Sarkozy entra en campaña
- No era su plan inicial ya que pretendía dilatar la presentación hasta marzo
- "Sí, soy candidato a la elección presidencial", dijo en la TF1
- Hollande y Sarkozy se están separando en las últimas encuestas
El presidente Nicolas Sarkozy ha oficializado este miércoles su entrada en campaña, según la mesiánica fórmula de un hombre al encuentro del pueblo. Eligió una entrevista en la TF1, en el informativo de máxima audiencia de Laurence Ferrari. "Sí, soy candidato a la elección presidencial", fue su respuesta directa a una pregunta simple.
No era su plan inicial. Sarkozy pretendía dilatar la presentación hasta marzo, como habían hecho otros antecesores suyos, como De Gaulle, Valéry Giscard D'Estaing o François Mitterrand. Al menos en dos de ellos, la prolongación del suspense se reveló acertado, al ser reelegidos. La estrategia de Sarkozy apuntaba a que el papel institucional de presidente de la República sería rentable en términos electorales.
Lo había sido en 2007, cuando mantuvo su cargo de ministro del Interior hasta ultimísima hora. Esa cartera fue la palanca fundamental para autentificar en hechos su estrategia política de entonces de mano dura contra la inseguridad ciudadana, su discurso contra la inmigración abusiva y de la identidad nacional. Desde ella pescó a mansalva en los caladeros del Frente Nacional.
Hoy, la presidencia de la República no ofrece un trampolín convincente para sumergirse en las mismas aguas.
Al comienzo de 2012, las encuestas mostraban que las distancias con el, por el momento, favorito François Hollande no se acortaban, manteniendo 4 o 5 puntos de diferencia y aún más en la segunda vuelta.
A Sarkozy le toca ahora invertir las tendencias investido ya con sus nuevos hábitos de candidato, aunque sin olvidar su papel institucional de presidente de la República.
En una cosa sí ha acertado: Hollande y Sarkozy se están separando en las encuestas, quizá irreversiblemente, de los otros dos competidores, la frentista Marine Le Pen y el centrista François Bayrou.
Como ocurrió en 2007, a poco más de dos meses del 22 de abril, la fragmentación de la opinión pública francesa se decanta hacia una elección clásica derecha-izquierda.
El referéndum como arma política
Según sus asesores, Sarkozy debe colocarse en medio del debate político destilando propuestas que obliguen a sus adversarios a tomar posición. No le será fácil esa doble interpretación un poco tramposa entre su estatus de presidente en ejercicio durante los últimos 5 años y el de aspirante obligado a lanzar nuevas propuestas.
El primer intento lo hizo el jueves en su primer mitin en Annecy (Alta Saboya). Allí volvió a sus temas clásicos del trabajo, la responsabilidad y la autoridad, las perniciosas consecuencias de las 35 horas, la desleal competencia exterior, la imagen del capitán en la tormenta de la crisis, la energía nuclear como garante de la independencia energética.
Los calurosos aplausos cosechados pudieron sonarle a una repetición de 2007, el bálsamo de fierabrás de los líderes, vitaminas para sentirse querido entre los suyos, aunque el ejercicio tenga ya mucho de ritual, porque Sarkozy ha recorrido miles de kilómetros con los mismos argumentos.
La novedad (relativa porque ya la avanzó en su entrevista a Figaro Magazine) fueron los referendos: la consulta directa al pueblo francés para zanjar cuestiones controvertidas. El primero, sobre los derechos de los desempleados, los subsidios y los planes de formación. El segundo, sobre la inmigración.
Su argumentación es que una parte del pueblo se siente excluida de la vida política por la acumulación de instituciones e intereses no siempre legítimos que le impiden manifestarse y le anulan como agente político. La consulta directa, "como cuando De Gaulle instauró la elección por sufragio universal de presidente de la República", permitirá un protagonismo hoy frustrado.
Su discurso de fondo incorpora una protesta contra las élites del poder y los intereses creados, el "sistema" que se decía en España, sorprendente viniendo de quien viene.
Si buscan en las hemerotecas, Sarkozy no ha sido nunca un entusiasta del referéndum. En 2005 desaconsejó a Chirac la consulta sobre la Constitución Europea, a la postre fracasada. Los políticos debían hacer su trabajo, decía, que consiste en resolver problemas, no en transferirlos.
Los analistas franceses señalan que estos primeros días de la carrera presidencial abierta serán claves para atisbar la recuperación o no de su candidatura. Sarkozy parece hacer otro, el de una carrera continua y ascendente que debe durar nueve semanas y media para pasar la primera vuelta del 22 de abril con visos razonables de ganar la segunda el 6 de mayo. La carrera está en marcha.