'J. Edgar', Clint Eastwood y Leonardo Dicaprio reconstruyen la personalidad del director del FBI
- Un excepcional Leonardo DiCaprio es el gran olvidado en los Oscar
- Ambos componen un J. Edgar Hoover tan polémico como fascinante
Lo sabía todo sobre todo el mundo, pero nadie sabía nada sobre él. Durante 48 años (1924-1972) fue el director del FBI, que él mismo creó, y uno de los hombres más poderosos del planeta. J. Edgar Hoover demostró que la información es poder y que, gracias a ella, se podía chantajear hasta a los presidentes de Estados Unidos.
Un personaje tan polémico como fascinante, que sobrevivió a ocho presidentes, y que sirve a Eastwood para rodar una biografía apasionante que relata desde sus primeros pasos contra el crimen, con sólo 20 años, hasta su muerte a los 77. Y que permite a Dicaprio bordar una de las mejores interpretaciones de su carrera (Y convertirse en el gran olvidado de las nominaciones al Oscar que hemos conocido esta semana).
Pero lo mejor es que Eastwood y Dicaprio retratan al personaje como lo que era, un listísimo hijo de...
Hoover era un conservador a ultranza y fue el líder de la Caza de brujas contra los comunistas en los años 50, pero también arremetió contra las mujeres, los judíos, los negros y los homosexuales... Y eso que, como nos cuenta la película, vivió una relación más que platónica con su Director Asociado, Clyde Tolson, durante varias décadas. Eso sí, nadie pudo probarlo, porque, como comentábamos, casi nadie sabía nada sobre él.
En este sentido sorprende, como nos comenta Alberto Bermejo de Días de cine, "la delicadeza y autenticidad con la que Eastwood, famoso por sus personajes varoniles, retrata la homosexualidad de Hoover"
Un director magistral y unos actores excelentes
Clint Eastwood demuestra que, a sus 81 años, sigue siendo uno de los grandes directores de Hollywood con una dirección férrea, adaptando un guión de Dustin Lance Black (Ganador del Oscar por Mi nombre es Harvey Milk) con constantes saltos en el tiempo, lo que no impide que la historia se siga estupendamente. Y con una sorpresa final que termina de consolidar la personalidad manipuladora de Hoover.
Y un guión que habla de una de las épocas más importantes de la historia de EE.UU que va desde la ley seca, las guerras de gángsters, la caza de brujas, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra fría, la lucha por la igualdad racial y de sexo, la crisis económica... hasta el desencanto con Nixon. Todo ello perfectamente integrado por Eastwood en las poco más de dos horas de película.
Y es que el director combina esos hechos históricos con elementos personales, como la supuesta homosexualidad de Hoover o su relación con su madre, de forma magistral. De hecho, lo mejor son las escenas íntimas de Hoover con su madre, su amante y su secretaria.
Destaca la excepcional interpretación de DiCaprio, que borda su papel de más de cinco décadas en las que Hoover pasa de ser un joven pero prometedor investigador hasta un viejo zorro manipulador. Y consigue una nueva y magnífica visión de un personaje que siempre ha atraído el interés del cine y al que han interpretado grades actores como Harris Yulin, Broderick Crawford, Ned Beatty, Treat Williams, Pat Hingle, Bob Hoskins, Ernest Borgnine o Billy Crudup.
También está perfecta la grandiosa Judi Dench, como su manipuladora y autoritaria madre; que determina su personalidad al evitar (al menos por un breve tiempo) que desarrolle su homosexualidad. En una escena Hoover le dice que no le gusta bailar "especialmente con mujeres" y ella le responde que "Prefiero tener un hijo muerto que uno homosexual"
Naomi Watts borda su papel como su secretaria y confidente (en un corto pero fundamental papel); y Armie Hammer está perfecto como la mano derecha y amante de Hoover (Clyde Tolson) aunque su maquillaje (cuando es un anciano) sea de los peores que hemos visto en años y casi nos saque de la película.
El más listo de la clase
Hoover no sobrevivió a 8 presidentes de Estados Unidos por su eficacia sino porque los espió y chantajeó a casi todos. Cada vez que DiCaprio coge unos papeles y se va a hablar con algún presidente sabemos que, en realidad, va a chantajearlo. Como en una de las escenas más importantes de la película en la que tiene una charla "amistosa" con Robert, el hermano del presidente Kennedy.
De hecho, casi todos le tenían miedo y fue capaz de dominarlos hasta que se encontró con uno que tenía tan pocos escrúpulos como él, Richard Nixon. Sólo la repentina muerte de Hoover nos privó de un duelo, entre ambos, que habría podido ser histórico. Y sólo la muerte apartó a Hoover de la dirección del FBI.
En la película se insinúa veladamente su posible implicación en el asesinato de Martin Luther King, aunque se obvia toda posible participación en la muerte del presidente John F. Kennedy; algo que se rumoreó durante años. Pero si se recoge el momento en el que Hoover se encarga de dar, personalmente, la noticia del magnicidio a su hermano Robert, con evidente sorna. Años después, cuando Robert también fue asesinado, Hoover ordenó destruir todos los archivos que el FBI tenía sobre él, ya que también le vigilaba estrechamente.
Años después de su muerte, en 1979, se acusó a Hoover de no investigar adecuadamente los hechos que podrían haber impedido el asesinato de John F. Kennedy .
El gran renovador de la criminología
Pero Eastwood no olvida que Hoover también fue el gran renovador de la criminología y los métodos de investigación, gracias a esa obsesión suya por la información. Fue el primero en crear un registro de huellas dactilares, defendió Estados Unidos de los movimientos anarquistas, comunistas y pronazis y no dudó en utilizar los medios que estuvieran a su alcance para espiar a quién fuera (escuchas ilegales incluidas)
Consiguió que el FBI tuviese jurisdicción interestatal y gracias a sus tretas legales y a los métodos forenses pudo quitarse de encima a gente poco deseable para él (como los sospechosos de comunismo) y resolver crímenes tan importantes como el secuestro del bebé del famoso aviador Charles Lindberg, un episodio que mantuvo en vilo a Estados Unidos y al que Eastwood dedica gran parte de la película.
Un episodio con el que el director demuestra que Hoover fue el gran renovador de esos métodos de investigación y también deja claro que, si los métodos no eran suficientes para conseguir inculpar a los supuestos criminales, siempre se podían inventar pruebas. La cuestión era que se utilizasen sus procedimientos y lo consiguió.
Resumiendo, una película apasionante sobre uno de los hombres más poderosos del siglo XX.