al teatro para que no estuvieran desocupados, sin nada qué hacer.
Una experiencia útil para la vida
Para estos subsaharianos como absurdamente se les llama desde los medios de comunicación (¿se imaginan que nos llamaran subeuropeos?) la palabra en un español ( que aún no controlan) se convierte en un herramienta mucho más útil de lo que puede parecer.
Uno a uno, Mohamed, Alou, Ismael, Wallace y Papasar van contando de donde vinieron (países como Senegal o Guinea Conakry) qué hacen (solo trabaja de forma regular Alou que es ebanista).
En la breve ficha oral que hace cada uno de si mismo hay agradecimiento (“son gentes buenas, amables”, dice Mohamed hablando de sus maestros) porque cuentan que antes solo se relacionaban entre ellos y hoy tienen contacto con españoles (“ser actor” asegura Alou "sirve para conocer más gente”).
También está claro que lo que aprenden les entusiasma, está “de puta madre”, asegura muy expresivo Wallace y les ayuda en su vida diaria. Así explican que antes eran más vergonzosos y ahora desde que comparten trocitos de otras vidas, están más sueltos en sus relaciones con la gente.
La experiencia de estos talleres se plasmará en una "muestra" ante el público (entrada gratuita hasta completar aforo), este domingo 8, a las 12.30 en esta misma sala pequeña del Teatro Español.
Y hay un nombre que se repite invariablemente en todos los testimonios, el de María (Madrigal). Es, dice Alou “ casi mi hermana, la quiero mucho, por primera vez que tengo una hermana blanca”
“Aquí suelen decir gracias a Dios pero yo digo: Gracias a María”