Holanda pondrá fin al turismo de 'coffee shops' a partir del 1 de mayo
- Una ley limitará la venta de marihuana en los cafés holandeses
- 135.000 españoles visitaron estos cafés durante 2010
- Tres provincias serán las pioneras en la medida, el resto lo harán en 2013
Este martes entrará en vigor la ley que limita la venta de marihuana en los 'coffee shops' holandeses del sur del país a los residentes, una medida que ha puesto en pie de guerra a estos establecimientos y que busca acabar con el denominado 'turismo del porro' que tenía en Holanda uno de los principales lugares de culto.
Holanda ha decidido poner fin al turismo de 'coffee shops' y a su permisiva regulación para los aficionados del cannabis. Así desde este martes 1 de mayo ha dispuesto que las ventas de estas sustancias estén restringidas para los ciudadanos no residentes.
Más de 135.000 españoles visitaron estos famosos cafés durante 2010, lo que supone un 30% sobre el total de las visitas realizadas al país de los tulipanes. A la cabeza de los países interesados en este tipo de turismo se encuentra Estados Unidos con 175.000 viajes visitantes de estos establecimientos.
Los turistas italianos también están interesados en conocer esta parte de la cultura holandesa así, en 2010, casi un 20% de los turistas que visitaron este país (unos 85.000) hicieron uso de las instalaciones de un 'coffee shop'. Un 2,2% de ellos lo hicieron exclusivamente para ello.
Límites a la venta del cannabis
Las tres provincias que colindan con Alemania y Bélgica (Brabante, Limburgo y Zeelandia) son las pioneras en aplicar una ley que se extenderá al resto del país en el 2013, un simbólico primer paso que sienta las bases de la muralla con la que Holanda pretende proteger el consumo de la marihuana de los extranjeros.
El alcalde de Maastrich, Onno Hoes, está decidido a aplicar la ley y ha anunciado que "el Ayuntamiento, la Policía y los fiscales están preparados para la introducción de la Club Card" este martes, en un comunicado, informa Efe
La ley obliga a los "coffeeshops" a convertirse en clubes privados con un máximo de 2.000 socios, que deberán demostrar que son residentes legales en Holanda. "Tenemos unos 1.000 visitantes al día", declara resignado a la misma agencia el empleado del local Easygoing
La nueva normativa limita la venta de cannabis a los propios holandeses o ciudadanos con permiso de residencia, que deberán inscribirse como miembros de los 'coffee shops' para acceder a esta sustancia, convirtiéndose de esta manera en una especie de clubs privados que podrán tener un máximo de 2.000 miembros.
Además, también se prohibirá la venta de marihuana en los 'coffee shops' que estén ubicados a menos de 350 metros de los colegios en el año 2014. Según la Oficina de Turismo de Holanda, el objetivo del Gobierno es que con este sistema de tarjetas se reduzca el consumo de drogas blandas entre los jóvenes y disminuya la delincuencia en los las cercanías estos particulares 'cafés'.
Hasta estos momentos cualquier turista mayor de edad de cualquier nacionalidad podía consumir drogas blandas en estos establecimientos. Así, su importante presencia en la capital holandesa se ha convertido en un reclamo más de su turismo. De hecho en ciudades holandesas fronterizas como Masstricht, Venlo o Roosendaal son lugares muy visitados por alemanes, belgas y franceses para este tipo de 'turismo de estupefacientes'.
Cruzada contra el consumo de drogas blandas
A diferencia de muchos países de Europa, Holanda mantenía una política de tolerancia con las drogas blandas que no están prohibidas en su territorio, aunque su uso está limitado bajo ciertas condiciones, como la mayoría de edad o no vender más de 5 gramos por persona y día.
La conocida como "Ley del Opio" legalizó en 1976 la venta del cannabis en los "coffeeshops" holandeses, de manera que se controlaba su circulación y se separaba de las drogas duras, como la cocaína o la heroína. Pero desde 2007, el Gobierno holandés mantiene una cruzada contra el consumo de drogas blandas argumentando el incremento de los delitos y los riesgos para la salud que supone. Detrás de esta decisión también se encuentra la presión de la UE para que Holanda deje de ser un "paraíso" de la droga blanda dentro de la Unión.
La policía supervisará de forma periódica la mercancía que se vende en los 'coffee shops' holandeses después de que en los últimos años se haya detectado un aumento de la venta de cannabis con más de un 15% de tetrahidrocannabiol (THC), principio activo de estos estupefacientes.
La manipulación sufrida por la planta durante su cultivo ha provocado variedades con concentraciones peligrosas para el cerebro por lo que el Gobierno ha decidido tipificar el cannabis fuerte como droga dura. "Supone un peligro para el fumador más vulnerable: los adolescentes y los jóvenes", justificó el ministro de Justicia, Ivo Opstelten, al explicar estas medidas.
Podrían disminuir las visitas
La Oficina de Turismo de Holanda ha asegurado que los 'coffee shops' son parte de la imagen liberal de Amsterdam. De hecho, su ayuntamiento ha advertido que se pueden registrar problemas en su jurisdicción si se impone esta normativa. En su opinión no se solucionarán los problemas de orden público ya que no se podrá controlar el cumplimiento de la ley en estos establecimientos.
De momento no hay cifras concretas que permitan avanzar si el turismo holandés se verá afectado por esta nueva regulación. "La decisión puede disminuir el número de turistas que visiten Holanda por este motivo. Pero por otro lado una política menos liberal permitiría acerca a un nuevo tipo de turismo que hasta ahora no se había planteado este destino precisamente por esa política liberal", ha explicado la Oficina de Turismo, según Europa Press.
El mayor temor que provoca la ley es que empuje a la droga a la calle. "No sé si afectará a la economía, pero me preocupa que aparezcan traficantes", ha afirmado un joven camarero, según Efe.
Las mafias que controlan las ventas ilegales son "las únicas que ganan con la ley", opina Marc Josemans, propietario del Easygoing y presidente de un consorcio de "coffeeshops", que critica la medida por "moralista y contraproducente".