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El "hipnotizador" de Kirchner se hace con YPF

  • El viceministro de Economía será uno de los interventores de la compañía
  • Se le considera el ideólogo de la operación y es de la poderosa "Campora"
  • Con esta operación los jóvenes kirchneristas refuerzan su influencia
  • El fracaso en la Cumbre de las Américas precipita la decisión tras las dudas

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El viceministro de Economía de Argentina, Axel Kicillof, sonríe tras el anuncio de la presidenta.
El viceministro de Economía de Argentina, Axel Kicillof, sonríe tras el anuncio de la presidenta.

El pasado 21 de diciembre Iván Keyn, el joven y prometedor subsecretario de Comercio Exterior de Argentina,  apareció muerto con un cinturón atado a su cuello en un hotel de Montevideo durante una cumbre del Mercosur.

Estrecho amigo de Máximo Kirchner, el hijo de la presidenta, se le consideraba el principal contrapeso de Axel Kicillof, el viceministro de Economía, dentro del grupo La Camporalos jóvenes líderes que tras la muerte del patriarca del kitchnerismo se han ido haciendo poco a poco con los resortes del poder económico y político en Argentina con el beneplácito de la Casa Rosada.

Aproximadamente por las mismas fechas, Kicillof, un economista de 40 años pero que aparenta menos edad por su gesto aniñado, comentaba con unos amigos en una cena distendida del verano austral una frase de la que los principales medios opositores a Kirchner se han hecho eco: "A Cristina la tengo hipnotizada".

Sea casualidad o no, en los últimos meses la influencia de Kicillof sobre la presidenta argentina, que lo conoció cuando era el número 2 de otra empresa nacionalizada, Aerolíneas Argentinas, se ha disparado, hasta el punto de que se le considera el impulsor de medidas como la reforma que permite al Banco Central prestarle dinero al Tesoro y, sobre todo, del cerco que paso a paso desde enero ha ido estrechando el Gobierno argentino sobre Repsol hasta la intervención definitiva de YPF.

Desde enero, cuando comenzó dicho conflicto, los títulos de la petrolera han acumulado una caída del 26,58 % y su capitalización bursátil es de unos 11.000 millones de dólares, lo que abaratará de forma considerable el precio de la adquisición estatal.

Según mencionaba una fuente del Banco Central argentino en un reciente reportaje de Clarin sobre el polémico dirigente kitchnerista, "la señora (Kirchner)" consulta más de una vez al día a su asesor, que habría 'puenteado' a su jefe, el ministro Hernán Lorenzino, y que estaría esbozando una salida económica al creciente déficit por cuenta corriente basada en el puro nacionalismo 'keynesiano': inflar la demanda interna y recuperar la iniciativa estatal.

Reunión con Brufau

El rostro y el nombre de Axel Kicillof no se le olvidará al presidente de Repsol, Antoni Brufau, cuando la semana pasada se reunió tras intentos fallidos con los que ahora serán los máximos responsables de su compañía: el propio viceministro y el titular de Planificación, Julio De Vido.

En un momento de la misma, según recogieron los medios argentinos,  el joven delfín kirchnerista tomó la palabra y puso sobre la mesa una cifra y una amenaza: si Repsol no se comprometía a invertir 15.000 millones de dólares, las ganancias que según él se había llevado de YPF hacia España en la última década, se enfrentaría a la nacionalización.

Al anunciar su intención de nacionalizar el 50,01% de la compañía petrolera, la más importante del país, la presidenta argentina manejó el mismo concepto que su asesor, reintegro de lo que la empresa se habría llevado de Argentina.

En el mismo encuentro, el ministro de Planificación, Julio De Vido, le habría hecho una última contraoferta a Brufau según la prensa argentina, adoptando el papel de 'poli bueno': que aceptase quedarse con el 30% de la compañía "o con nada".

El proyecto fallido

La respuesta fue nada y justificaría en parte la decisión de la presidenta argentina de quitar la mayor parte de lo expropiado del accionariado de Repsol, 'salvando' a la familia Askenazi, impulsada hacia el accionariado de la empresa por su marido.

El pasado jueves, un proyecto de ley filtrado a la prensa y 'colgado' en la página web de Clarín, parecía recoger los términos de la conversación entre los dos altos cargos gubernamentales y Brufau, pero la reacción internacional y el rechazo de los gobernadores de las provincias petrolíferas hicieron que la presidenta dejase su gran anuncio de nacionalización en una curiosa oda al hecho de que se volvería a fabricar chocolate Milka en Argentina.

En lo ocurrido esa noche se encuentran buena parte de la explicación de las preguntas básicas sobre la nacionalización decidida casi por sorpresa cuatro días después.

Según el columnista del diario La Nación Carlos Pagni, la filtración que hizo reaccionar a los gobernadores y a los gobiernos extranjeros procedió del interior del Gobierno argentino y más en concreto de la vieja guardia kirchnerista que se ve cada vez más acosada por los jóvenes de La Campora capitaneados por Kicillof.

Así, no es casual que al frente de YPF como interventor no esté el viceministro de Economía pese a ser el impulsor de la operación, sino el veterano De Vido.

Más aún, el proyecto de ley suponía una reducción del poder que tenían las autonomías provinciales,  que en un encuentro con Kirchner redujeron la iniciativa de nacionalización como mero rumor de prensa pese a que ellas mismas habían ido aumentando la presión sobre Repsol al retirarle proyectos por falta de inversión.

Ahora, se deja claro que del 50,01% de las acciones un 49% irá a las provincias y un 51% al estado, que reparte el poder con unos gobernadores.

Fracaso internacional

Por último, la presidenta argentina percibió que aprobar la expropiación un día antes de la Cumbre de las Américas le podía generar problemas con otras potencias latinoaméricanas que también tienen acciones en YPF y con la propia Estados Unidos.

En una tensa reunión celebrada el pasado sábado, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, mostró cierta "preocupación" por las "trabas comerciales" que en los últimos tiempos estaba poniendo el Gobierno argentino.

En un giro lingüístico, el canciller argentino, Héctor Timerman, matizó que la palabra usada por Obama, "concern" fue mal traducida, ya que a su juicio significaba "interés" y no "preocupación".

Pero el mayor fracaso de Kirchner fue el intento de meter el asunto de las Malvinas en la declaración final de la cumbre, algo que fue finalmente bloqueado con Estados Unidos que hizo que la presidenta abandonase la cumbre antes de tiempo tras hacerse la foto de familia.

Aislada en el exterior, la presidenta argentina emprendió con manos libres el proyecto de expropiación. Con un retrato de Evita y ante unos pocos representantes de la élite empresarial y política, el anuncio de la presidenta estuvo acompañado por un grito de uno de los jóvenes que la jalean en sus actos, perteneciente a La Campora: "La petrolera vamos a expropiar, y la riqueza en la Argentina va a quedar”.

En uno de los asientos Kicillof seguía el anuncio con una imborrable sonrisa.