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Auserón revisa la huella de sus palabras en la obra "Canciones de Juan Perro"

  • Incluye temas de los cinco discos que compuso bajo ese seudónimo

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Más de tres lustros después de asumir su alter ego artístico y mestizo, Santiago Auserón se reencuentra en la obra Canciones de Juan Perro con los temas de los cinco discos que compuso bajo ese seudónimo, con sus palabras y sus historias intemporales, desnudas de música, pero no de ritmo ni de sonoridad.

Canciones de Juan Perro (Ed. Salto de Página) constituye la plasmación escrita de algo que, tanto a nivel literario como musical, ha sido el santo y seña de este artista desde que junto a Radio Futura pusiera los pilares del llamado "rock latino" en La canción de Juan Perro (1986): la búsqueda de los vínculos remotos y naturales entre la tradición musical negra y la española.

"Se trata de una recopilación de pequeños ensayos de contrabando, de hacer en castellano cosas que hemos aprendido en otras lenguas o de llevar al lenguaje cosas que he aprendido de los libros", dice este autor, reciente Premio Nacional de Músicas Actuales, gracias a álbumes como La huella sonora (1997) o Mr.Hambre (2000).

"Un pensador que canta, un filósofo que actúa"

Auserón, que insiste en definirse como un estudiante de Filosofía y Letras antes que como músico, coincide en este punto con la descripción que realiza de él el periodista Diego A. Manrique: "Un pensador que canta, un filósofo que actúa".

Fue su amigo Jenaro Talens, director de la editorial y prologuista de la obra, quien le convenció de la oportunidad de publicar ahora esta obra, al que quiso añadir diez atractivos más: diez temas nuevos e inéditos, que indican el camino por donde puede seguir su trayectoria musical.

Desde Raíces al viento (1995) al reciente Río Negro (2011), Auserón muestra el tesón depositado en unas letras que nacen del "insomnio", de lo que él entiende como una necesaria "transversalidad entre artes plásticas, música y poesía" y de mil y un tachones.

"Es un proceso muy laborioso. Generalmente, empiezo por las letras y tengo que dejar que funcionen muy lentamente, borrando muchas veces. Hace años que sólo escribo con lápiz", explica sobre el intrincado principio a partir del cual surgen sus canciones.

La ausencia de música de fondo no resta trascendencia a un lenguaje que persigue "la sonoridad pura" y que lucha en busca del compás, de cualquier "atisbo de ritmo o de juego melódico" que convenzan a Auserón de que ahí hay una canción de Juan Perro.

"No me ha sido dado el talento del canto inspirado directamente de las musas, me las encuentro a veces tardíamente, cuando ya no tengo fuerzas para devolverles un besito", dice modesto.

Tres fases distingue él a lo largo de su obra: una primera "de acercamiento al son cubano"; una segunda, o fase de vuelta, en la que intentó sacar conclusiones del acercamiento a los soneros y añadirlas a su experiencia como roquero español.

Por último, su contacto con músicos de jazz viró sus oídos hacia "el terreno de lo anglosajón" y, en Río Negro, trató de mostrar "el influjo antiguo de lo hispano, de lo antillano y de la habanera" que descubrió en la cuna de este estilo, Nueva Orleans.

Cuenta el autor de Con tus huesos en el suelo que tiene una irremediable tendencia narrativa a que halla una trama en sus creaciones, "como una película, un pequeño cómic o, mejor dicho, un sketch".

"Trato de buscar personajes que se mueven casi en el terreno del mito, figuras que pueden recordar que están vivas, entre nosotros, flotantes e intemporales, aunque no son un canto a la nostalgia", precisa Auserón, que canta a Cozumel, al pájaro de Siracusa y a un can flaco y "arrugao" que pide una canción, "un perro que es un artista, en dramas especialista y sabe bailar el son".