Israel se rinde ante la jugada política maestra del 'prestidigitador' Netanyahu
- El acuerdo con el Kadima le permite crear un gobierno de unidad histórico
- Ese pacto le permite salvar su mandato y evitar las elecciones anticipadas
- Continúan las divisiones internas con los ultraortodoxos y ultranacionalistas
La arriesgada estrategia de Benjamín Netanyahu le ha dado los frutos deseados. En un movimiento digno de un prestidigitador político, el primer ministro de Israel ha conseguido pasar de un escenario de crisis que podía acabar con su mandato a tener una fortaleza parlamentaria inaudita, la mayor alcanzada en la historia del país.
Tras el acuerdo con el principal líder de la oposición, Saul Mofaz, líder del Kadima, el Gobierno de Netanyahu formó una inédita coalición de Gobierno de Unidad que le otorgaba 94 de los 120 escaños políticos. Ahora, la coalición liderada por el primer ministro cuenta con representación de un amplio espectro de la derecha política, que va desde el Likud o el Kadima, a los ultrortodoxos del Shas y los ultranacionalistas del Israel Beitenu.
Con este acuerdo, el primer ministro ha desactivado también la opción de convocar unas elecciones anticipadas que él mismo había puesto en marcha. “Se ha sacado un conejo de la chistera”, comenta la profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, Carmen López Alonso, en una entrevista para RTVE.es. “Se trata de una jugada para mantener el Gobierno” que, además, le “permitirá aprobar los presupuestos” del próximo ejercicio, comenta.
Con este movimiento, apunta el profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante, Ignacio Álvarez Ossorio, “Netanyahu saca estabilidad, y lo vende como el gran paso de un estadista”. Además, “sería el primer mandatario que agote legislatura, si no me equivoco, desde hace 20 años por lo menos”, añade.
La ley Tal, el talón que Aquiles del gobierno de Netanyahu
El Gobierno de Netanyahu se encontraba ante un gran dilema interno. Dos de sus socios, el partido ultraortodoxo Shas y el ultranacionalista Israel Beitenú, mantenía fuertes distancias ante una polémica que el Supremo israelí obligaba a resolver: buscar una solución a la ley que daba vía libre a los ultraortodoxos para gozar de una exención del servicio militar, la llamada Ley Tal.
En febrero, el Supremo prohibió tanto a Gobierno como Parlamento renovar esa ley al considerar que la iniciativa es inconstitucional y discriminatoria. Por su parte, el ejecutivo se comprometió a buscar una solución, pero las posturas resultaban casi irreconciliables con el ultraortodoxo Shas.
Pero no es la única causa de desavenencias importantes en el interior de la coalición. Lo mismo ocurre con los asentamientos de Migrón y Ulpana, colonias judías que el Tribunal supremo israelí ha ordenado desmontar, y sobre las que los partidos mantienen fuertes discrepancias.
Estas causas “podían hacer saltar por los aires la coalición del Gobierno”, comenta Carmen López Alonso. Ante esto, asegura la experta, Netanyahu ha utilizado “una jugada de póker. Forzar la marcha sabiendo que el Kadima, con Mofaz, tenía muy malas perspectiva en las encuestas, y el partido de Barak (el Partido Ha’Atzmaaut) también”, comenta la profesora López Alonso. En esas circunstancias, “tanto a uno como a otro les interesa mantenerse en el Gobierno. Es decir, no romper”, asegura la experta.
Para el profesor Álvarez Ossorio, al Kadima la perspectiva de las elecciones le hacía mucho daño. “A Mofaz, las encuestas le daban unos resultados en los que perdería más de la mitad de los escaños que tienen, y esto le ayuda como trampolín para relazar su carrera política y a ser visto también como alguien que toma decisiones”.
De hecho, las encuestas otorgaban al Kadima -una escisión del Likud creada por Ariel Sharon y que en 2009 fue la fuerza más votada con 28 diputados - poco más de ocho escaños e incluso algunos sectores amenazaban con abandonar la formación ante el previsible descalabro electoral.
“Por afinidad ideológica el Kadima es casi lo mismo (que el Likud). De hecho, el Kadima fue una escisión del Likud creado por Ariel Sharon al que muchos daban ya por amortizado”, comenta Álvarez Ossorio.
El estancado proceso de Paz
Las posiciones del líder del Kadima y ahora viceprimer ministro y ministro sin cartera, Saul Mofaz, han sido en los últimos tiempos más partidarias de reactivar el proceso de paz de las que mantiene Netanyahu.
“Es cierto que Mofaz ha lanzado un discurso un poco menos halcón de lo habitual, especialmente en las primarias de su partido. Pero quizás ha hecho estas declaraciones para quitarse también un poco su ‘sanbenito’ de halcón. Sabe que ese mensaje hay que lanzarlo en algún momento, lo lanzó hasta Sharón en su día, y también Netanyahu”.
Para la profesora López Alonso, en la reactivación del proceso de Paz hay “muy pocas esperanzas, pero es cierto que, si hay una posibilidad de avance, lo hay más ahora que antes”, comenta. “Se pueden dar pasos que antes no podían darse. Especialmente, con relación a la detención de la construcción de asentamientos, que es uno de los elementos clave para que el proceso de Paz eche a andar otra vez”, añade.
No obstante, la situación internacional influye mucho, dice Álvarez Ossorio.El primer ministro sabe “que la Unión Europea está enfrascada en sus problemas domésticos, que EE.UU. está enfrascado en su carrera presidencial, y ¿para qué va a hacer concesiones si no hay presión?”, puntualiza.
Una unidad no tan estable
Para algunos analistas, Netanyahu también tiene un ojo puesto en las presidenciales de EE.UU. En esta línea, comenta Álvarez Ossorio, este movimiento “abre un compás de espera de unos seis u ocho meses, con un frente común cohesionado, que mantenga las dinámicas actuales”.
Sin embargo, para la profesora López Alonso esa unidad arrolladora “es un matrimonio de conveniencia que puede estallar a la primera de cambio. Tiene una mayoría absoluta, pero no es lo mismo que un Gobierno de mayoría absoluta salido de unas elecciones, o una coalición mayoritaria salida de unas elecciones”.
Las críticas no han faltado. Tanto desde la izquierda del laborismo, ahora líder de la oposición, como incluso dentro del Kadima. Algunos incluso de esta formación critican fuertemente a Mofaz, su líder, por aceptar la jugada. De momento, Netanyahu ha ganado tiempo y ha salvado su mandato. Por ahora.