El Supermartes refleja las dos almas republicanas
- Romney se afianza en número de delegados pero no gana confianza
- Santorum y Gingrich logran apoyos suficientes para seguir en la carrera
- Ohio muestra la división interna del voto republicano a nivel estatal
Cuando un recuento agónico acompañó al recuento de Iowa pareció una casualidad primeriza. Despúes, la ajustada victoria de Mitt Romney en Michigan, su estado natal, se presentó como una broma pesada. Pero a la tercera, en el estado clave de Ohio, donde los votantes republicanos se dividieron por la mitad entre el favorito y su alternativa ultraconservadora, Rick Santorum, ha quedado claro que el Partido Republicano tiene un problema.
La cuestión no es matemática. Tras el Supermartes puede que Romney no haya conseguido una victoria arrolladora -ha sumado más victorias que sus rivales pese al triunfo pírrico de Ohio- pero sí ha logrado aumentar su ventaja de forma significativa de cara a la convención de Tampa en agosto, donde se elegirá al sucesor de Barack Obama.
Ahora está por encima de los 300 delegados más del doble que su principal rival y supera la suma de los delegados de los otros tres candidatos.
Y, sin embargo, ni Newt Gingrich ni Rick Santorum tienen la menor intención de abandonar la carrera, tal y como sí hicieron otros perdedores de los Supermartes en primarias anteriores.
Ohio como síntoma
Un análisis pormenorizado de los resultados de esta jornada evidencia por qué: aunque Romney cuenta con más medios y el apoyo del establishment del Partido Republicano, ambos han identificado un electorado que les escucha y que no quiere la opción moderada que encarna el gobernador de Massachussetts, en un partido que en los últimos cuatro años ha virado aún más a la derecha bajo los auspicios del Tea Party.
El impulso de este movimiento, que sirvió a los republicanos para reconquistar la Cámara de Representantes en 2010, ha provocado la fractura del voto republicano, tal y como se refleja en un análisis pormernorizado de los resultados de Ohio.
Allí, Santorum arrasa en los condados rurales, donde la derecha evangélica y socialmente conservadora es mayoría entre el voto republicano, pero en ciudades como Toledo, Columbus, Cincinnati o Cleveland se impone el voto moderado de Romney.
A nivel federal, la misma división se repite, tal y como se aprecia en los estados del Supermartes. Romney gana con amplio margen en la rica y liberal región de Nueva Inglaterra mientras que Santorum vence en el rural medio oeste, menos preocupado por los impuestos y más por los valores.
El favorito republicano ha hecho su vida política en el nordeste y por eso arrasa en Massachussetts y gana en Vermont, tal y como ya hizo en New Hampshire.
A estas victorias hay que añadirle la de Virginia, un 'rara avis', ya que se trata de un estado del sur donde se ha aprovechado de la ausencia de Santorum y Gingrich para lograr la mayor parte de los delegados con la única competencia del congresista Ron Paul.
Además, ha vencido en Idaho, un estado de población mormona, como él, y con una composición socieconómica con paralelismos con Nevada, donde también ganó con facilidad.
Bloque conservador
Sin embargo, junto a esa mayoría de estados -que en el caso de Nueva Inglaterra suele votar mayoritariamente a los demócratas en las presidenciales- hay otros dos grupos que se han formado y que muestran en ambos casos el rechazo de la derecha conservadora y ultrareligiosa a cualquier intento de moderación para atraerse el centro político.
Santorum ha conseguido que el medio oeste abrace su candidatura. Primero con Iowa, después con Colorado, Minnesota y Misuri y ahora con Tennessee, Oklahoma y Dakota del Norte, el exsenador por Pensilvania ha conseguido una base electoral que le permite sobrevivir durante varias semanas en la carrera pese a la ventaja de Romney.
Mientras tanto, Gingrich se ha labrado otro feudo, el sur tradicional, con su victoria en Georgia, espejo de la que ya consiguió en Carolina del Sur.
El expresidente de la Cámara de Representantes, dado por muerto por muchos analistas, tiene ahora posibilidades inmediatas de crecimiento con las primarias de Alabama y Misisipí en los próximos días.
En esos estados se avecina la próxima batalla, la de los dos candidatos conservadores, conscientes de que las citas se acaban y que compiten por el mismo espacio.
"Gingrich ha conseguido una gran victoria en Georgia y estoy seguro de que se siente bien pero siendo realista es difícil ver dónde más puede ganar", ha apuntado a Reuters el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Emory, Alan Abramowitz, que considera que Santorum tratará de explotar su popularidad para arrebatarle el sur a Gingrich.
Pero después de esos estados llegan de nuevo citas como Illinois o Wisconsin, donde Romney volverá a enfrentarse a nuevas pruebas de un examen que, para su desgracia, aún no ha logrado aprobar.