'Silencio en la nieve', Gerardo Herrero dirige un policíaco ambientado en la División Azul
- Protagonizada por Juan Diego Botto y Carmelo Gómez, se estrena el 20 de enero
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Dirección: Gerardo Herrero
Intérpretes: Juan Diego Botto, Carmelo Gómez, Víctor Clavijo
Duración: 114 minutos
Sinopsis
Frente de Rusia, invierno de 1943. Un batallón de la División Azul se topa con una serie de cabezas de caballos esparcidas sobre la superficie congelada de un lago. Los cuerpos están sumergidos bajo el hielo. Junto a uno de los caballos, el cadáver de un soldado español. Un tajo le atraviesa el cuello de lado a lado, y en el pecho tiene una inscripción grabada a cuchillo: “Mira que te mira Dios”. Los mandos encargan la investigación al soldado Arturo Andrade (Juan Diego Botto) exinspector de la policía, que asume la tarea con rigor y profesionalidad, ayudado por el sargento Espinosa (Carmelo Gómez).
Ambos pronto descubren que detrás de este asesinato se oculta una perversa venganza, que se remonta a agravios acontecidos en el pasado, y que no parece que se vaya a detener en un único cadáver. Nadie está libre de sospecha ni nadie puede sentirse seguro. Y así, en medio de la cruel contienda, se inicia la caza del asesino, una búsqueda donde hasta el final no descubriremos quién es el cazador y quién el cazado.
La segunda guerra mundial, un conflicto apenas tratado en el cine español, es el protagonista absoluto de Silencio en la Nieve, la decimoquinta película del director y productor Gerardo Herrero. Basada en la novela de Ignacio del Valle El tiempo de los emperadores extraños, la cinta refleja, a través de un thriller de género, una etapa olvidada e incómoda: la participación española en el frente ruso.Un asesino en serie está matando soldados de la División Azul y el inspector Arturo Andrade (Juan Diego Botto) tiene el deber de resolver en el caso dentro de un contexto de carnicería global.
Una historia protagonizada por falangistas (y supuestos falangistas) y nazis es, en muchos aspectos, chocante en el panorama cinematográfico. "Conocía la División Azul, pero no la había estudiado", explica Gerardo Herrero. "Mi obsesión era no hacer una película maniquea. No quería presentar mal a los falangistas. He intentado comprender a los personajes".
La División Azul era una mezcolanza en la que cabían falangistas convencidos, aventureros, comunistas con la esperaza de desertar a la Unión Soviética, republicanos que purgaban culpas. Ese crisol se refleja en los distintos personajes de la historia que sospechan sobre los motivos reales del alistamiento de cada uno. "Me apasiona describir el proceso, las peleas entre militares y falangistas, entre españoles y alemanes. En el ejército nazi había voluntarios de todas las nacionalidades".
La camaradería en el horror
Los personajes de Juan Diego Botto y Carmelo Gómez, componen un arquetípico dúo investigador. El cerebral Arturo Andrade (Botto), protagonista de otras dos novelas de Ignacio del Valle, comparte destino con el sargento Espinosa (Gómez), un tipo más expansivo y más comprometido con al causa de la División
"Es el personaje más opaco de mi carrera”, describe Botto. "No se nada de él. Es inexpresivo". La relación entre los dos personajes está definida por el entorne bélico. "El honor está en la relación entre Andrade y Carmelo, pero la situación de la guerra es horrible".
Para Carmelo Gómez, los lazos surgen precisamente en el reverso del horror: "En las situaciones que más se anulan a las personas es cuando surgen vínculos más fuertes. Entiendo a mi personaje en esa parte campechana, que utiliza la simpleza. Es el contrapunto, la intuición".
Una camaradería que se trasladó a los propios actores. "Nunca había trabajado con Carmelo. Le tenía mucho respeto pero lo perdí en cinco minutos", bromea Botto. “Nos entendimos bien desde los personajes”.
Aunque el argumento sea policíaco, el trasfondo tiene la misma importacia. El horror de la situación se expone en las secuencias de la ‘violeta’ o ruleta rusa que recuerdan a El cazador de Michael Cimino. "Está basada en esa escena pero a la inversa: en El Cazador están senados, aquí de pie. He intentado darle la vuelta".
Una producción épica
Rodada en invierno, entre febrero y marzo de 2011 en Lituania, el aparato de producción es uno de los elementos más destacados de Silencio en la nieve, especialmente la dirección artística de Eduardo Hidalgo y la música de Lucio Godoy. Los tanques se trajeron de Georgia y Polonia, utilizando piezas de museos que confieren gran realismo.
Aún con el esfuerzo de producción, Herrero reconoce que el entorno estímulo improvisaciones incluso en el argumento. "Reescribí el final durante el rodaje. Iba a hacer dos finales. En el cine todo es muy frágil, cualquier cosa que no este bien se nota mucho".