París revisita los 80 y recupera la capa
- La capa, con distintos patrones, conquista las pasarelas
- El color burdeos pide paso entre los grises y negros
París es ahora el epicentro de la moda masculina y hasta el domingo veremos las propuestas para la próxima temporada invernal en la que hay una prenda que ha irrumpido con fuerza sobre las pasarelas: la capa.
Issey Miyake investiga con el volumen y reinventa el diseño más clásico, sin mangas, añadiendo un cuello alto abotonado. El rojo aporta fuerza a la prenda, y con este color tiñe además jerseys, chaquetas y abrigos.
La trenca rivaliza con la capa. Se lleva en su versión clásica, con capucha y botones con alamares, pero se decora con estampados geométricos o cuadros. Miyake propone bermudas para invierno que contrastan en personalidad con las prendas de abrigo.
Sus trajes, siempre cómodos y de patrón relajado, se adornan con franjas estampadas, y las chaquetas con arco iris de tonos fríos en degradé.
La capa reina en todas sus versiones
La casa Thierry Mugler, dirigida por Nicola Formichetti, también apuesta por la capa que se convierte en la pieza central de su colección. La vemos en todas sus versiones, desde el modelo clásico, sin mangas y con diferentes largos, hasta el abrigo-capa que recuerda al atuendo clásico de Sherlock Holmes.
Sébastien Peigné, su creativo para hombre, utiliza una paleta de colores fríos que incluye burdeos, morado y gris, a veces con acabados brillantes gracias al uso de tejidos tecnológicos.
El estampado se reduce y casi desaparece. Tan solo se ven algunos dibujos en tamaño mini que recuerdan a los clásicos de los pijamas y batines de estar en casa. El look cómodo pisa el acelerador y también lo hemos visto en Milán: trajes que parecen pijamas y abrigos estilo batín.
Los diseños recuperan aires ochentenos con hombreras generosas, cinturas ajustadas y superposiciones imposibles reviven la estética de grupos como Depeche Mode y las siluetas de los años 30 de Dick Tracy.
El gótico futurista de Rick Owens
Rick Owens juega con los volúmenes para crear siluetas, a veces caprichosas e imposibles. El negro es amo y señor de la colección en la que apenas vemos un tímido celeste y un blanco nuclear. Owens insiste en las camisetas transparentes pegadas al cuerpo y superpuestas sobre otras de tirantes, y crea camisas asimétricas que se arrugan en el cuello.
Los abrigos, oscuros y tenebrosos, y las chaquetas llevan tan solo un botón, y las faldas se alargan en tonos brillantes, como el petróleo, que aportan una textura de vinilo. Destacan las cazadoras negras con ribetes en blanco, y las blancas ribeteadas en negro. Positivo y negativo de una colección urbana con aires futuristas.
Un jersey con la cara de Diana de Gales
Sacha Walckhoff, responsable de la línea masculina de Chistian Lacroix, idea un armario sencillo, joven y fresco en el que destacan los estampados de cuadros que combinan rojo y negro, un motivo que se repite en la colección.
Las prendas para luchar contra el frío sobresalen por sus texturas de nueva generación y también por los estampados, como los plumíferos con dibujos multicolor de efecto caleidoscopio. Las trencas se acortan, pero lucen sus motivos más clásicos, y las cazadoras amplían el volumen para contrartar con los pantalones pitillo.
La prenda más llamativa de la colección es un jersey en lana negra en el que se han cosido corazones y cruces, típicos de la casa, y también chapas de colores y hasta una foto de Diana de Gales.