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Luisa Martín protagoniza en Madrid 'El tiempo y los Conway', una obra maestra del teatro británico

  • Dirigida por Pérez de la Fuente y en versión de Luis Alberto de Cuenca
  • 10 actores, entre ellos, Nuria Gallardo y Alejandro Tous,
  • La obra no se representaba en España desde hace 20 años
  • En los Teatros del Canal, desde este miércoles y hasta el 5 de febrero

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Luisa Martín asegura que tiene algo en común con su personaje: la felicidad
Luisa Martín asegura que tiene algo en común con su personaje: la felicidad

Hace muchos, muchos años Juan Carlos Pérez de la Fuente leyó el texto de El tiempo y los Conway del británico John Boynton Priestley (1894-1984). No tenía dinero para comprar el libro y tuvo que hacerlo en el sótano de la librería madrileña La avispa, donde por amistad le prestaron el ejemplar. Cuando terminó, le dijo a su amigo la librera: "No sólo algún día me llevaré el libro sino que dirigiré la obra".

Ese momento, ha llegado: Pérez de la Fuente, tras un año de gira nacional con su El tiempo y los Conway (un montaje que dirige y en el que también ha realizado la escenografía) llega a Madrid, a los Teatros del Canal, donde estrena este miércoles esta obra difícil de llevar a escena (por distintos motivos como el vestuario de época o los diez actores que implica) y que llevaba 20 años ausente de la cartelera teatral española.

La obra, estrenada en 1937 en Londres, y traducida en 1942 por Luis Escobar bajo el título La herida del tiempo, es -como dijo Pérez de la Fuente este martes- "una obra faro para alumbrar un tiempo confuso y de crisis".

Rodeado de relojes antiguos ingleses que recordaban el implacable avanzar del tiempo, Pérez de la Fuente, acompañado por los actores (vestidos y maquillados como en la obra) y los responsables de la versión (Luis Alberto de Cuenca "el más inglés de nuestros intelectuales" y Alicia Mariño), presentó su montaje en Madrid en el pub inglés O'clock, del barrio de Salamanca.

Una iniciativa privada y "ambiciosa" (10 actores y 8 técnicos) que ahora recibe el apoyo de un teatro público.

Esta comedia en tres actos, nos habla básicamente, resumía el director teatral, "de la responsabilidad que todos tenemos frente a la existencia y nuestro destino". Algo que tiene mucho sentido en una época como la nuestra en la que tendemos a huir de la responsabilidad.

Los saltos en el tiempo

Destacó también Pérez de la Fuente, como las teorías sobre el tiempo - el tiempo no es lineal sino un presente eterno- marcan singularmente la estructura de la obra.

Comienza en 1919 cuando la familia celebra el cumpleaños de Kay (una de las hijas). El segundo acto da un salto hasta 1937, para ver cómo se celebra ese mismo cumpleaños, en 1937, es decir, 18 años después. Nuevo juego con el tiempo en el tercer acto (en tan solo unos segundo hay que cambiar todo el vestuario) porque volvemos al día de 1919 en la que comenzaba esa historia de la que ya conocemos (por el segundo acto) el final.

En esta producción que Pérez de la Fuente ha planificacado con detalle junto a De Cuenca y Mariño, ha querido que a pesar de lo anglosajón de la pieza, prime lo emocional sobre lo racional.

Cuando en el segundo acto, estallan los problemas familiares y llega la hora de la verdad, todos -alemanes, españoles o ingleses- nos convertimos, dice Pérez de la Fuente en "seres cercanos a los animales"

"Obra de actores, donde la interpretación es la columna vertebral", recalcó el director, mirando a Luisa Martín que encarna a la madre, personaje complejo.

La madre de la familia Conway

Una madre que viene de la época victoriana, "cínica, irónica, divertida" que encabeza un amplio elenco de actores donde encontramos entre otros, a Nuria Gallardo, Alejandro Tous o Toni Martínez.

Luisa Martín, ataviada como la gran dama que representa ("este escote es un balcón a la vida", dijo) e imbuida de su personaje ("una mujer feliz como yo") explicó como hace años tras ver una función nunca pensó que llegaría a ser la madre que ahora encarna; un personaje maravilloso con el que sueña toda actriz. He sentido en todo momento la confianza en que no sólo puedo hacerlo sino hacerlo bien.

La escenografía, diseñada también por Pérez de la Fuente, representa un proyecto de arquitectura. Unos fondos, esbozos, que son una metáfora de lo inacabado del ser humano, y lo inacabado de esta complicada familia. A ello, se añade una iluminación intensa que huye del tenebrismo.

Hay que destacar también en esta producción el vestuario firmado por Javier Artiñano, galardonado varias veces en los Premios Goya y en los Max de Teatro.

Una pieza más de ese "puzzle" del que habla Luisa Martín, en el que todas y cada una de las piezas (texto, actores, escenografía y el misterio que provocan los juegos temporales) nos reclaman para ir al teatro a ver El tiempo y los Conway.