Los conservadores iraníes agitan la amenaza exterior para llamar a la participación electoral
- La ausencia de los reformistas limitan las opciones a facciones conservadoras
- Rafsanyani reaparece para criticar a Ahmadineyad
- Las amenazas externas pueden reforzar al ala más dura
La participación es la principal incógnita de las elecciones legislativas de este viernes en Irán, las primeras después de las presidenciales de 2009, en las que las denuncias de fraude dieron lugar a una protesta reprimida de forma sangrienta. Una gran parte de los 48 millones de votantes potenciales puede quedarse en casa, sobre todo en las ciudades.
Los reformistas del expresidente Mohamed Jatamí han anunciado su boicot, mientras que el efímero Movimiento Verde, que dio vida a las protestas de 2009, está prácticamente eliminado y sus líderes, Mir Hossein Mousavi y Mehdi Karoubi, bajo arresto domiciliario. Las opciones se limitan por tanto a una lucha entre diferentes facciones conservadoras, aunadas en torno a dos figuras: el líder supremo, Alí Jamenei, y el presidente, Mahmud Ahmadineyad.
De la batalla sorda entre ambos pueden beneficiarse una tercera facción del stablishment, considerada más aperturista y partidaria de contemporizar con los reformistas, cuya figura más conocida es el incombustible expresidente Ali Akbar Hashemi Rafsanyani.
Una elección limitada
De los 5.382 candidatos inscritos, solo 3.467 han pasado la criba del Consejo de Guardianes de la Revolución para concurrir a los 290 escaños del Majles o Parlamento. A la condición de conformarse a la pureza religiosa, en esta ocasión se ha sumado, según informa el corresponsal de Efe Chema Ortiz, que los candidatos deben poseer un máster universitario, una condición que solo cumple el 1% de la población.
El movimiento de protesta, conocido por usar el color verde, está prácticamente desaparecido. Amnistía Internacional ha denunciado que la represión es continua desde 2009. Los líderes de la protesta, como el candidato presidencial Mir Hossein Karrubi, están en arresto domiciliario y no pueden comunicarse con el exterior.
En liza quedan los candidatos de las dos facciones más conservadoras: los principistas o partidarios de Jamenei se agrupan en el Motahed (Unión), mientras que los seguidores de Ahmadineyad configuran la alianza Paidari (Resistencia).
Aunque a menudo se le representa en Occidente como un gobernante absolutista y extremista, el presidente iraní está en inferioridad de condiciones respecto a sectores más inmovilistas, que le acusan de desviacionista y corrupto, y de poner en duda la preeminencia del Líder Supremo sobre el poder político.
De esta lucha por el poder da cuenta el hecho de que Ahmadineyad va a ser el primer presidente del país en comparecer para dar explicaciones al Parlamento, el próximo día 5 de marzo. Su asesor de prensa, Ali Akbar Javanfekr, fue condenado en noviembre de 2011 por difundir informaciones contrarias a la ley islámica.
En caso de una victoria de los partidarios de Jamenei, este ya ha adelantado que podría promover un cambio institucional para que la figura del presidente sea elegida por el Parlamento, y no por votación directa, reforzando así el poder del Líder Supremo, que no está sometido a ninguna elección democrática. Jamenei es, además, contrario a cualquier acercamiento a EE.UU.
La esperanza de Ahmadineyad es que los comicios sitúen en buena posición a sus partidarios para buscar un candidato para las elecciones presidenciales de 2013, cuando deberá abandonar el cargo según la ley iraní. Para ello juega la baza del manejo de los subsidios, especialmente entre la población rural, según explica Pepe Escobar en Al Yazira.
Liberales y reformistas
Por el contrario, los iraníes urbanos no han demostrado un gran interés la campaña. Su principal preocupación es la cesta de la compra. Las sanciones impuestas por la UE y EE.UU. se han traducido en una fuerte subida de precios, según Efe, sobre todo en productos importados, en vísperas de las celebraciones familiares del Año Nuevo iraní. Los comerciantes, tradicionalmente muy influyentes, también han visto encarecerse las divisas para sus transacciones.
A ese sector apela el difuso campo liberal, que pone sus esperanzas en la figura de Ali Akbar Hashemi Rafsanyani, quien fuera cercano colaborador del ayatolá Jomeini. El veterano dirigente, criticado por sus políticas neoliberales y acusado de corrupción durante sus años al frente del gobierno de la República, es ahora el presidente del Consejo de Discernimiento, el órgano que dirime las disputas entre instituciones. Pero su mandato también está pronto a su fin, con lo que desaparecerá la única figura que puede competir con Jamenei.
En una entrevista en el diario Shargh, Rafsanyani asegura que la política de la actual administración, tanto en el plano económico como en el de las relaciones internacionales, "tendrá graves consecuencias" para el país. "¿Qúe le ha ocurrido a la responsabilidad de este gobierno? ¿Cuántos de los beneficios del petróleo llegan al resto de la sociedad? ¿En qué han quedado la obediencia a la ley o nuestras relaciones internacionales?", se pregunta, y recuerda los "fuertes lazos" que Irán forjó con la comunidad internacional tras la guerra Irán-Irak.
A pesar de la falta de entusiasmo, las amenazas externas de EE.UU. y especialmente de Israel pueden contribuir a que la población deje de lado sus rencillas políticas internas en una reacción nacionalista, y opten por el discurso duro de Jamenei. Así ocurrió cuando Estados Unidos respondió a los acercamientos de la presidencia de Mohamed Jatamí incluyendo a Irán en el "Eje del Mal". El bloqueo internacional y los problemas económicos debilitaron entonces la posición de Jatamí y del campo reformista, abriendo la puerta a Ahmadineyad.