Miles de islamistas egipcios vuelcan en Tahrir su descontento hacia la Junta Militar
- Protestan por las últimas decisiones referentes a los candidatos
- Los Hermanos Musulmanes han convocado un "Viernes de la autodeterminación"
- También han participado partidos laicos y revolucionarios
Las fuerzas islamistas egipcias han vuelto a protagonizar este viernes una multitudinaria manifestación en la plaza cairota de Tahrir para mostrar su descontento con la Junta Militar y las últimas decisiones relativas a las elecciones presidenciales.
La plaza ha aparecido inundada de carteles del predicador salafista Hazem Abu Ismail, uno de los diez candidatos a la Presidencia de Egipto que esta semana fue descartado por la Comisión Electoral, lo que ha despertado la indignación de sus seguidores.
Un nutrido grupo de ellos acudió a Tahrir para mostrar su enfado por la actuación del órgano electoral, que se basó en la polémica nacionalidad estadounidense de la madre del aspirante, y ha advertido de que continuará presionando en favor de su único favorito.
"El caso de Abu Ismail es específico, pero no es el único. Luego vendrán otros", ha dicho a Efe el joven salafista Mohamed Abdel Janeq, quien ha opinado que la Junta Militar actualmente en el poder está moviendo los hilos para reducir la influencia de los islamistas.
Desde mujeres con niqab (velo que cubre todo el cuerpo) a hombres de barbas prominentes, una multitud de personas ha cantado lemas religiosos y ha proclamado consignas contra los dirigentes castrenses, caricaturizados en numerosos carteles.
En otras pancartas podía leerse el rechazo a la participación política de los "fulul" o remanentes del anterior régimen de Hosni Mubarak, concretamente en los próximos comicios.
La candidatura de Suleiman y Shafiq
Los manifestantes han considerado insuficiente que la Comisión Electoral haya descartado la candidatura del exvicepresidente y hombre fuerte del expresidente Hosni Mubarak, Omar Suleiman, pues todavía queda en pie la del exprimer ministro Ahmed Shafiq.
Además, la reciente decisión de la Junta Militar de derivar al Tribunal Constitucional una enmienda del Parlamento para que se suspendan por diez años los derechos políticos de los altos cargos de la era de Mubarak puede frenar en seco la aplicación de esta medida. "La Junta quiere destruir la revolución egipcia", ha destacado Esad Alem, que ha manifestado su respaldo incondicional a los conservadores Hermanos Musulmanes.
Días después de que la Comisión Electoral descalificase al principal aspirante de los Hermanos, Jairat al Shater, muchos de sus partidarios han optado por pasearse mostrando la fotografía de Mohamed Mursi, presidente del Partido Libertad y Justicia (PLJ) que finalmente representará los intereses de la cofradía en las presidenciales.
Pese a que los organizadores habían decidido evitar la propaganda electoral, la identificación personal con los candidatos estuvo presente en la manifestación, a la que también asistieron otras fuerzas políticas, aunque en mucho menor número.
Grupos políticos no islamistas
Frente al lema de la "Autodeterminación", de los Hermanos Musulmanes, más de treinta partidos y movimientos de tendencias liberales, laicas y revolucionarias convocaron la concentración para criticar que la Junta Militar controle la redacción de la nueva Constitución.
La actuación de estos grupos minoritarios quedó deslucida frente a la imponente mayoría islamista. Pese a reconocer que sus objetivos eran distintos, los manifestantes no islamistas expresaron igualmente su desconfianza ante la promesa de los militares de traspasar el poder a una autoridad civil para el próximo 30 de junio.
"La Junta Militar tiene que dejar el poder, pero esto llevará su tiempo", ha afirmado Taqadum al Jatib, uno de los miembros de la Asamblea por el Cambio, liderada por el Premio Nobel de la Paz Mohamed el Baradei.
Al Jatib opinó que los últimos problemas con la Asamblea Constituyente, que fue invalidada por un tribunal y tendrá que volver a formarse, dificultan que el próximo presidente asuma el poder con la nueva Carta Magna ya aprobada, tal y como desearía la cúpula militar.