Yolanda Villaluenga: 'Algunas aves necesitan comer mucho para emprender vuelo'
- La periodista de TVE ha publicado 'Ann Arbor'su primera novela
- Nos incluye en el vuelo iniciático de una mujer atrapada por la culpa
Lleva años narrando historias de otros en forma de reportaje, y en los últimos tiempos, dirige Archivos un programa de documentales en la 2 de TVE. Ahora, Yolanda Villaluenga ha publicado Ann Arbor su primera historia de ficción, su primera historia cien por cien propia y que por tanto –y no es una obviedad- tiene mucho de ella misma. Su amor por los viajes, las aventuras, personajes y tierras exóticas. Y una forma muy personal de mirar lo que todos tenemos delante por muy lejos que viajemos.
Este martes, está en medio de la vorágine de la promoción del libro y preparando un programa sobre Semprún (“que no es precisamente un personaje fácil”). Por eso necesita relajarse unos minutos tumbada en el sofá de su casa, antes de que apriete el REC de la grabadora.
Ante la mirada atenta de su hija Paula y su perro Russ, en el salón de su casa, cuenta con pasión cómo nació y fue construyendo este viaje de una mujer sola a un punto remoto de un mapa lejano…Un viaje lleno de detalles cotidianos casi nimios que acercán al personaje protagonista , de impresiones, de sus muchas dudas y algunas respuestas, pocas pero eficaces, quizás incluso suficientes, para seguir adelante…
Resumiendo mucho podríamos decir que ésta es la historia de una mujer que harta de las complicaciones de una vida normal de ciudad, decide viajar a un sitio remoto para plantearse preguntas y encontrar respuestas a éstas
Ann Arbor es el viaje iniciático de una persona que ha vivido años atrapada en un sentimiento de culpa por la perdida de dos hombre que amaba. Es una escritora de guías que no viaja. Después de años de inacción decide irse a Ann Arbor . Es como las aves que necesitan comer y acumular energía para lanzarse al vuelo. Ella va acumulando muchas preguntas hasta que decide viajar a Ann Arbor, un sitio que le han contado que es maravilloso y donde la gente es feliz. Allí todas esas preguntas que ha ido acumulando irán encontrando salida.
“En Ann Arbor las preguntas que ha acumulado encontrarán salida“
Este es un viaje hacia ella misma de la protagonista. Tiene que ver con los viajes de los héroes mitológicos. Hay que dejar la tierra propia, confrontarse a la realidad para regresar a tu tierra, transformado
La confrontación con los personajes que encuentra en Ann Arbor y sus conflictos existenciales, hace que ella vaya descubriendo (y nosotros como lectores) quien es ella misma y lo que le ocurrió en su pasado.
Tú también abandonasta tu vida en Madrid para residir un año en Michigan ¿Tiene algo que ver lo que cuentas con tu experiencia en Estados Unidos?
Realmente yo me fui con mi pareja y con Paula (mi hija). Pero hay muchas personas que conocí en Ann Arbor que sirvieron para inspirar personajes de la novela
Ann Arbor existe y yo estuve allí aunque ahora me parezca un no-lugar. Y es un sitio especial. Su nombre de mujer responde a que las mujeres de los dos fundadores se llamaban Ann y al atardecer solían reunirse en un bosquecillo, entre las últimas luces y las primeras sombras. Es una ciudad donde parece que pueden cumplirse todos lo que uno quiere pero la realidad es distinta y la primera barrera está en nosotros mismos.
“Ann Arbor existe y yo estuve allí“
En Estados Unidos tomé muchas notas, no paraba de irme a la calle, algo que sorprendía a los amigos de mi hija, salía a buscar historias que al final han dejado huella en la novela. Cuando ya había vuelto a Madrid comencé a escribir, utilicé situaciones, vivencias, recuerdos o personas; elementos que terminé configurando en otra realidad.
Por eso, cuando me preguntan qué hay de autobiográfico, lo que digo es que hay mezcla de ficción con elementos reales tomados de aquí y de allá.
¿Y el personaje de Adrienne Brant, la mujer india con la que inicia una amistad la protagonista, es real?
Sí, el nombre es real. Es una mujer que yo conocí en Ann Arbor y que me contó historias y costumbres de los indios. El personaje de Adrienne Brant en la novela es inventado pero conserva el nombre de mi amiga real, así como por ejemplo la historia de su antepasado, un indio mohawk que fue educado por un lord y que cuento también en el libro.
Hay mucha presencia de los lugares, los paisajes, el clima, los colores…
En Estados Unidos, a los pocos días de llegar a Michigan, cuando me estaba organizando, tuvo lugar, el 11-S. Como soy muy despistada, igual que mi entonces compañero y mi hija, no nos enteramos del atentado, hasta pasadas ya unas horas. Ese día en Ann Arbor veía a personas vendiendo biblias y rezando en las esquinas. Es lo que cuento cuando en la novela cuando va a tener lugar el tornado. Un fenómeno natural que es una metáfora del estado emocional de esta mujer que ha vivido en un estado de culpa y de miedo.
Otro personaje femenino dibujado con admiración y ternura es Etta Jones; una cantante de blues que existió en la vida real...
Asistí a su último concierto y murió poco después. Me sorprendió por cómo cantaba y por su naturalidad. Ella solía decir “todo lo que deseo en la vida es hacer bien mi trabajo, tener un salario digno y tener amigos...en cualquier club de jazz en el que cante, siempre hay alguien con quien podría hablar"
Hay dos momentos que he encontrado muy reales y especialmente intensos Uno es en el que describes el ambiente anodino y ruidoso de la cafetería de Madrid donde ella va a desayunar y donde conocerá precisamente a alguien que viene de Ann Arbor.
Y el otro es en el que la protagonista rememora cómo le comunicaron la muerte de su marido. Mientras la responsable del hospital le va hablando, ella sólo puede fijarse con detalle en el estampado de la blusa. Cómo construiste este segundo episodio
Es que eso es precisamente lo que le pasa e ella, a la protagonista, es que se va fijando en otras historias para no centrarse en su conflicto.
Cuando murió un familiar, llegué a tomar notas mentales del momento en que comunicaban la noticia a la familia que luego me sirvieron para ese capítulo de la novela..
¿Quienes te conocen saben que eres muy activa, siempre estás corriendo. Y que trabajando eres resolutiva, no de aquellos que “calientan el asiento” Te ha costado mucho sentarse a escribir por primera vez en tu vida una obra completamente de ficción?
Me costó mucho al principio. Antes escribí un ensayo sobre la maternidad. Era un encargo, con fecha de entrega. Pero este proyecto era sin encargo un paso más allá. Y me hacía pensar si era capaz o no, sufría mucho, dudaba de todo. Hasta que un amigo me dijo: “Si sufres tanto, déjalo…¿qué necesidad tienes de estar sufriendo?
Estuve una semana sin escribir y pensé que tenía necesidad de contar esta historia y las historias que a mi me habían contado, tenía responsabilidad con las personas que me habían inspirado. A partir de entonces, si tomé el trabajo como “mi disfrute”. Me lo concedí. Pero han sido años. Porque como sabes tenemos trabajos que nos ocupan muchísimo tiempo. Y tenía que buscar horas imposibles, por ejemplo, antes de ir a trabajar, para ponerme a escribir. El último mes fue algo febril, no me levantaba ni a comer. Vivía bajo la compulsión de escribir.
“El último mes fue algo febril, no me levantaba ni a comer. “
¿Ha habido referencia literarias que te ayudaron a construir el relato?
Richard Ford y sus relatos...Sí fue una referencia porque asistí a una conferencia en la que explicó cómo construía sus historias.
La Canción de Hiawatha, poema del XIX de Henry Wadsworth Longfellow, cuenta la historia de un gran jefe guerrero de la tribu de los Ojibway que intentó unir a todas las primeras naciones indias antes de que el hombre blanco invadiera sus tierras y acabara con su forma tradicional de vida. Lo leí de pequeña y me encantó. Al volver de Estados Unidos, me enteré de que la tribu de Hiawatha había estado asentada en la zona de Ann Arbor.
Un poeta chino Wang Wei y Los 20 poemas del río Wang me ayudaron en la estructura de la novela. Cuenta en 20 poemas la evolución emocional de un personaje que abandona en la corte para irse a la montaña. Me sirvieron mucho para ordenar bien mi historia
Es curioso como un poeta del XIX, otro chino del siglo VIII y uno actual me han ayudado también a construir una ficción.
¿Tu trayectoria periodística te ha ayudado o al revés te ha condicionado demasiado para crear una obra de ficción?
No quería hacer periodismo, sin embargo, las herramientas que conocía como periodista me ayudaron bastante. Por suerte la ficción se impuso. Me fijaba en pequeñas historias que nunca habrían formado parte de una noticia, por parecer intrascendentes.
Aproveché circunstancias en principio negativas, como el no dominar demasiado el inglés. Me fijaba en los gestos y en la expresión de mis interlocutores y luego me hacía mi propia composición de lo que me interesaba transmitir de esas personas que poco a poco se iban convirtiendo en personajes.
El periodismo nos quita la vergüenza de ir a preguntar a la gente y nos proporciona una buena excusa para formular preguntas sin que piensen que somos unos fisgones. Así, un reportaje o un trabajo periodístico te de la oportunidad de conocer a gente a la que nunca conocería de otro modo.
Es quizás lo mejor de esta profesión…
Un privilegio y una suerte