Pedro Bravo se adentra en el mundo del narcotráfico en 'La opción B', su primera novela
- Este periodista madrileño ha trabajado en 4 diarios sin convertirse a ninguno
- Narra la vida un chico de clase media que se mete de lleno en el narcotráfico
A la madre de Pedro Bravo le ha gustado 'La opción B, ópera prima de su hijo y que ya se la está recomendando a sus amigas, aunque previamente les aclara que no es autobiográfica. Y es que este relato no parece pensando para madres sino más bien para quienes aún son jóvenes o lo fueron no hace tanto, los que yahan cumplido los cuarenta. Cañas, whiskies, tequilas, pastillas o rayas de cocaína salpican las páginas de esta novela de acción vertiginosa.
El asunto de las drogas no está incluido de forma gratuita en el libro, aunque seguro que ayude a difundirlo entre algunos públicos. El consumo de cocaína por parte del protagonista y su círculo de amigos está contado con la misma naturalidad con la que ocurre en muchos círculos de una gran ciudad. Y ayuda a entender el recorrido vital del protagonista.
"Es parte del paisaje", apunta Bravo refiriéndose al paisaje de los 90 en que transcurre la historia. En realidad, la historia no transcurre sino que corre a 220 ksm/hora, a través de diferentes vías de circunvalación.
Historia al límite de un chico normal
Carlos, un chico de clase media, universitario que casi por casualidad -o por casualidades- terminará viviendo del mundo de la noche. Formará parte de una organización de narcotráfico. Distribuirá grandes cantidades por toda España o venderá pequeñas cantidades como pequeño camello. Verá a amigos sentenciados por ajustes de cuentas. Se escapará a América e incluso dará con sus huesos en la cárcel de Soto del Real.
Y todo ocurre a un ritmo de thriller estadounidense pero con una ecléctica banda sonora que va desde Kortatu hasta Neil Young, pasando por los inolvidables boleros de José Alfredo Jiménez. A Carlos, casi todo lo que le ocurre en la vida le trae a la mente alguna letra de canción. Es quizás deformación profesional del autor, Pedro Bravo, que lleva toda su vida dedicado al periodismo y que entre otras cosas, ha hecho crítica musical en diarios como ABC y La Razón.
Todo comienza y transcurre en su mayor parte en Madrid, la ciudad donde nació Pedro Bravo, en 1972 y que define como "un pueblo grande" que podemos aborrecer cuando estamos dentro y "añorar" cuando estamos lejos. Le preguntamos a Bravo -como seguro que ya han hecho más de uno- cuanto hay de autobiográfico en esta novela. Y si hay más de su vida en el perfil del descarriado Carlos o de Marcos, casado y periodista desencantado que afirma "trabajamos diez horas al día a la luz de fluorescentes para que otro se lleve la plusvalía mientras se dedica a mejorar su puto hándicap de golf".
Duda un poco, y termina afirmando casi con miedo que hay bastante de él y su vida "en los dos y en toda la historia". Y nos cuenta que más allá del paisaje, del ritmo, o la música ha querido dibujar a "dos seres humanos que no llevan la vida que quieren y no hacen nada por cambiarla".
Sangre y amistad
Y también de la amistad por encima de todo, entre estos dos chicos, Carlos y Marcos, con sus problemas y limitaciones; Carlos, apunta, "no habla a calzón quitado" y adorna muchas veces tanto frente a su amigo o su novia, una realidad difícil de contar. Y esto nos llevaría a otro de los temas principales de la novela: la soledad creciente de Carlos, un tipo al que la vida se le tuerce, por la circunstancias unidas a su personalidad un tanto temeraria.
Todo esto nos llevará a conocer cómo funcionan por dentro las organizaciones internacionales del narcotráfico ("he hablado con jueces y abogados" para investigar el tema, afirma Bravo), el día a día de un camello ("son seres de cualquier nivel social" que están "muy solos" por que todos les quieren por interés), la angustia o la desesperación de quien se ve amenazado por criminales después de presenciar más de un crimen brutal, entre muchas otras viñetas de esta historia que se mueve entre el relato intimo y los sucesos descarnados.
Por todo ello, la novela -que a veces puede tener algún rasgo de ingenuidad pero que no es pretenciosa -se lee con mucha facilidad. Lo díficil es quizás parar, descansar porque la intriga, el ritmo y el suspense no decaen en ningún momento. Lo único no recomendable es leerla una noche en casa en si el lector ha decido ser bueno y quedarse en casa. Incita a descender a lo que la gente de orden denomina "los infiernos"