Muti trae a casa el Figaro de Mercadante, una "segunda parte" de las Las bodas de Fígaro
- El público aclama I due Figaro de Mercadante bajo la batuta de Muti
- Los personajes de Mozart, 20 años después
- Hasta el 30 de marzo en el Teatro Real
Mantillas, geranios y naranjos
Mantillas, peinetas, encajes y colores pastel en los goyescos diseños de Jesús Ruiz, casacas con brillantes bordados, una luna inmensa, un patio lleno de tiestos de geranios, naranjos y una buganvilla gigantesca, dan el toque andaluz a la puesta en escena de Emilio Sagi, con escenografía de Daniel Bianco.
Al final del primer acto, caen las telas que cubren los laterales para mostrar un fondo de espejos tornasoleados en azul que reflejarán el desenredo de los múltiples engaños, en el segundo acto, y que dan otro aspecto al jardín del castillo de los condes donde, entre columnas, tiene lugar la mayor parte de la acción.
Aunque los trueques de decorado nos llevan también en un santiamén a la alcoba de Susana donde dos puertas falsas camufladas en una pared de de azulejos, servirán de escondite a Inés y Cherubino.
Si te gustó -podríamos decir, como con las películas- Las bodas de Figaro de Mozart, te gustará sin duda I due Figaro de Mercadante que podemos ver en Madrid hasta el 30 de marzo. Una nueva producción del Teatro Real realizada junto a los Festivales de Salzburgo y Ravenna y que cuenta con un ingrediente más que interesante: Riccardo Muti dirigiendo a la Orquesta Juvenil Luigi Cherubini, que él mismo fundó en 2004.
Secuela de Le nozze di Figaro
Felice Romano, el libretista de I due Figaro tomó como modelo el Figaro de Mozart (con libreto de Da Ponte). Y por ello, nos encontramos con los mismo personajes (el conde Almaviva, la condesa, Susana, Fígaro, Cherubino) pero en algunos casos, bastante cambiados. Han pasado 15 ó 20 años y el tiempo ha pasado factura.
Si en la obra de Mozart-Da Ponte, inspirada en el texto de Beaumarchais, Fígaro era el héroe simpático, ahora en este melodrama bufo, firmado por Merdadante-Romano y basado en el texto del dramaturgo francés Martelly -que quiso criticar a su colega- Fígaro se convierte en un intrigante rastrero. Tan rastrero que intenta casar a la hija de su patrón con un farsante para beneficiarse de la dote.
Y es el siempre ambiguo paje Cherubino (siempre interpretado por una mujer, aquí Eleonora Buratto) el que aquí le quita protagonismo a Figaro. Él es al principio -mediante disfraz- el 'otro Figaro' y en definitiva, el pretendiente que se enamora y enamora a Inés, la hija de los condes Almaviva.
Intrigas y enredos en las que se mezclan criados y señores, y en definitiva, hombres y mujeres en pie de igualdad ("mala cosa es ser esposa de un marido impertinente" dice Susanna, "mala cosa es ser esposo de una mujer caprichoso", afirma Figaro). Son las mujeres de la casa (condesa, Inés y Susana) las que mueven los hilos, despliegan estrategias y llevan finalmente, el agua a su molino.
“Son las mujeres las que mueven los hilos“
Traer a Figaro a casa
Mercadante que trabajó y vivió en Nápoles, estrenó I due Figaro en Madrid en 1835, tras un intento frustrado en 1826, cuando una orden gubernativo prohibió la representación. El motivo no fue político sino otra intriga pero real: la contralto encargada de dar vida a Susana (Letizia Cortesi) no estaba dispuesta a que Cherubino se luciera más que ella. Se dice que Cortesi era amante del presidente del Consejo de Castilla.
Más allá de ese dato, el tema ambientado en Sevilla y su música plagada de melodías y ritmos españoles, ligan a esta obra con España, como el napolitano Murti ya resaltó en la presentación. Y con Madrid: la partitura permaneció 170 años sepultada, primero en los archivos del Teatro del Príncipe -que dirigió Mercadante- y luego en la Biblioteca Histórica Municipal de Madrid (Conde-Duque) donde la encontró el musicólogo Paolo Cascio que se ha ocupado de editarla.
Por todo ello podemos decir que Muti la ha traído ahora a casa y está triunfando. Si el público del ensayo general del pasado viernes la acogió calurosamente, el público verdadero, el que vio el estreno del domingo, prodigó como nos cuenta Concha Barrigós (Efe), " aplausos y bravos" nada más aparecer en el foso el director de la Sinfónica de Chicago. Y remató cada una de los "cantabile" con más ovaciones. El entusiasta final, -sigue Barrigós- permitió ver "a los espectadores en pie gritando el nombre de Muti, que ha tenido que salir dos veces a saludar"
“los espectadores en pie gritaron el nombre de Muti“
La propuesta del director artístico, Emilio Sagi, que ha recuperado el sugerente y realista patio de sus aclamados El barbero de Sevilla (2005) y Las bodas de Fígaro (2009), continúa la crónica de Efe, "ha gustado también mucho, a juzgar por la intensidad de los aplausos cuando ha salido a saludar acompañado del escenógrafo, Daniel Bianco"
Entre los intérpretes, "los más vitoreados han sido Antonio Polo (conde de Almaviva) pero, sobre todo Eleonora Buratto, en su papel de Susanna".
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