Thomas Seebeck y el efecto termoeléctrico
A hombros de gigantes
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El físico germano Thomas Johann Seebeck nació el 9 de abril de 1770 en Reval, actual Tallin, Estonia, que en aquella época formaba parte de Prusia Oriental, en el seno de una familia de ricos comerciantes.
Con 17 años se trasladó a Alemania y estudió medicina en las Universidades de Berlín y Gotinga, donde se doctoró en 1802, aunque se dedicaría exclusivamente a la Física.
Después de su graduación, ingresó en la universidad de Jena, donde conoció a Goethe con quién colaboró en la teoría del color y del efecto de la luz coloreada y entró en contacto con un círculo intelectual importante de científicos y filósofos.
En 1806 investigó la fotoluminiscencia (la emisión de luz por ciertos materiales cuando son excitados por alguna radiación electromagnética).
Ese año descubrió los efectos del calor y de determinados productos químicos en diversos colores del espectro solar, la polarización y el carácter magnético de las corrientes eléctricas.
Y en 1808 obtuvo la primera combinación química de amoníaco con óxido mercúrico. Seebeck regresó a la Universidad de Berlín hacia 1818, donde trabajó de forma independiente en la magnetización del hierro y del acero. Los efectos magnéticos de la electricidad en estos metales acababan de ser descubiertos por Arago y Davy.
La histéresis magnética
Seebeck observó la reacción anómala del hierro candente magnetizado, que finalmente llevaron al descubrimiento de la histéresis magnética, o la tendencia del material a conservar el magnetismo en ausencia del estímulo que lo ha generado.
“Su hallazgo principal fue el efecto termoeléctrico“
Pero su hallazgo principal fue el efecto termoeléctrico gracias a un experimento casual. En 1821 construyó un hilo conductor mitad de cobre y mitad de bismuto, sostuvo con la mano una de las uniones y notó que una aguja magnética próxima se desviaba, lo que indicaba que estaba pasando una corriente eléctrica.
Seebeck comprobó que la diferente temperatura entre ambos conductores genera un flujo de electrones desde el más caliente al más frío, y en el punto de contacto entre ambos se presenta una diferencia de potencial.
Hoy en día, este efecto se conoce como el efecto Peltier-Seebeck. La magnitud de la termoelectricidad depende del tipo de material de los conductores y la temperatura de contacto.
Seebeck no supo interpretar esa conversión del calor en electricidad y durante un siglo no tuvo aplicación alguna. En la actualidad, este efecto se utiliza en los denominados 'termopares' que sirven como sensores de temperatura en los termostatos y termómetros muy sensibles, que pueden medir temperaturas de hasta 1700 grados centígrados.
En 1814 Seebeck fue elegido miembro de la Academia de Ciencias de Berlín, que en 1816 le concedió un premio por sus investigaciones sobre la polarización de la luz en el vidrio. Y en 1825 ingresó en la Academia Francesa de ciencias. Murió en Berlín el 10 de diciembre de 1831, a los 61 años de edad.