Varios testigos confirman los indicios que inculpan a los imputados en el caso Faisán
- El cuñado del dueño del bar declara datos incompatibles con la versión de la defensa
- Cuatro agentes refutan algunos datos que sostenían la versión alternativa
- Los investigadores fueron los primeros en descubrir el chivatazo
Varios testigos desacreditaron este lunes ante el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz la versión alternativa de cómo tuvo lugar el chivatazo del "bar Faisán" de Irún (Guipúzcoa), una hipótesis que sugiere que la delación se produjo una hora más tarde de lo establecido en la investigación y que señala que en la misma no participaron los imputados, sino miembros del propio equipo investigador.
Uno de estos testigos fue Carmelo Luquín, el yerno del dueño del "bar Faisán", Joseba Elosua, y la persona que, momentos después de que se produjese el chivatazo el 4 de mayo de 2006, le trasladó hasta Francia para que alertara de la operación policial que se iba a llevar a cabo al miembro del aparato de extorsión de ETA José Antonio Cau Aldanur.
Luquín señaló que se encontraba trabajando en la perfumería de la familia Elosua cuando su suegro entró en el establecimiento y relató como una persona le había pasado un teléfono, a través del cual un policía le había advertido de la operación que se iba a llevar a cabo contra la banda terrorista, según informaron fuentes jurídicas.
El testigo dijo que siguió trabajando en la perfumería hasta que cerró el local a las 12.30 horas, cuando acudió al bar Faisán. Luquín explicó en su declaración, que duró poco más de 15 minutos, que se encontró a Elosua visiblemente nervioso y que se ofreció a trasladarle a Francia.
Estos datos entrarían en colisión con la versión alternativa, que asegura que la delación se produjo en realidad a las 12.26 horas, y no a las 11.23 horas. Las fuentes consultadas explicaron que resulta difícil que entre el momento en el que Elosua entra en la perfumería para comunicar que le han pasado un teléfono móvil y el momento en el que Luquín se desplaza al bar Faisán, sobre las 12.30 horas, transcurriesen solo cuatro minutos.
En el viaje a Francia, Elosua señaló a su yerno que una persona le había entregado un móvil a través del cual un policía le había advertido de la operación que se iba a llevar a cabo contra la banda terrorista y que había hecho referencia a la necesidad de "no fastidiar todo el proceso". Esta conversación fue grabada gracias a una baliza instalada en el coche. Luquín estuvo acompañado en la Audiencia Nacional por el hijo del dueño "bar Faisán", que se llama igualmente Joseba Elosua.
Los investigadores, los primeros en detectar el chivatazo
El magistrado tomó, asimismo, declaración, también en calidad de testigos, a dos agentes de la Unidad Central de Apoyo Operativo (UCAO) de la Policía Nacional, a dos de los policías que formaban parte del operativo policial presente en los alrededores del "bar Faisán" el día del chivatazo y a dos agentes del equipo del comisario Carlos Germán, que investigó la delación.
Los agentes de la UCAO, que se encargaron de grabar la baliza instalada en el coche de Luquín, señalaron ante el juez que no llegaron a escuchar su contenido. Las fuentes jurídicas consultadas indicaron que en las declaraciones ha trascendido que fueron los propios miembros del equipo investigador los primeros en acceder al contenido de la conversación entre Elosua y su yerno y los primeros en darse cuenta de que se había producido un chivatazo.
Este extremo también contradice la versión alternativa, que asegura que fue un miembro del equipo investigador, liderado por el comisario Carlos Germán y que se iba a encargar de realizar la operación contra el aparato de extorsión de ETA, el autor de la delación.
El auto de procesamiento dictado por Ruz el pasado 13 de julio, que fue revocado por la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, aseguraba que fue el inspector Ballesteros la persona que entregó a las 11.23 horas del 4 de mayo de 2006 a Joseba Elosua, dueño del bar Faisán de Irún (Guipúzcoa) y presunto enlace del aparato de extorsión de ETA, un móvil.
El magistrado sostenía también que a través de ese móvil, el jefe superior de Policía del País Vasco, Enrique Pamiés, alertó a Elosua de la operación que se iba a llevar a cabo contra el aparato de extorsión de ETA. Esta delación habría contado con la colaboración y connivencia del que fuera director general de la Policía Nacional Víctor García Hidalgo. Ballesteros, Pamiés e Hidalgo se encuentran imputados en la causa.