El voluntario, un respiro entre "casa, hospital, batas blancas, protocolos y supervivencia"
- Su labor es bidireccional, beneficia tanto a padres como a niños
- Las largas estancias en el hospital y en casa deterioran las relaciones
- El trabajo de los voluntarios fortalece la autoestima y les aleja del cáncer
Gustavo tiene 37 años, ejerce de publicista y como voluntario se ha convertido en una de las pocas figuras que un niño con cáncer tiene fuera de su “burbuja familiar y hospitalaria”. Su labor dentro de la Fundación de Oncología infantil Enriqueta Villavechia es “ser uno más” con chavales que se han visto apartados de su círculo escolar y de amistad por la enfermedad.
“Son pacientes que están las 24 horas pendientes de tratamientos médicos. Nuestra función es poco a poco arrancarlos del ámbito familiar, ser uno más con ellos, que puedan reír y hablar de lo que sea, de películas, de sexo, de qué es esto, de qué es lo otro. El ritmo lo marcan ellos porque tú estás allí para que se olviden de los protocolos, de las pastillas y de las transfusiones” comenta Gustavo Escayola.
“Tú estás allí para que se olviden de los protocolos, de las pastillas y de las transfusiones“
El programa de voluntarios a domicilio funciona “bajo estricta autorización de los hospitales” con los que trabaja esta entidad privada y ofrece tanto "un momento de descarga para los padres" como la oportunidad a esos niños y adolescentes que han quedado "aislados", a "tratar de reincorporarse a la sociedad y aumentar su autoestima y autonomía" indica Anna Varderi, responsable del área de proyectos de la fundación Enriqueta Villavechia.
“Nunca va solo un voluntario a las casas. Hay veces que basta con dos personas y otras hacen falta cinco o seis” comenta Anna a RTVE.es.
Fortalecer su capacidad de relacionarse
Un 80% de los niños con cáncer supera la enfermedad pero muchas veces “con secuelas” ya sean “visuales, psicomotrices o auditivas y todo dificulta al final”.
Además, “la ausencia de colegios, de amigos, etc. es como si de repente desembarcan en la sociedad y tienen que empezar de cero” al no haber vivido circunstancias normales como “salir, rebelarse o lo que sea” nos cuenta Gustavo
“Cuando estoy practicando voluntariado, se me quitan todas las tonterías. Es como si me hubieran hecho una transfusión de vida“
Unas veces “tienen un carácter muy inocente, muy infantil y en otras son como muy maduros porque han vivido un mundo muy adulto entre la familia y los médicos, se nota que les ha faltado esta parte intermedia” relata este experimentado voluntario que destaca, no obstante, “la lección que dan”.
“Su fortaleza es bastante superior a la de la media. El mecanismo de valorar, lo tienen tan desarrollado y nosotros tan atrofiado… Es la gran enseñanza del voluntariado. Cuando estoy practicando voluntariado, se me quitan todas las tonterías. Es como si me hubieran hecho una transfusión de vida” afirma este voluntario que recaló en esta actividad gracias al portal hacesfalta.org.
“Te das cuenta de dónde estas, de lo que eres y de lo que tienes. Por eso engancha tanto. Es gente muy luchadora, tú lo que tienes es el conocimiento de la sociedad y les ayudas, pero la fortaleza casi te la dan ellos a ti. Al final es un intercambio, un feedback, un quid pro quo” relata Gustavo, que por último nos cuenta entre risas las lecciones de “ligoteo” que un niño con cáncer de ocho o diez años le dio en una ocasión. “Una conversación como ésta no tiene precio” asegura a RTVE.es