'Popieluszko' rompe el silencio sobre la Europa comunista mostrando su rostro más cruel
- Más de un millón de espectadores han visto esta historia del cura de Solidaridad.
- Esta superproducción polaca se estrena en toda España el 27 de enero
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Más de siete años de preparación, seis meses de rodaje en catorce ciudades polacas, siete mil extras y un presupuesto de 3 millones de euros, menos de la mitad que costó Torrente 3Torrente 3, han hecho posible esta historia del cura polaco Popieluszcko, asesinado por agentes de la policía secreta en el año 1984. Tenía 37 años. Fue un acontecimiento que trascendió las fronteras de Polonia, convirtiéndose en la primera gran fisura en el el monolítico bloque de la Europa soviética, que estalló en mil pedazos cinco años después, con la caída del Muro de Berlín.
En Popieluszko vemos una escena que vale por todo un tratado de historia. Ocurre en Varsovia en plena ley marcial decretada por el general Jaruselkzy. Popieluszko entra en una fábrica en huelga, donde sus trabajadores han pedido un sacerdote. Es un todo un síntoma del cambio que empezaba en Polonia. La Iglesia, que era para el régimen comunista el opio del pueblo, protagonizaba en aquella nación la lucha por la emancipación obrera.
El Muro de silencio
Popieluszko viene a llenar una vacío sobre la historia de la Europa soviética. La vida de los otros, (2006), de Florian Henckel von Donnersmarck, Katyn (2007) de Andrezej Wajda, y en clave de humor, Good Bye, Lennin (2003), dirigida por Wolfgang Becker, son películas esenciales, junto con El Hombre de Hierro (1981) y El Hombre de Mármol(1977), las dos también dirigidas por Wajda, para entender la historia en la Unión Soviética y sus países satélites..
Frente a esta escasez de títulos tenemos una abundante filmografía sobre el terror nazi, con una película clave, la oscarizada La lista de Schindler (1983), de Steven Spielberg. El hundimiento, de Oliver Hirschbiege y El noveno día, de Volker Schlöndorff, las dos estrenadas en 2004, cierran este ciclo sobre la locura nazi. El protagonista de El novena día, el sacerdote Henri Kremer, superviviente de un campo de exterminio nazi, y Popileluszko nos parecen muy similares, pese a estar separados por más de 40 años. Los dos viven conforme a su fe y se enfrentarán a poderes totalitario muy parecidos. Merecían ser rescatados por el cine como contrapunto a este tsunami de la peredastia.
De boy scout a director de cine
Cuando Popileszko fue asesinado, Rafael Wiezynski , el director de la película, era un adolescente de 16 años. Asistió como representante del movimiento scout al funeral multitudianario-más de medio millón de personas- por el cura de Solidaridad, pese a las amenazas y la violencia del régimen. Desde entonces el testimonio de este cura polaco le sigue interpelando. Los niños en Polonia no conocen esa época, se lamenta hoy en día Wieczynski..
"Era un deber hacer una película sobre Popieluszko. Cuando yo era pequeño él hablaba bien alto y con valentía de lo que la gente pensababa y no podía decir. Y murió por eso. Como dijo Juan Pablo II este sacerdote murió por nosotros, como Cristo. Por eso pensé. Cuando Polonia sea libre necesitaremos recordarlo. Decidí hacer una película sobre él, pues sino las próximas generaciones no sabrán lo que pasó".
El director y autor del guión estará en Madrid, en el estreno de su película, la segunda, junto al actor que encarna a Popieluszko. Adam Woronowicz, Los dos procedentes del mundo de la televisión y el teatro,que ha sido siempre un modo de perservar la identidad nacional polaca. Walesa, a sus setenta años, ha declinado acudir al estreno en Madrid, pero ha enviado un mensaje de apoyo.
El cameo del cardenal
Testigo de excepción de aquellos tiempos fue el cardenal Jozef Glemp, primado de Polonia y arzobispo de Varsovia, que quiso intervenir personalmente en la propia película, haciendo de un cardenal Glemp, mucho más joven. En su retiro romano recuerda divertido que tuvo que tenirse el pelo para ocultar sus abundantes canas de ahora. Este príncipe de la Iglesia, interpretándose a sí mismo, protagonizó otro momento especialmente intenso de la película. Una de sus últimas conversaciones con Popieluszcko, cuando ya se encontraba amenazado y todos aconsejaban un prudente retiro.
El diálogo en la película entre el padre Popieluszko y yo fue justo así. Yo había sido muy severo con él, y le había aconsejado, como a otros de sus amigos, trasladarse a otros lugar, a lo mejor al extranjero por estudio. Él me contesto que si se lo ordenaba me habría obedecido, de otro modo, habría quedado en su sitio. Pero yo le repliqué que no podía hacer esto, me habría convertido en un colaborador del régimen¡ La situación era a veces dramática!
Un mensaje de esperanza.
Popieluszko pretender ser un canto a la esperanza sin caer en el maniqueísmo ni en la hagiografía. Un gran docudrama que busca remover conciencias sin incitar el odio o el revanchismo. Muestra.eso sí, y con toda crudeza, aquellos años ochenta, en Polonia, cuando unos hombres libres luchaban contra otros, anónimos y brutales, que actuaban amparados por una terrible dictadura Y para dar mayor verosimilitud al relato recurre a imágenes reales de los años ochenta o de la visitas de Juan Pablo II a Polonia, la primera, en 1979, y la última en 1987, cuando oró ante la tumba del sacerdote polaco.
Tiene un ritmo trepidante, y aunque sabes el final, no pestañeas ni un instante.Hay momentos de especial crudeza por su realismo como la escena de la carga de la policía, con un militante de Solidaridad,enfrentándoseal muro policial de porras y balas reales. Otra.escena sobrecogedora, cuando la policía se ceba sin piedad con una joven. Y no olvidamos cómo pasan ante nosotros las torturas en las comisarias, o los carros de combate entrando en las fábricas, rompiendo una cadena humana de trabajadores.
Los miedos interiores
El director ha tratado de mantenerse neutral, siendo fiel a la historia hasta en los detalles más nimios. Vemos así a sacerdotes rotos por el dolor (¡Cómo nos sobrecoge ver cómo se derrumba el rector de Popieluszko, nada más reconocer su cadáver!)
En otra ocasión vemos las luchas del padre Popieluszko, cuando asiste a los juicios contra los dirigentes de Solidaridad y sabe que están condenados de antemano. No tengo costumbre confesarme con una mujer, le responde a una feligresa, que trata de consolarlo, al verle abatido. Tengo que luchar contra mi miedo, le contesta a continuación. Hay otros detalles de humanidad, cuando vemos al cura polaco, agotado por noches sin dormir. Recuerda que eres un sacerdote, le dice el rector a Popieluszko para recordarle su misión, que excede sus propias fuerzas.
Hay momentos, dentro de tanta tragedia, cómicos, con cierto poso de amargura. Cuando el cura de Solidaridad gesticula ante el espejo, pensando en nombres que oculten su identidad en esos años de clandestinidad. O cuando intenta cantar, tratando de obedecer a su rector, provocando la risa no contenida de sus acompañantes. Y anticipándonos al desenlace final, vemos a nuestro protagonista que trata de escapar, haciendo foting, rodeado de policías que le buscan.
Las misas patrióticas
La película recrea aquellos momentos de agitación en pleno golpe de estado de Jaruselki cuando Radio Liberty transmitía las homilías de Popieluszko Uno de los momentos de mayor intensidad dramática llega en una de las últimas misas patrióticas, celebradas por Popieluszko, antes de ser asesinado. Vemos una iglesia atestada de fieles.Todos levantaban sus cruces, mientras cantaban Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera. Frente a estos hombres resulta ridículo el papel de los espías inflitrados y las conversaciones con sus jefes
El climax final llega con el secuestro y asesinato del sacerdote que nos deja sin aliento por su especial dureza. Nos queda el testimonio de los más allegados del cura polaco, entre otros su propia madre, Marianna, una mujer sencilla y de una profunda fe.
"La muerte de Jerzy –señaló su madre el día de la beatificación- ha sido para mí el dolor más grande. Pero no juzgo a nadie. Dios juzga. La alegría más grande será para mí cuando las personas que mataron a Jerzy se conviertan".