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"Una negociación bien llevada en Afganistán podría dar un acuerdo de paz en unos dos años"

  • Francesc Vendrell, ex representante de la UE en Afganistán analiza el conflicto
  • Considera que son necesarias las negociaciones con los afganos al frente
  • Destaca una solución política y no militar como necesidad para el conflicto
  • Ver también: Especial sobre la guerra en Afganistán

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Los ponentes Martine Van Bijlert (i), Francesc Vendrell (c) y Mónica Bernabé (d)
Los ponentes Martine Van Bijlert (i), Francesc Vendrell (c) y Mónica Bernabé (d)

"La primera vez que estuve en Kabul me vino a la mente la imagen del Berlín posterior a la Segunda Guerra Mundial, totalmente destruida. Se respiraba la falta de esperanza, se sentían 'dejados de la mano de Dios".

Con estas palabras Francesc Vendrell recuerda el Afganistán del año 2000, la primera vez que visitó el país en el que fue jefe de la Misión Especial de las Naciones Unidas y en el que, dos años más tarde, ejerció como Representante Especial de la UE (hasta el año 2008). En la actualidad es el Presidente del Comité Asesor de Afghanistan Analysts Network y no oculta su apego a los afganos y a su país. Rtve.es repasa con él, tras participar en las Jornadas sobre el país organizadas por la Asociación por los Derechos Humanos en Afganistán (ASDHA), sus recuerdos e impresiones de un conflicto que el próximo 2014 cerrará un capítulo de su historia con la salida de las tropas internacionales.

Pregunta: En el momento en el que se produjo la intervención en el país, en el año 2001, usted ha manifestado que respaldaba la misión ya que consideraba que se podía hacer mucho por la situación que se vivía. ¿Sigue pensando igual? ¿cree que realmente ha merecido la pena?

Respuesta: Debido a mi trabajo en el Marco de Naciones Unidas ya había participado en misiones internacionales como la de Timor Oriental. Los afganos que sabían el papel internacional en este país me preguntaban los motivos por los que la comunidad internacional no intervenía en Afganistán. Cuando se produjo el 11-Sapoyé, como creo que la mayoría de los afganos, la decisión de intervenir.

Tenía la esperanza de que realmente se iba a terminar con los talibanes pero desgraciadamente se cometieron errores como fue el hecho de que Estados Unidos, tras la Conferencia de Bonn en el año 2001, decidieran hablar con los señores de la guerra y, al fin y al cabo, permitir que estuvieran en el poder. No tenían el menor apoyo y supuso el principio de la desconfianza entre los afganos, que empezaron a dudar de los verdaderos objetivos de la comunidad internacional en su país.

Nunca ha quedado del todo claro cuál ha sido el objetivo de la comunidad internacional en Afganistán

La desconfianza terminó por crear una mala sensación, base de la situación actual en la que la población percibe ya a las tropas como una ocupación, no creen que estén ahí para traer la democracia, pero al mismo tiempo sienten miedo a la hora de pensar en la retirada.

Con todo, sí ha merecido la pena intervenir pero es cierto que dada la magnitud del esfuerzo que se ha hecho, las mejoras han sido escasas. Pero las hay: un gobierno elegido legítimamente por el pueblo, un Parlamento -que es cierto que su mayoría se opone al gobierno del actual presidente, Hamid Karzai- se ha avanzado mucho en materia de derechos de las mujeres, de la educación, y hay una libertad de prensa no vista antes en Afganistán.

P: Usted habla de que se han pertido oportunidades por culpa de los errores cometidos. ¿Cuáles son?

R: El apoyo a los señores de la guerra dejó la desconfianza actual, tampoco se tuvo en cuenta que en Pakistán había santuarios de talibanes ( no empezaron a percatarse hasta el año 2008) y no se tuvo en cuenta a otros países esenciales por su posición geográfica. Es el caso de Irán, que jugó un papel muy importante en la Congerencia de Bonn y hubiera sido muy positivo seguir contando con su colaboración.

En materia interna del país, el gran fallo reside en que se confió en Karzai como el "hombre milagro", capaz de dirigir a todo su país en lugar de focalizar esfuerzos en las instituciones con las que dar forma a un Gobierno consolidado.

P: ¿Cómo considera que ha sido el papel europeo? ¿Y el de Estados Unidos?

La OTAN se ha limitado a un papel pasivo, tipo el que llevó a cabo a raíz del Pacto de Varsovia (1955), según el cual Estados Unidos decide y los demás se suman. Me apena que Europa sea incapaz de proponer alternativas a los planes de Estados Unidos en el país.

De otro lado, tampoco ha quedado nunca del todo claro cuál ha sido el objetivo de la comunidad internacional. En el caso de EE.UU., no se precisó si consistía en deshacerse de Al Qaeda y de los talibanes o si pretendía también crear un nuevo Estado creando instituciones. Se ha ido variando en uno u otro sentido y el resultado ha sido que ni la opinión pública occidental tiene claro cuál es el motivo de la intervención y lo mismo sucede con la población afgana.

Esta falta de visión a largo plazo ha terminado por crear confusión.

P: El futuro de Afganistán pasa ahora por consensuar unas negociaciones que tienen como objetivo un acuerdo de paz. ¿Qué se ha hecho hasta ahora? ¿Cree realmente que las negociaciones pueden funcionar?

R: Ahora lo que hay son contactos y a lo máximo conversaciones en las que, por fin, ha sido posible la apertura de una oficina en Qatar con la que parece que los talibanes se muestran dispuestos a colaborar. Esta iniciativa, si bien es cierto que puede falcilitar los contactos, no debería ser excluyente del hecho de que sean los propios afganos los que estén al frente pero eso sí, con la ayuda de mediadores. Es necesario que haya una convergencia sobre los objetivos de todos los implicados.

Era necesario y lógico que España estuviera presente en Afganistán

Si hubiera una negociación bien llevada, se podría llegar a un acuerdo en un plazo de unos dos años y medio. Pero tendría que ser un acuerdo de paz verificable y moderado por Naciones Unidas. Pero también sería fundamental la implicación de países clave: Pakistán, Irán, India o Rusia. Pero por el momento, en las conversaciones, Estados Unidos debería estar informando constantemente a Pakistán e India pero, ¿cómo hacer que Irán esté implicado en un momento en el que vive las peores relaciones en años con EE.UU?.

P: ¿Y si ahora hay un repunte de la violencia de la mano de talibanes más jóvenes que se opongan a todo tipo de negociación?

R: Es un riesgo, un peligro que está ahí. Siempre he criticado, al igual que muchos compañeros mios, la táctica del general David Petraeus de ir asesinando a los líderes de los talibanes ya que tememos que hayan sido sustituidos por jóvenes menos dados a seguir directrices y, consecuentemente, más peligrosos.

P: En el caso concreto de España, ¿cómo valora su papel en el país? Estamos ante una de las operaciones exteriores más costosas y mortales (se ha cobrado la vida de más de un centenar de personas y ha costado cerca de 2.500 millones) de los últimos 20 años, ¿ha merecido la pena?

R: En cualquier conflicto armado se van a dar bajas. Lo peor en el caso de España ha sido que muchas de las muertes se han debido a errores. Aún así, todavía es pronto para decir si ha merecido la pena o no. Eso sí, era necesario y lógico que España estuviera presente y ha valido la pena aunque en conjunto los resultados no hayan sido tan buenos como se esperaban.

P: Para terminar, ¿cuáles son sus sentimientos hacia Afganistán después de todo este tiempo?

R: De una gran simpatía. He pasado mucho tiempo allí de la mano de la ONU y de la UE. Han sido más de ocho años ocupándome de este país por el que siento una gran pasión así como por los afganos. Sigo pensando que teníamos que estar ahí. Todavía le debemos mucho a Afganistán.