La crisis humanitaria de las montañas sudanesas de Nuba aviva la tensión entre norte y sur
- El actor George Clooney ha sido detenido por protestar contra el Gobierno de Jartúm
- Acusan a Sudán del norte buscar una limpieza étnica en la zona
- Los habitantes de las montañas Nuba apoyaron al Sur durante la guerra civil
La detención del actor George Clooney tras una protesta contra la embajada de Sudán en Washington ha conseguido parte de su objetivo: captar la atención sobre un conflicto marginado de la agenda internacional. Clooney y el resto de activistas se han manifestado para acusar al presidente sudanés, Omar al-Bashir, de causar una crisis humanitaria por bloquear el acceso de comida y ayuda en la región de las montañas de Nuba, en la frontera con Sudán del Sur.
El pasado domingo, un ex funcionario de la ONU, Mukesh Kapila, aseguró que tenía pruebas de que el gobierno estaba cometiendo crímenes contra la humanidad en las montañas de Nuba en la zona del Kordofán. Kapila, aseguró que durante su visita a Kordonfán el pasado 28 de febrero vio los aviones del gobierno atacando a los aldeanos no árabes, y destrozando sus cultivos.
“Tuve un sentimiento de ‘deja vu’, como si hubiera vuelta a Darfur en 2004, cuando yo era el residente de la ONU y coordinador de asuntos humanitarios", dijo Kapila a Reuters en una entrevista en Londres. Sudán “organizó el primer genocidio del siglo en Darfur, y la segunda se está desarrollando en Nuba" añadió.
El conflicto de las montañas de Nuba
Kapila no es el único que ha hecho este llamamiento. Varios funcionarios estadounidenses y expertos en ayuda humanitaria han advertido que hasta 250.000 personas en el sur de Kordofan y del Nilo Azul, zonas de Sudán del Norte fronterizos con el sur, están al borde de la hambruna, según Reuters.
Han exigido Jartum que deje de bloquear el acceso a los grupos humanitarios como la Cruz Roja, la Media Luna Roja para que puedan entrar y facilitar ayuda a estas poblaciones.
Las montañas de Nuba, que se extienden por unos 48.000 kilómetros cuadrados, es una zona de Sudán del norte fronteriza con el Sur en la que viven una serie de grupos étnicos no árabes cuyas guerrillas apoyaron al Sur durante la guerra civil. Los habitantes de las montañas de Nuba quedaron fuera del acuerdo que permitió la celebración del referéndum que supuso la independencia del sur y se encuentran en territorio hostil.
De hecho, algunos de esos movimientos armados, como los rebeldes del Movimiento de Liberación del Pueblo Sudanes-Norte (SPLM-N), aún luchan contra el ejército de Jartum. Según algunas agencias humanitarias, desde el pasado julio, el gobierno de Jartúm ha lanzado una ofensiva contra esta población.
Tensión por el petróleo
El conflicto de las fronterizas montañas de Nuba es un problema heredado de la terrible guerra civil que vivió Sudán. Cuando el 9 de julio de 2011 Sudán del Sur declaró su independencia, parecía que se había encontrado un final más o menos feliz a uno de los más sangrientos y largos conflictos de África.
Sin embargo, la lucha por el petróleo ha vuelto tensar aún más las relaciones entre ellos. El 75 % del ‘oro negro’ de la zona se encuentra en Sudán del Sur, pero la infraestructura para explotarlo y comercializarlo se encuentra en el norte.
Entre ellos hay un fuerte enfrentamiento por el pago que el Ejecutivo de Jartúm ha impuesto al Gobierno sursudanés por usar sus oleoductos y transportar el crudo que produce a las refinerías del norte para su comercialización. Sudán del Sur decidió paralizar en enero la producción de petróleo, unos 350.000 barriles diarios, en respuesta a la supuesta confiscación de su crudo mientras pasaba por los oleoductos de Sudán.
Esa decisión y la falta de un acuerdo para solventar la crisis entre ambos preocupa a la ONU debido al impacto sobre la economía sursudanesa que tiene la falta de ingresos por crudo.
”El impacto es claramente considerable. El crudo supone hasta el 98 % de los ingresos nacionales y no se puede privar de esa cantidad de ingresos sin que la economía se resienta de manera importante", dijo a la prensa el embajador británico ante la ONU, Mark Lyall Grant, presidente de turno del Consejo de Seguridad.