Hollande afronta el síndrome de la segunda vuelta
- Dos candidatos socialistas ya ganaron la primera vuelta y perdieron la segunda
- Las formaciones de derecha han logrado más votos que las de izquierda
- El auge del Frente Nacional, arma de doble filo para Sarkozy
- La izquierda está unida contra él y ha conseguido su mejor resultado en 25 años
Cuando el pasado domingo François Hollande celebró su triunfo electoral en la primera vuelta de las elecciones francesas a buen seguro le pasaron por la cabeza dos fechas: el 19 de mayo de 1974 y el 7 de mayo de 1995.
Entonces, dos candidatos socialistas que ganaron en la primera vuelta, François Mitterrand y Lionel Jospin, fueron derrotados por sus rivales de centro-derecha en un vuelco electoral que dejó a la izquierda a las puertas del Elíseo.
Ambos fueron derrotados porque su triunfo en la primera vuelta era de hecho un espejismo: tras Jospin y su rival, Jacques Chirac, quedó con más del 18% otro candidato gaullista, el primer ministro Edouard Balladur; detrás de Giscard d'Estaing, su rival gaullista Chaban-Delmas.
Con el apoyo doloroso pero realizado en plena noche electoral por parte de Balladur, Chirac se aseguró casi de hecho la mayoría, dado que las fuerzas de la derecha agrupaban el 59% de los sufragios de la primera vuelta frente a poco más del 40% que tenían Jospin y las fuerzas verdes y de izquierda.
Mientras, y pese a su enorme desventaja, el respaldo de los gaullistas y el temor a un presidente socialista dejó a Mitterand con la miel en los labios y se dejó su enorme ventaja en apenas dos semanas.
La ventaja de Hollande
Hollande, pupilo de Jospin y autoproclamado heredero de Mitterrand, cuenta con una doble ventaja sobre ellos.
Por un lado, que la tercera fuerza política que puede desestabilizar la balanza no es un candidato centrista ni derechista, sino la imprevisible extrema derecha del Frente Nacional que busca marcar su propia agenda política propiciando el desplome de la derecha tradicional gaullista para sacar rédito en las legislativas.
Por otro, y no menos importante, que frente a un candidato de la derecha, Nicolás Sarkozy, que necesita cautivar a la extrema derecha pero también al centro encarnado por François Bayrou, Hollande ya cuenta a priori con el frente anti-Sarkozy constituido por el Frente de Izquierdas de Jean-Luc Mèlenchon, los partidos trotskistas e izquierdistas y los verdes de Eva Joly.
De hecho, la división en el seno de la izquierda francesa fue el principal motivo del desastre de Jospin en 2002, ya que si bien la suma de las múltiples formaciones de izquierdas rozó el 43%, su atomización no les dió la oportunidad de colocar a un candidato en el Elíseo por la irrupción sorpresa de Jean-Marie Le Pen.
¿Auge de la derecha?
Diez años después Francia vive una situación similar con su hija Marine, que ha generado el clima de opinión en la campaña que será clave para el devenir de las elecciones cautivar a su electorado...pese a que las cuentas no salen.
Aunque la suma de los votos de Sarkozy, Le Pen y los partidos nacionalistas franceses supera ligeramente al resultado de hace cinco años -un 46,9% frente a un 45%- son los partidos de izquierda los que han conseguido un crecimiento considerable: han pasado de obtener un 36,4% en 2007 a superar el 44%.
Esa desventaja es similar a la que el bloque de izquierdas tenía con el de derechas en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 1981, cuando Mitterrand rompió su histórico malfario electoral y consiguió ser el primer socialista al frente de Francia.
Precisamente en las elecciones en la que consiguió la reelección, en 1988, fue la única ocasión en que la izquierda superó en votos a la derecha en una primera vuelta y es también el precedente más cercano al buen resultado global que Hollande, Mèlenchon y compañía lograron el pasado domingo.
Después de esa cita, la mayoría de la derecha en la primera vuelta prefiguró su victoria final, tanto en 1995 con Chirac, que ganó con facilidad a Jospin, como en 2007 con Sarkozy, que se hizo con el Elíseo tras vencer con cierto margen a Segolene Royal.
Entonces la diferencia en primera vuelta de la derecha y de la izquierda estuvo por encima de los nueve puntos, mientras que ahora no llega a los tres.
Además, tras comerle el terreno al Frente Nacional en la primera vuelta, Sarkozy pudo cortejar sin problemas al electorado del centrista François Bayrou, antiguo aliado de los gaullistas que se convirtió en la sensación de la primera vuelta con más del 18% de los votos.
Bayrou, no hay quinto malo
Cinco años después, Bayrou se ha convertido en el principal damnificado electoral de unos comicios donde la crisis económica ha hecho a los electores olvidarse de la moderación y mirar a las soluciones extremistas: el Frente Nacional de Marine Le Pen, que ha ganado 7,5 puntos, pero también las formaciones de extrema izquierda, que en total han incrementado su porcentaje en más de cuatro puntos.
En total, suman un 11,5% de crecimiento mientras que Bayrou ha perdido más de un 9%.
Y, sin embargo, el 'menguante' tercer hombre puede tener en sus manos el pasaporte al Elíseo: con una Le Pen reacia a apoyar a ningún candidato, sus votantes pueden sellar la victoria de un Hollande que puede empezar a jugar al centro si Sarkozy deriva demasiado a la derecha en busca del Frente Nacional.
El presidente saliente, por su parte, tiene ante sí una difícil cuadratura del círculo.
"Será muy difícil para Sarkozy reunir votos del Frente Nacional y del centro al mismo tiempo", resumía en declaraciones a Reuters el politólogo Jean-Yves Camus.