La ultraderecha 'antisistema' de Le Pen hace historia y arbitrará el duelo Hollande-Sarkozy
- El Frente Nacional logra su mejor marca con el 17,9% de los votos
- El discurso anti-sistema, anti-europeísta e "indignado" cala en los jóvenes
- El apoyo del electorado de Le Pen será clave en la segunda vuelta
Con un rostro más amable y una candidatura presentada como “antisistema”, el Frente Nacional de Marine Le Pen ha sabido conectar con el 17,9% del electorado francés en la primera vuelta de los comicios presidenciales galos, batiendo todos los récords del partido ultraderechista.
A pesar de haber conseguido su mejor marca, los 6,4 millones de votos no han sido suficientes para pasar a la segunda ronda, una hazaña que el FN solo consiguió en las elecciones de 2002, cuando con el 16,86% de los votos, superó al Partido Socialista de Lionel Jospin y disputó la presidencia a Jacques Chirac.
Sin embargo, la abogada de 43 años se ha reivindicado como la digna heredera de su padre, Jean-Marie Le Pen, fundador del partido en 1972 y su presidente durante más de 28 años hasta enero de 2011, cuando le pasó el testigo a su tercera hija.
"La batalla de Francia no ha hecho más que empezar, queridos amigos", ha empezado una exultante Le Pen su intervención en la tribuna del Equinoxe en París ante miles de seguidores tras conocerse los primeros resultados. Ningún sondeo había pronosticado un ascenso tan espectacular del FN, lo que confirmaría el voto oculto del electorado de extrema derecha.
Con un discurso antieuropeísta, combativo con los mercados y las élites, Le Pen ha sabido canalizar a la perfección el descontento social de la Francia más golpeada por la crisis económica, encontrando en los jóvenes parados su principal caladero de votos. Nacida en la exclusiva localidad de Neuilly-sur-Seine y educada en los mejores colegios de Francia, la líder del Frente Nacional se reconvertía en cada mítin y ante las cámaras de televisión en una "indignada" más que lucha contra el sistema. Y la estrategia le ha funcionado.
"Hemos hecho explotar el monopolio de los dos partidos de la banca y de las finanzas. (...) Hemos llevado más alto que nunca las ideas nacionales, pero no se trata más que de un comienzo", ha proseguido la líder del Frente Nacional en su discurso de este domingo.
Una "indignada" más
En las últimas semanas, Le Pen abogó por el "patriotismo económico" contra los "dictados" de Europa, llegando incluso a defender la necesidad de que Francia abandone el euro para volver a la "libertad económica". Con Sarkozy bajo el yugo de Berlín, la ultraderechista agitó la bandera nacional rescatando las tesis soberanistas al más puro estilo Le Pen y, tras la matanza de Toulouse, apostó el resto a la seguridad y la inmigración.
La líder del Frente Nacional ha buscado limpiar la imagen de su partido dentro y fuera de Francia y se ha alejado del discurso de su padre en temas más polémicos, como la Segunda Guerra Mundial o el negacionismo, que a su progenitor le valieron condenas judiciales.
"Todo es posible si estamos unidos", ha declarado Le Pen, que ha anunciado que el camino que pretende emprender es el de la restauración del poder adquisitivo o el de la devolución a los ciudadanos de "la alegría de ser francés". Además, se ha reivindicado como la la única fuerza de oposición a la izquierda ante la "debilidad" del partido del presidente y candidato Nicolas Sarkozy.
Árbitro de excepción
La candidata de la ultraderecha no ha pedido aún el voto para ninguno de los aspirantes que disputarán la segunda vuelta, François Hollande y Sarkozy, pero podría hacerlo el próximo 1 de mayo en el tradicional homenaje que su partido hace a Juana de Arco. Lo que está claro es que las únicas opciones del presidente galo para conseguir la reelección pasan por ganarse los apoyos del electorado de Le Pen.
Según el sondeo realizado por Ipsos, el 60% de los votantes de Le Pen le dará su apoyo a Sarkozy, el 18% a Hollande y un 21% se abstendrá. El estudio de Ifop reduce, en cambio, al 48% el traspaso de votos a favor del presidente francés. Otros analistas creen también que el electorado de ultraderecha, en su mayoría jóvenes y obreros castigados por la crisis económica, no confiarán en el presidente de los Rolex y los regalos fiscales a las élites.
“La primera vuelta no es un fin en sí misma”, ha afirmado Le Pen y es que, más allá del 6 de mayo, la ultraderechista mira ya a la próxima cita importante apuntada en su agenda: las elecciones legislativas de junio, donde tratará de mejorar la gesta. "Todo es posible ahora (…) millones de franceses esta noche han entrado al fin en la resistencia", ha asegurado.