La tragedia de Port Said reaviva las protestas en Egipto y enfrenta a militares e islamistas
- El Parlamento, controlado por los islamistas, denuncia la negligencia policial
- El primer ministro, nombrado por los militares, acepta la responsabilidad polítca
- El director del estadio dice que la Policía no cargó por miedo al linchamiento
- Convocan manifestaciones de protesta en el Ministerio de Interior
Egipto se levanta este jueves aún conmocionado por la salvaje batalla entre los aficionados de dos clubes de fútbol que costó este miércoles la vida a 74 personas, que puede convertirse en un elemento que reavive las protestas contra la junta militar egipcia que gobierna el país.
El presidente del Parlamento egipcio, el islamista Saad Katatni, ha denunciado claramente este jueves que la tragedia fue debida a "la deficiencia y la negligencia" de los cuerpos de seguridad.
Katatni, miembro del Partido Libertad y Justicia (PLJ), brazo político de los Hermanos Musulmanes, ha considerado que las fuerzas de seguridad "no cumplieron ni con su misión ni con su profesión por la falta de organización ante estos acontecimientos", en una sesión de urgencia en el Parlamento.
Las palabras de Katatni reflejan la indignación de los políticos, especialmente de los Hermanos, por la exigua presencia de las fuerzas de seguridad en el tenso encuentro, que incluso ha llevado a algunos activistas contrarios a la junta a acusar a los militares de permitir e incluso causar los enfrentamientos.
Y es que las circunstancias actuales, con el país convertido en un polvorín tras la revolución que acabó hace un año con el régimen de Hosni Mubarak, han llevado a los principales actores políticos a extraer conclusiones que van más allá de una mera confrontación entre hinchas radicales.
El presidente del Parlamento ha hecho estas declaraciones en una sesión de emergencia para discutir la violencia desatada el pasado miércoles, mientras los Hermanos hablando directamente de una mano "invisible" detrás de la tragedia.
El primer ministro egipcio acepta su responsabilidad
Ante esta situación el primer ministro egipcio, Kamal Ganzuri, nombrado por los militares, ha reconocido su responsabilidad política por los disturbios y ha asegurado que está dispuesto a rendir cuentas si se lo piden.
El primer ministro ha informado a la Cámara Baja del Parlamento de que ha destituido al jefe de los servicios de Inteligencia y de Seguridad de la ciudad mediterránea de Port Said, donde ocurrieron los sucesos, y al presidente de la Federación de Fútbol Egipcia. También ha aceptado la renuncia del gobernador de Port Said.
Por su parte, el Ministerio del Interior, cercano a los militares, ha culpado de la violencia a una parte de la multitud que, según ha asegurado, deliberadamente causó "la anarquía, los disturbios y la estampida".
Este lenguaje es similar al empleado en los violentos choques que dejaron decenas de muertos a finales del año pasado, cuando la violencia con la que el ejército reprimió las protestas hizo estallar de nuevo los enfrentamientos.
Mientras, la Junta Militar ha anunciado la formación de un comité de investigación sobre los sucesos. El jefe del Consejo de las Fuerzas Armadas y hombre fuerte del país, el mariscal Mohamed Hussein Tantawi, se reunió con futbolistas y anunció que los incitadores de la invasión del campo serían perseguidos.
"Estos incidentes ocurren en todo el mundo (...) He dado órdenes de comenzar una investigación inmediata. Desde ahora mismo el fiscal investigará esta situación lamentable que apena a los egipcios, los implicados serán juzgados con justicia y nos aseguraremos de localizar a los incitadores de este incidente", ha dicho Tantaui, quien además se comprometió a compensar a las familias de las víctimas.
Protestas en Tahrir
Pero los críticos con el papel de la junta, que ha prometido marcharse a mediados de año, consideran que está sembrando el desorden en Egipto para frustrar la transición a un poder civil que recortará sus privilegios, presentándose como salvadores de la patria y mantenedores del orden.
Los activistas han respondido con una manifestación a las 16:00 horas (15:00 hora española) desde la sede del club Al Ahli en el centro de El Cairo hasta el Ministerio del Interior para protestar contra lo que un ministro ha calificado como el peor desastre de la historia del fútbol egipcio.
"La junta militar quiere probar que el país se dirige hacia el caos y la destrucción. Son los hombres de Mubarak. Están desarrollando su estrategia cuando dicen 'elegirme a mí o elegir el caos'", ha denunciado Mahmoud el-Naggar, un técnico de laboratorio de 30 años y miembro de la Coalición de los jóvenes de la revolución en Port Said.
Por lo pronto, este jueves unidades y helicópteros del Ejército y de la Policía de se han desplegado en Port Said, mientras que en El Cairo grupos de manifestantes han cortado al tráfico la plaza Tahrir y los accesos a la sede de la radiotelevisión egipcia en protesta por la tragedia.
Una fuente de los servicios de seguridad ha declarado a Efe que los manifestantes impiden el acceso de los vehículos a Tahrir, donde hay cientos de personas acampadas desde el pasado día 25 de enero para pedir la renuncia de la Junta Militar que gobierna el país.
No actuaron "por miedo"
El director del estadio de Port Said, Mohamed Yunis, ha denunciado que la Policía no actuó porque tenía miedo de los hinchas, según informa Efe.
"Los policías no actuaron porque tenían miedo, se limitaron a mirar porque temían que les lincharan", ha señalado Yunis en el estadio, donde en la mañana del jueves todavía quedaban restos de la batalla campal.
Los enfrentamientos entre hinchas de ambos clubes estalló nada más pitar el árbitro el final del partido que habían ganado los locales de Al Masry frente al club cairota Al Ahly por 3-1.
La actitud pasiva de los agentes que vigilaban el partido contrasta con la brutalidad con la que han reprimido las manifestaciones en El Cairo y en otras ciudades, y cuyas escenas de violencia han dado la vuelta al mundo.
El corresponsal de la BBC en Egipto, Jon Leyne, afirma que la falta de la seguridad habitual en el estadio pudo haber contribuido a los sucesos, y que muchos aficionados portaban armas blancas.
Según ha explicado a Efe un testigo presencial de los hechos, Hosam Mohamed Mustafa, los hinchas del Al Masry amenazaron de muerte desde el comienzo del encuentro a los seguidores y jugadores de rivales, y al final se lanzaron al campo para perseguirlos.
Aunque la violencia en los estadios egipcios es un fenómeno habitual, nunca se había llegado nunca a este extremo. Hace ahora 38 años, el 11 de febrero de 1974, el fútbol egipcio vivió otra gran tragedia, con el hundimiento del estadio del Zamalek en El Cairo, cuando fallecieron 48 espectadores al hundirse una tribuna.